Federico Díaz-Granados “Sólo quisiera que me recordaran como el mejor amigo de mis amigos”

Federico Díaz-Granados “Sólo quisiera que me recordaran como el mejor amigo de mis amigos”

El poeta Federico Díaz-Granados es un carpintero de las palabras y, al consolidarse en el mundo literario como antologista, se ha convertido en la memoria andante de la poesía contemporánea. Habló con MOMENTOS acerca de su obra, su proceso creativo, su paternidad y los proyectos que lidera en el Gimnasio Moderno.

Por MELISSA TOVAR GUERRERO / Fotos ERICK RIVADENEIRA

Su obra más reciente es Adiós a Lenin, publicada por la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, ¿cuáles temáticas aborda?

Adiós a Lenin recoge mis dos libros más recientes Hospedaje de paso (2003) y Las prisas del instante (2014), que entre sí tienen vasos comunicantes temáticos, de tono, registro poético y, aunque están distanciados en las fechas de publicación, los escribí en una misma época, así que hay una estrecha correspondencia. Consideré que al unirlos comunicarían, de una manera más eficaz, mi propuesta y búsqueda poética.

Federico Díaz-Granados, Director de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno.

El título surgió de dos aspectos: Por uno de los poemas que, creo, mejor sintetiza mi preocupación por el mundo de la infancia y por intentar recuperar a través de la poesía esa niñez luminosa perdida y, por otro lado, la nostalgia por un mundo que también se diluyó, que simbolizó varias cosas en esta etapa de mi vida y en la de muchos jóvenes latinoamericanos que estuvimos cerca, por razones familiares, a los temas de la revolución del siglo XX, a las luchas de las clases obreras y del mundo soviético. Adiós a Lenin además es el título de una película dirigida por Wolfgang Becker.

¿Cómo inició y a qué se debe su inquietud por realizar antologías?

He sido un escritor de pocos libros de poemas que se han compilado en antologías y reeditado. Gracias al azar, destino, a la suerte o al encargo, he preparado antologías muy interesantes para el mercado editorial. La inquietud surgió en 1995 cuando publiqué mi primer libro de poemas, me interesé por los autores colombianos nacidos en mi década que ya tuvieran obras poéticas. Viajé a Chile al encuentro “El poeta joven y su libro”, dedicado a escritores latinoamericanos y regresé a Colombia con la idea de las antologías. Así surgió Oscuro es el canto de la lluvia, mi primera antología de poetas nacidos en los 70’s, que tenían semejanzas en sus búsquedas poéticas.

Luego me emocioné con las visiones que daban los antologistas, realicé ejercicios que se volvieron mecánicos, que me llevaron a desarrollar una gran pasión por la lectura, la compra compulsiva de antologías poéticas y, por supuesto, por hacerlas.

¿El ejercicio de antologista modificó su proceso de escritura?

Me hizo más autocrítico conmigo mismo pero, más que eso, creo que la preparación fue más como lector, de darme un ritmo, una lectura distinta y ayudarme a formar en la poesía clásica y contemporánea de una manera directa y empírica, leer los estudios preliminares, los prólogos e interpretar el porqué de cada selección poética. Hizo que me mirara con más desconfianza a la hora de escribir y publicar.

¿Cómo analiza la paradoja de la producción poética que se incrementa cuando las sociedades están en crisis?

Se supone que la poesía nace de una profunda insatisfacción con la realidad, de la incomodidad frente al mundo tan competitivo que nos ha correspondido vivir. Saint-John Perse, en su discurso de recibimiento del Premio Nobel de Literatura, decía que la poesía nos sirve de refugio, cuando las mitologías y las religiones se desvanecen lo sagrado encuentra en la poesía su refugio y, quizás, su salvación. Ahora, desde que se tiene noticia del hombre, la sociedad ha estado en crisis, y la poesía ha estado ahí para dar cuenta de los asuntos humanos, de las pulsaciones de los corazones, se refiere a un momento y a una época.

¿Quiénes leen las primeras versiones de sus escritos?

Curiosamente a mi papá (el Maestro José Luis Díaz-Granados) le muestro los libros cuando ya están publicados, por varias razones: Por el respeto que le tengo, prefiero que lo lea ya publicado porque cualquier cosa que él diga, sea acertado o no, me podría afectar. En segundo lugar porque, aunque amamos la poesía y amamos esencialmente a los mismos poetas, tenemos miradas muy distintas de la poesía. Me siento muy cómodo con que él lea las obras publicadas.

Tengo tres amigos entrañables a los que les muestro los libros en los que estoy trabajando: Son el poeta colombiano Juan Felipe Robledo, le voy enviando poemas sueltos y él es muy riguroso, sensato y me dice lo que piensa. El poeta español Fernando Valverde tiene la mirada global de cómo debe ser una obra de versos, se enfoca en su construcción. Y Santiago Espinosa, un gran lector, que me da una mirada muy fresca porque es de una generación distinta a la mía, conoce muy bien los asuntos y motivos de mi poesía, y confío mucho en su intuición. Ellos son mis tres lectores permanentes.

¿Le interesa escribir relatos y novelas?

