LA OBRA DE MARÍA ISABEL DE LINCE ES POESÍA EN IMÁGENES
Como autora de mundos visuales es receptiva a lo que le habla cada una de sus creaciones, de esta manera el proceso de construcción, que inició en su contemplación de la naturaleza, constata su autenticidad según las particularidades que la propia obra la va llevando a concretar.
POR MELISSA TOVAR GUERRERO
FOTOS HELMUTH HILB
La primera etapa pictórica de María Isabel Salazar de Lince fue figurativa, interés que alude, principalmente, a su fascinación por los colores, el factor más consistente a lo largo de su carrera en las Artes Plásticas. Se deleitó con los corales y arrecifes de las aguas nacionales, y decidió pintar, hasta explorar todas las variables de tonalidades, los peces y los fondos de mares perpetuados en su memoria gracias a los recuerdos. En aquellos tiempos asistía a los talleres de David Manzur y Fernando Dávila.
“A mí los colores sí me llegan”
Posteriormente, su búsqueda creativa se trasladó hacia lo abstracto. Ha enriquecido esta etapa con su habilidad para sembrar la sugerencia, un componente que remite, inevitablemente, a entornos poéticos, y que evidencia una considerable exigencia técnica y una pericia notable en el manejo de los colores. La maestría de su composición brinda al espectador un mundo narrativo que da abrigo y del que se regresa, no sin esfuerzo, cuando las demandas de la realidad son imperantes.
Cada idea de la artista colombiana se nutre de las interpretaciones del público. Su trabajo pictórico presenta puntos de giro que generan tantas posibilidades de desenlaces como espectadores tienen sus obras. Ellos complementan las historias de los lienzos, dando como resultado conversaciones sin puntos finales, en los que los relatos visuales se prolongan gracias a las nuevas apreciaciones.
Al estar impregnada de mundos literarios, la composición que ofrece María Isabel de Lince alcanza, con gracia y sin presiones, la sublimación total de la creación natural. Llega a la madurez de su arte con pinceladas pacientes, de las que emerge la fuerza inigualable de las expresiones de la madre naturaleza. Es posible hallar en sus lienzos montañas, glaciares y olas rugientes que, a primera vista, podrían ser nubes majestuosas. Si se trata de creaciones abstractas estas potencian la imaginación del público con la amalgama de blancos y los degradé de los cromas contundentes que encaminan hacia viajes con destino a las fibras de las ensoñaciones.
María Isabel domina los grandes formatos y cautiva la observación gracias al efecto zoom que ejecuta en la naturaleza, protagonista de sus lienzos. De esta manera, su perseverante esfuerzo para desarrollar un cosmos coherente con sus intereses creativos, ha generado frutos magníficos, entre los que sobresale su proeza para alcanzar una consolidación artística que ha sido ampliamente reconocida en el extranjero.
“Yo plasmo sentimientos bellos con esperas”
Su proceso creativo es digno de admirar. Debido a su fascinación cromática, la artista tiene presente el valor fundamental de la luz, porque sin luz no hay color. Fabrica los colores, teniendo como base los primarios (amarillo, azul y rojo) y el blanco, prepara los demás tonos, para explorar todos los matices.
Así mismo, pinta por veladuras, deja secar la obra para luego retomar la danza del pincel sobre el lienzo. Este proceso lo realiza las veces necesarias para lograr las transparencias que se han convertido en un sello indiscutible de su aporte iconográfico. Esta técnica genera un efecto maravilloso al resaltar la fuerza de los colores plasmados con anterioridad.
“El que pinta es mi propio espíritu”
Cercana a Dios, reconoce que una parte significativa de su exitosa carrera se debe a que cada trabajo se lo entrega a Él.
Sus series están expuestas en galerías y museos de Italia (donde es reconocida como la “Pintora de la Luz”) y otros países europeos durante todos los años sin interrupción. Paralelamente, ha exhibido su trabajo en Dubai, y en los Consulados de Colombia en Madrid y en Miami están dos de sus bellas obras. En Bogotá se convirtió, en 2017, en la única pintora, de un equipo que completaban 12 artistas plásticos hombres, en exponer a 180 metros bajo tierra, en la Catedral de Sal de Zipaquirá.
ASÍ LA VEN LOS CRÍTICOS DE ARTE
“María Isabel es una artista apasionada que mediante un innovador uso de la pintura al óleo captura las emociones y despierta los sentidos. Ella modifica el sujeto, introduciendo elementos subjetivos propios; de esta manera, la sensación de estar ahí se torna evidente”. Trudy Pizano.
“Uno de los méritos de su pintura es la capacidad para provocar sorpresas producto de la ambigüedad de sus postulados estéticos. Su obra evita la trasposición directa del mundo real para acentuar en su lugar sus más íntimos sentimientos de solidaridad con el género humano”. Eduardo Márceles Daconte.
“El objetivo de la artista claramente es capturar la esencia vital de la luz en la materialidad fluida de los colores al óleo que se expanden con vivacidad sobre la tela. Un proceso menos casual de lo que se podría suponer, donde experiencia y percepción se funden con el impulso inmediato. Referencias a la naturaleza y a sus fuerzas misteriosas, entre la memoria de lo ya visto y el deseo de destellos y espacios imaginados, se ocultan en el proceso creativo de la artista, cuya vitalidad, energía, positividad, elementos característicos de su tierra, Colombia, se revelan claramente en la elección de las combinaciones cromáticas utilizadas”. Maria Mancini.
“La espacialidad pictórica en la pintura de María Isabel se ve expresada por la noción de inmensidad. Pone en gravitación los cielos y los mares, abstrayéndolos como si fueran revelaciones de mundos escondidos que salen a la luz. El mundo creado por la artista, la idea propositiva del arte, una visión de ascenso. Determina una trama refinada de encuentros entre lo visual y lo conceptual, instituyendo la sensualidad que proviene de una técnica propia, precisa, originaria, ocasionada quizá por el fuerte vínculo que la une con el universo”. Ricardo Cesar Lescano.
“María Isabel Salazar de Lince (Bogotá 1939), después de cursar estudios en Arte y Diseño Arquitectónico en la Universidad Pontificia Javeriana, desarrolla su particular lenguaje pictórico, destacándose como una extraordinaria colorista. Reinterpretando las obras de sus artistas preferidos, Rembrandt y Turner, se concentra en el cromatismo, experimentando técnicas como el grafiti y la pintura encáustica, además de manipular la pintura al óleo a través de veladuras y golpes de espátula obteniendo resultados peculiares”. Anna María Massinelli.
MARÍA ISABEL DE LINCE PREPARA SU MÁS RECIENTE COLECCIÓN TITULADA “GALAXIAS”.
www.mariaisabelsalazardelince.com
Facebook: María Isabel de Lince
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JUCEARO
abril 07, 18:42JAVIEER MARQUEZ S.
septiembre 02, 12:30