CLARA WEBB: SU EXITOSO TRANSITAR POR EL SUEÑO AMERICANO

Esta gestora cultural internacional es la delegada por la Honorable Juez de la Corte Suprema de Justicia del estado de Nueva York, Carmen Velásquez, en el G-100 para la Cultura Latina; integra el Comité Directivo de Achact World; es cofundadora de ONUSana, organización de Naciones Unidas para la Salud Natural; miembro directivo del Congreso Hispanoamericano de Prensa en NY, y líder comunitaria cofundadora en la Brigada de la Esperanza.

POR MARÍA CRISTINA GUERRERO

FOTOS JUAN CARLOS GUERRERO BELTRÁN

LOCACIÓN @FLORACHAPINERO

Clara Webb. Foto Revista MOMENTOS

Nacida en Manizales y paisa por punta y punta, su padre Javier de Jesús Agudelo Osorio, de Medellín, su mami, Fabiola Castaño Ramírez, de Manizales, Clarita Webb creció en un hogar precioso con cinco hijos (Francisco Javier, Jorge Octavio, Clara Inés, Isabel Cristina, Luisa Fernanda y Juan Gabriel), una familia muy unida y amorosa. “Papi trabajaba en una empresa alemana, y luego de que lo trasladaron, la familia se mudó a vivir en Bogotá, donde crecimos, y fue en esta capital donde nacieron mis hermanos menores. Mi pasión era bailar, estuve en varios grupos de danzas durante 15 años”.

Su padre, un lector consumado, los motivaba a leer las enciclopedias que nutrían su biblioteca; suscriptor de El Tiempo a lo largo de su vida, les inculcó el amor por el periodismo y por conocer el mundo desde los libros, porque él amaba leer.

Desde muy joven, Clarita Webb pudo recorrer los paisajes alucinantes que había encontrado en sus lecturas. “Mi primera salida internacional fue a Asia, el continente más grande y poblado de la Tierra. En ese entonces, mi cuñado trabajaba con la Feria de la Esmeralda en Singapur. Viajábamos llevando esmeraldas y luego, de regreso a Colombia, traíamos diamantes. Me fui empapando de ese mundo maravilloso de la joyería, la talla de esmeraldas y el montaje de diseños con piedras preciosas. Recorríamos la región de Indonesia, íbamos de Singapur a Hong Kong, Bangkok, Yakarta…, permanecíamos tres meses en esa lejanía, íbamos y volvíamos, y así duramos 5 años en estos itinerarios, con intérpretes todo el tiempo porque en esa época no sabía el inglés y mucho menos el chino. Antes de Estados Unidos, fue Asia la que llegó a mi vida. En uno de esos viajes me reencontré en el Hotel Península de Bangkok con un grupo folclórico mexicano y montamos allí un espectáculo, porque eran bailarines con los que yo ya había trabajado en Colombia, como integrantes del grupo de planta de El Zaguán de las Aguas. Quedé enamorada de ese continente. A raíz de la caída del mercado, la bolsa de la esmeralda se desplomó por la guerra de los carteles. En ese momento, empecé a trabajar con la agencia Comunicar, en el grupo Pixar de Miami. Por medio de ellos me vine para La Gran Manzana en el 2002”.

Clara Webb
Foto Revista MOMENTOS

“En el 2008 conocí a Pedro Fabián Cabrera Jiménez (Conde Cabrera), gran locutor radial y empresario, de nacionalidad ecuatoriana; a él le agradó mi tono de voz y me invitó a participar en una audición. Mi conocimiento de la música de antaño me permitió destacarme y fui seleccionada para el trabajo. Había crecido escuchando a Alci Acosta, Julio Jaramillo y demás intérpretes del despecho, que eran los protagonistas en la programación de La Rockola. Entre Panas, la emisora de Conde Cabrera, me dio la oportunidad para entrar a la radio en NY y ya llevo 12 años al aire”.

En el 2016, el licenciado Rafael Rodríguez, Presidente de la Confederación de Periodistas del Ecuador, Capítulo Nueva York, la invitó al Congreso Hispanoamericano de Prensa, y le presentó al doctor Amín Cruz, CEO de esta destacada organización, en la que Clara Webb hace parte de sus directivas. “El Dr. Amín Cruz preside también el Congreso Mundial de la Mujer, el Congreso Mundial de Universidades, y el Congreso Mundial de Ecoturismo, grandes encuentros de carácter internacional, y tengo el honor de trabajar con ellos desde entonces”.

UNA LABOR ALTRUISTA

Cuando ocurrió el terremoto del Ecuador en el 2016, Clarita y Conde Cabrera estaban al aire y, de inmediato, encadenaron la transmisión para cubrir los hechos y articular las ayudas. “En NY -cuenta Clarita- apenas ocurre una calamidad los teléfonos revientan con las llamadas de la gente preguntando cómo pueden ayudar en la emergencia. Organizamos una gran Teletón para recaudar donaciones, todas las colonias hispanas se unieron, yo era una de las presentadoras, y ahí conocí a la honorable juez de la Corte Suprema de Justicia del estado de Nueva York, Carmen Velásquez, fundadora de la Sociedad de Abogados Latinos, Vicepresidenta de la Asociación de Juezas Latinas, y miembro de por vida de la Organización Internacional de Jueces Mujeres; miembro del Grupo G-100, una red internacional de mujeres influyentes, inspiradoras, llenas de ideas y de orientaciones prácticas. Cuando ocurrió el terremoto la parrilla de programación en los espacios de la emisora se reestructuró para crear un tejido humano que permitiera organizar las colaboraciones humanitarias”.