Siempre, de alguna manera lo que he escrito ha tenido fragmentos narrativos. Ocasionalmente hago, por encargos, crónicas y es un terreno en el que me siento bien. Seguramente, cuando eso suceda, seré muy fiel a contar las cosas con el registro que he desarrollado con mi poesía.

¿Qué significó compartir durante su infancia con algunos de los escritores más relevantes de Colombia?

Era tener a unos figorones, tomé consciencia de esto más adulto, darme cuenta de la dimensión de escritores como Héctor Rojas Herazo, Germán Espinosa, a quienes yo conocí desde muy niño en mi casa. Obviamente cuando veo las leyendas que son Manuel Zapata Olivella y Luis Vidales, me percato de cómo esa impronta sí fue definitiva. En aquel momento lo que me llamaba la atención, más que leerlos, era su don de gentes y sus carismas, cómo eran tan magnéticos con sus historias y humores tan especiales. Todo esto me contagiaba de algo muy bello que era el amor por la literatura, por la conversación y la tertulia.

¿Cómo ve la producción literaria nacional? 

Siento que vamos muy bien en la poesía y narrativa, se está publicando mucho, estamos en un tiempo donde no hay excusa para autodenominarse poeta inédito porque se puede publicar en Internet, así que no se quedan inéditos. Por supuesto hay que tener la intuición muy afinada para detectar qué vale la pena y qué no. Me llama la atención que, de la generación de los nacidos entre los 70’s y 80’s, quizás las voces más rotundas, contundes y originales están en las mujeres.

¿Sus inquietudes de escritura estás permeadas por ser padre?

Claro, la paternidad da una visión del mundo, de las cosas y de uno mismo totalmente insospechada. Me aprendí a conocer con todos los aciertos y tropiezos de los errores que se cometen a diario siendo padre. Me he conocido en mis verdades, mi esencia, sensibilidad y esto se proyecta en la literatura. La paternidad me llenó de las certezas del afecto y del amor, y me reveló mis grandes fragilidades, porque el solo hecho de tener ese polo a tierra tan maravilloso como es un hijo hace pensar más veces en los riesgos que se toman frente a las decisiones, los miedos proliferaron después de ser padre. Me dio la certidumbre de definir de una vez y para siempre cómo es el amor perfecto, de conocerme a través de esto, la satisfacción de ver crecer a un hijo con su personalidad y carácter es fascinante.

¿Cómo fueron los inicios de Las líneas de su mano?

Ha sido clave contar con aliados. En el inicio fue fundamental la presencia del cofundador de Las líneas de su mano y de la Agenda Cultural, Gonzalo Mallarino, amigo y escritor, que era el Procurador del Gimnasio Moderno, y pensaba en una Agenda Cultural abierta en un espacio como este que es un monumento nacional, era bueno que la ciudadanía se sintiera acogida dentro de estos pinos y, sin duda, el apoyo del rector en aquellos años, Juan Carlos Bayona. El arranque de estos proyectos tuvo muchas dificultades, nadie nos creía. El cambio en la administración de un colegio es significativo, la llega de Víctor Alberto Gómez Cusnir, me permitió fortalecer la Agenda Cultural al incluirla como uno de los pilares de la rectoría, saber que este programa hacía parte de las direcciones de trabajo de esta instancia me dio confianza para continuar y jugármela para traer a los mejores poetas del mundo cada año. Así llegamos a la edición número once, hemos invitado a dos de los mejores poetas de lengua inglesa como Charles Simic y Robert Hass; a Luis García Montero y Almudena Grandes; a los mejores poetas de Colombia como Giovanni Quessep, Miguel Méndez Camacho, Jotamario Arbeláez y Piedad Bonnett, entre otras grandes figuras nacionales.

¿A qué se debe el nombre de Las líneas de su mano?

Cuando se fundó el Festival con Gonzalo Mallarino queríamos ponerle un título que fuera llamativo y que no se pareciera a nada de lo que había en otros eventos culturales en el país, un día llegamos a la conclusión que podría ser como un lectura quiromántica, intentar “leerle” el alma al escritor, sus manos, y Gonzalo tuvo una epifanía, recordó el bello libro de Luis Cardoza y Aragón, Guatemala las líneas de su mano, y dijimos ese es el nombre del festival literario.

¿Cómo ha vivido el reconocimiento a nivel internacional como poeta y gestor cultural?

No soy de reclamar más o menos atención al trabajo, hace mucho tiempo desconfío del elogio desmedido y de la crítica gratuita, procuro mantener los pies en la tierra y organizar una parrilla de programación con lo mejor para la ciudad durante todo el año. El reconocimiento en el exterior ha sido muy grato, bello, sorpresivo, han salido traducciones de algunos de mis libros y creo que es la recompensa a un trabajo serio, dedicado y entregado con profundo amor a la poesía.

¿Cómo quiere que lo recuerden en la cotidianidad?

Sólo quisiera que me recordaran como el mejor amigo de mis amigos, el más leal, el que se la jugó por defender a sus amigos, por tratar de hacerlos felices y alegrarles la vida.

Federico Díaz-Granados es un reconocido gestor cultural que ha llevado a Bogotá a los primeros lugares de Latinoamérica en la programación de Humanidades y Arte.

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