John Zapata: El héroe de su historia

John Zapata: El héroe de su historia

Las dificultades y el amor fueron la gran razón para que John aceptara el reto de buscar y conquistar el sueño americano, una ilusión lejana, y casi imposible para un muchacho que estaba comenzando a vivir la mayoría de edad, etapa difícil de cambio: biológico, mental, físico e intelectual.

Por Edgard Hozzman / Londonderry 8-21-2023

John Jairo Zapata, comenzaba a vivir su adolescencia haciéndole la lucha a la vida, a los 13 años empieza a trabajar como dependiente de un almacén de abarrotes, en su natal Cartago, Valle del Cauca.

Al respecto comenta John Jairo: “Nosotros no éramos pobres, éramos muy pobres, nuestra casita estaba en condiciones paupérrimas, fueron años de calle donde las tentaciones estaban en cada esquina, no solamente en Cartago, en cualquier ciudad de Colombia”.

John ¿usted tuvo alguna experiencia con la droga y el licor?

Si, viví en Colombia los años más angustiosos de mi existencia; pobreza, necesidades, además de la irresponsabilidad juvenil, recuerde que en los años ochenta comenzó el auge del narcotráfico y los héroes, eran los capos, fue un mal ejemplo para mi generación.

El amor y respeto a su madre, Rosa María Toro, y la mano que le tendió su padrino, Jairo Ruiz, quien lo llevó a trabajar a su almacén de abarrotes, lo rescató a tiempo de la calle y las malas influencias, sin embargo, John recuerda momentos terribles: «vi morir amigos, me llevaron a la comisaría para testificar , y sabiendo quién lo había matado no lo podía delatar, pues esa sería mi sentencia de muerte, vi a compañeros del barrio  torturados por la policía para que confesaran sus delitos, los metían de cabeza dentro de inodoros inmundos.

Jairo Ruiz, más que un padrino, fue un padre para John; él con su ejemplo y consejos lo rescató, lo guió a tiempo, le hizo reflexionar y entender que el vicio transpira odio, que es el palacio de la vergüenza. Hoy John le agradece a su padrino, «Jairo fue mi padre, mi primer héroe, mi maestro, mi ejemplo, mi apoyo”.

Jairo Ruiz hablo con John, lo concientizó para que fuera el héroe de su historia, y no el triste espectador de su tragedia. Fue un diálogo sincero, abierto de hombre a hombre, de padre a hijo. Esta fue la despedida de Jairo y John.  El padrino viajó a los EE. UU. en 1986 para buscar una nueva oportunidad.

De izquierda a derecha, Cristian Zapata Restrepo, John Zapata, María Helena Restrepo y Stephanie.

La Nena

Ningún idioma expresa más sentimiento y ternura que una sincera sonrisa, y John lo sabía por que con su sonrisa comenzaron muchas, la más importante, la de María Elena Restrepo.  La Nena llegó a la vida de John, en un lapso incierto en el que no sabía qué cielo anhelaba.

Muchas emociones, dos vidas un sentimiento, la identidad de dos adolescentes que en silencio y una tierna sonrisa comenzaron su historia. Se conocieron en 1984.

John trabajaba y estudiaba su bachillerato en un colegio nocturno. La relación de María Helena y John tuvo el visto bueno de los padres de María Elena.

John recuerda: “A mí la rumba, el fútbol, andar con los muchachos me encantaba, y esto no era bien visto por una tía que protegía a la Nena, por lo que no dudó en ilusionarla para que viajara con ella a los EE. UU. En 1985 la Nena viajó a New York”.

La tristeza, felicidad y esperanzas son sentimientos que se suceden en quienes tienen fe en su existencia. John se tenía toda la fe del mundo, nada lo derrotaba, los momentos difíciles le dieron la experiencia para continuar adelante.

Sin el apoyo del padrino, John emprende su propio negocio, vendiendo tangas, perfumes y casetes piratas en Cartago, en las ferias y mercados de los pueblos vecinos, con las utilidades de las ventas, ayudaba a la economía de su hogar y la cuota para las llamadas semanales a María Elena. “Imagínese lo que costaba una llamada en ese tiempo, llegaba a Telecom con la cabeza llena de interrogantes y textos de las canciones de moda para decirle a la Nena que la amaba y la extrañaba, esas llamadas eran telegramas hablados, el tiempo en las cabinas corría muy rápido”.

¿En la angustia hay esperanza?

Sí, viví la angustia de la orfandad, mi padrino y la Nena viajaron a New York.  Mis angustias eran sentimientos silenciados, palabras que callaba, porque nadie me escuchaba, traté de ignorar mi desconsuelo y cada día nacía una esperanza, que daba vida a mis ilusiones”.

Manizales y el coyote

Jairo Ruiz, el padrino de John y la Nena, contactaron a un “coyote” en Manizales, para que llevara a John a los EE. UU. por el hueco. La transacción les costó 3.000 dólares, un adelanto de 1500 y el saldo, 1.500 debían ser cancelados una vez fuera recibido por el representante del “coyote” en los EE. UU.

El coyote, le indicó a John cómo debía gestionar la consecución del pasaporte, y cómo solicitar y diligenciar la visa para México, en el consulado de Manizales.

Comienza el periplo

El 3 de junio de 1987, John y 14 compañeros, 9 hombres y cinco mujeres salieron del aeropuerto de Pereira rumbo a Panamá, acompañados de un coyote guía. En ciudad de Panamá iniciarían el recorrido en buses camiones y taxis por Centro América.