“Posteriormente, cuando llegó la pandemia por el Covid-19, nuevamente nos movilizamos. En ese entonces llegaban los contagiados a los hospitales y cada noche se reportaban 600 o 700 muertos, las personas necesitaban información sobre sus familiares y nos convertimos en el canal para enlazarlos y transmitirles el estado de sus enfermos. Así surgió la Brigada de la Esperanza, con la juez como CEO. Con diez amigos nos reunimos para estructurar el apoyo en todos los frentes, y ya llevamos 3 años en esta labor social. En el tiempo de la emergencia sanitaria nuestra disponibilidad era de tiempo completo y rescatamos a niños que eran secuestrados para tráfico de menores. Con la acción de la juez, recuperamos a muchos pequeños que los delincuentes se llevaban diciéndoles que los reunirían con sus familias y no se volvía a saber de ellos”.

“En mi trabajo con la honorable juez Carmen Velásquez, estoy a cargo de los eventos que convocan las causas hispanas”.

“En junio del 2020 ocurre el accidente de nuestra amiga Nancy Tituana, quien fue atropellada por un conductor ebrio, cuando ella estaba bajando las ayudas del carro; su diagnóstico fue muy delicado y finalmente lograron salvar una de sus piernas. Conde, la juez y yo, fuimos los que asumimos el cuidado de Nancy. Yo trabajaba en las Torres de Long Island, donde vivía y cuidaba ancianos. Tenía 3 horas cada día para ir hasta el hospital, ubicado ahí cerca, y acompañar a Nancy cada día. Cuando ella fue dada de alta, nos turnamos para estar pendientes de asistirla. Ahora la señora juez Carmen Velásquez, que es la Presidenta del Colegio de Abogados de Nueva York, está tramitando una prótesis biónica para nuestra querida Nancy”.

“Con la Brigada de la Esperanza realizamos una gran labor entregando insumos médicos, gracias a las donaciones de los benefactores, y distribuimos alimentos que nos regalaban los restaurantes y las pizzerías. Pedro Rodríguez es el director de estas jornadas y uno de sus principales patrocinadores”.

“En la emergencia sanitaria hubo una crisis por falta de respiradores, y nos dedicamos a repartir los ingredientes para que la gente atendiera a sus enfermos en casa con los remedios de la abuela. Nos asesoraron, el médico Hernán Velandia, CEO de MediColombia, y la doctora Luz Marina López. En ese momento, le propuse al doctor Amín organizar el Congreso Virtual ONUSana con información que les enseñara a las familias cómo cuidar a los contagiados dentro de casa, así surgió el Gran Encuentro Internacional de Medicina Natural”.

Como parte de su movilización en la emergencia sanitaria, enviaron a Colombia dotación con implementos de salud y las 10 cajas fueron retenidas por la aduana porque eran insumos médicos y se debía pagar US$150 por cada una de estas cajas que pesaba 90 libras. “Fue frustrante -comenta Clarita- recoger toda esa ayuda y que no fuera posible hacerla que llegar a quienes la necesitaban”.

Cuando empezó la pandemia, nuestra amiga Nancy Tituana, nos unió en el grupo de ayuda, Brigada de la Esperanza, en el que la doctora Carmen Velásquez es la CEO.

UN DÍA A LA VEZ

“Yo llegué a Nueva York supuestamente a pasar unas vacaciones, porque lo que yo quería hacer en mi vida era bailar, pero la vida terminó bailando conmigo. Al inicio, durante 3 años, viví 3 meses en cada estado de la nación, porque me había casado con un militar del Navy Seals estadounidense, y casi que conocí todo el país por sus constantes traslados. Él quería hijos, yo estaba muy joven y tenía otros sueños, por eso finalmente nos divorciamos”.

“Extraño todo de mi país, además de la bailada, la cantada, la comida… recuerdo que cuando vivía en Bogotá, como entrenamiento físico, subía tres veces a la semana los 1.104 escalones de Monserrate”.

“Yo vivo el hoy, el ahora, no me proyecto porque con todo lo que está pasando nadie tiene nada seguro. Cuando llegó la pandemia nos tomó por sorpresa y no dio tiempo de nada, todos los planes se frustraron. Por eso, cuando abro los ojos en cada amanecer doy gracias a Dios por el nuevo día que Él nos provee para amar, para crear, y para seguir adelante”.

La jornada de Clarita Webb en NY empieza a las 3 am, como voluntaria en el hospital de veteranos del ejército estadounidense, trabajando con amor y dedicación en las diferentes agendas que enriquecen su labor. Comparte su vida con su esposo, un ser maravilloso que la apoya incondicionalmente, y que quisiera estar a su lado 24/7.

“He vivido totalmente el sueño americano, nunca imaginé tanto en tan poco tiempo, y Dios me ha dado la oportunidad de encontrar y aprender de los mentores que he hallado en mi camino, y poder trabajar con ellos. La vida radica en vivir los momentos, en ser conscientes de: yo soy, yo puedo; que nos empoderemos de nuestras capacidades y, como dice mi mami, nunca dejes que nadie apague la música que hace bailar tu corazón, no permitas que nadie te corte las alas”.

“Ahora queremos rescatar las tradiciones y culturas de nuestros países trabajando con cada una de sus comunidades, para que no se pierda en las nuevas generaciones toda la maravillosa riqueza de nuestros pueblos. Hay colectivos sociales que transmiten sus programas de radio, desde NY, en sus lenguas autóctonas. Queremos echar a andar estos programas en la Feria de la Hispanidad que dura casi un mes, y viene después de cada Festival Latino. Es una gran convocatoria que va de junio a septiembre, 4 meses en los que vivimos nuestra esencia latina e hispana”.

“Ahora estamos muy enfocados en la problemática de los inmigrantes, que la gente vuelva a creer en sí misma después de vivir tantas dificultades”.