Una Bienal de Arte en medio de la memoria colectiva de una comunidad pesquera

Pasé por una calle buscando descubrir opciones para mi nuevo andar, ese mismo que impulsa a mis pasos la aventura y la locura por vivir y caminando pude verificar que una construcción que se mostraba aislada del resto, se viste de un rosa profundo y alberga en su interior toda la historia en imágenes de una población dedicada desde hace mucho tiempo a la pesca, mar adentro.

Por Hernán Acero Suárez

Fotos María Cristina Velázquez

Corresponsales de Momentos EUROPA

Alexandre Delmar

Oporto, Portugal, julio 6 de 2023. La renovación funcional de una antigua fábrica ha integrado todo el desenvolvimiento cultural y ha preservado la memoria colectiva de la comunidad local de este punto cercano a la ciudad de Oporto que se llama Espinho. La fábrica se monta en el año de 1894 con el fin de mantener la diversidad y la calidad de la pesca artesanal, buscando conservarla de manera industrial con el aprovechamiento tecnológico de aquella época. La fábrica Brandão Gomes logra su expansión y puede establecer sus filiales en Matosinhos en 1904 y luego en Setúbal en 1911, mercados poco explorados, pero grandes abastecedores del producto marítimo.

Aprovechando la estructura de la antigua fábrica, el 8 de Abril de 2009 se constituye el Museo Municipal de Espinho y a partir de entonces confluye la memoria de esta comunidad rural de fuerte vocación pesquera. La fotografía, los aparejos y algunas barcas con su atuendo pintoresco, son testigos silenciosos de esa vocación por siglos guardada entre los lugareños.

Ricardo Posso

Y es aquí, en estas instalaciones a donde se dan citas los artistas seleccionados para llevar acabo la 7a. Bienal de Arte de Espinho, que goza de un prestigio único, por la calidad misma de su realización. Un certamen internacional que celebra por lo alto la creación continua en el arte contemporáneo.

Como anoto al inicio de estas líneas, pasaba a buscar opciones en mi continua exploración y al llegar a la recepción cuando nos recibe, a mi compañera de andanzas y a mí, Armando Bouçon, quien es la persona encargada de dirigir el Museo y con quien pudimos entablar enseguida una conversación informal que nos lleva a identificarnos como admiradores del arte en la variopinta de sus expresiones.

Fue una conversación más bien corta por el tema tan complejo, pero que creó una atmosfera de complicidad entre los dos. Fue entonces cuando Armando extendió la invitación para que les acompañáramos en la inauguración de la Bienal en su séptima versión, que se cumpliría al día siguiente.

No podíamos faltar a la cita. Al llegar, según la hora señalada para el evento, apenas nos íbamos acomodando, pudimos ser saludados por el galerista Carlos Zeller, quien al reconocerme pudo extender su saludo con una cordialidad que me acoge, tan solo para presentarme a uno de los artistas participantes, que le acompañaba en ese momento en el lugar de la antesala.

A partir de ahí, todo fue un disfrute. Recrearnos en la obra expuesta nos hizo saber el porqué de la categoría alcanzada por este certamen. El mismo día de la inauguración de la Bienal (1 de julio), se abrieron las exposiciones colectivas de artistas invitados, patentadas en las galerías del Centro Multimeios y la Junta de Freguesia Espinho. La primera exposición titulada «Lo cotidiano más íntimo», explora el concepto de hogar como lugar de refugio y fortaleza, así como la relación entre la arquitectura y los diferentes lenguajes artísticos. La segunda exposición, titulada «¿Tienes tiempo y espacio para crear?», es una «exposición exclusiva de mujeres artistas, que tienen la particularidad de ser madres», dijo Ana Pais da Oliveira, responsable de elegir a las artistas invitadas a estas dos exposiciones.

Y es que el viento oceánico y el mar besando las orillas de este rincón en donde me encuentro, no solo me vienen mostrando la belleza de atardeceres, si no también, la magnificencia de los colores colgados en lienzos, papeles tejidos y madera, lucientes en escenarios de amabilidad y apretón de manos.