John llevaba 500 dólares, muy bien encaletados para pagar los sobornos en las fronteras y la dieta alimenticia.

¿Por qué salió de Colombia?

Por amor y necesidad; la angustia de perder a la Nena era una ansiedad que no me dejaba en paz; Mi situación era muy difícil, el trabajo informal era cada día más competido e inseguro.

Su tiempo le marcó su destino el que sembró de ilusiones con las que comenzó a recorrer su camino hacia un futuro incierto. Cada frontera era un riesgo de deportación y soborno, 20 dólares por sellar el pasaporte. Al llegar al Salvador, “el coyote” les advirtió; “llegamos a un país en guerra, todos debemos cuidarnos y evitar detenernos a chismosear, para adelante que nos persigue la muerte”.

En el recorrido por El Salvador en todas partes encontraron huellas de la guerra civil. En el hotel en San Salvador la fachada estaba baleada, los empleados les advirtieron que no se asomaran a las ventanas y no salieran, porque era demasiado peligroso,

El grupo decidió que el líder debía ser John Jairo, JJ como lo llamaban porque era el más locuaz, simpático y osado. “Todos creían que yo hablaba inglés, lo único que yo sabía era contar hasta diez,”

El dinero comenzó a escasear, la dieta alimenticia se redujo a una comida diaria, dos pollos asados repartidos en 15 porciones, pan y agua.

MÉXICO – ESTADOS UNIDOS

Después de 15 días de travesía llegaron a México, el coyote los embarcó en un vuelo doméstico, Tapachula (Chiapas) a Ciudad de México, donde para sorpresa de todos, los visitó la inmigración, la que les cobró 100 dólares a cada uno para poder continuar.

El coyote en Ciudad de México dividió el grupo, para que viajaran separados y así evadir a los agentes de inmigración. John viajó en el último grupo con dos compañeros.

El coyote y su contacto en la frontera, México, EE. UU. Un americano dueño de un automóvil adaptado para pasar indocumentados los transportó de Agua Prieta a Ciudad Duglas Arizona, a la media noche.

En Ciudad Duglas fueron hospedados, para sorpresa de John y sus compañeros en la casa de un agente de inmigración de los Estados Unidos. “Imagínese el susto tan hp que me pegué, al ver los diplomas y títulos de un oficial de la policía, lo primero que se me ocurrió fue preguntarle, ¿estamos detenidos? El hombre, que hablaba español porque era de origen mexicano, nos tranquilizó, él trabajaba para el coyote de Manizales».

El oficial les comentó que los otros doce compañeros, incluidas las cinco mujeres habían sido detenidos y deberían esperar ir a la corte.

John y sus compañeros, permanecieron cinco días en la casa del agente de inmigración americana, esperando a que llegara el saldo de la transacción.

NEW YORK QUEENS

Cuando las cuentas quedaron saldadas, un coyote americano los embarcó a New York en un vuelo con escala en Atlanta. Las instrucciones fueron claras, no hablen con nadie, sillas separadas. En Atlanta subieron agentes de inmigración, los que les hicieron pasar momentos angustiosos a los tres colombianos.

A la llegada al aeropuerto de La Guardia de New York, la pregunta del millón para John de sus compañeros: ¿y ahora qué hacemos?”. Sigamos a la gente sin miedo, tranquilos”.

Tomaron un taxi conducido por un afroamericano que no hablaba español, John trato por todos los medios de decirle que los llevara a, Queens. Finalmente los dejo en algún lugar que no era Queens.

Tres provincianos con sus respectivos maletines, asustados, desorientados y para sorpresa de ellos, muy despacito un carro de la policía de New York los mira y no los detiene. Recuerda John: “El susto fue uno de los más grandes que he vivido, pensé, el sueño americano se jodió y la plática se perdió. Había una casa, les dije a mis compañeros hagamos el amague de entrar “.

En medio de la zozobra de no saber qué hacer, ni qué rumbo tomar, para un taxi y nos pregunta en español ¿para dónde van?, ustedes son ilegales. Era un taxista de Bucaramanga, los llevó a Queens, donde John se encontró con la Nena y su padrino, el 4 de julio de 1987, un mes después de haber salido de Colombia.

¿Recuerda quién o quiénes le tendieron la mano?

Patricia la esposa de Gilberto, ellos me recibieron cuando llegue a New York. Él es el sobrino de mi padrino Jairo q.e.p.d. y desde luego la Nena.

¿Cómo está constituida su familia

La Nena, Christian, su esposa, mi hija, Stethanie, y su esposo.

De izquierda a derecha, John Zapata, María Helena Restrepo “La Nena”. Atrás, Christian Zapata, Stephanie y su esposo.

En 1994 viajó a Manchester, New Hampshire, donde se radicó.  El 4 de octubre del 2010 recibió la residencia y el 28 de octubre del 2015 se hizo ciudadano.

¿Una emoción recordada en silencio?

Mi esposa María Helena Restrepo, mis hijos porque son la realización de mi existencia. La tarjeta de residencia, al recibirla viví momentos tristes, recordé a seres queridos que fallecieron, hice un balance de mis logros, de haber hecho realidad un sueño, me tragué el dolor y la felicidad con una sonrisa, fueron sentimientos encontrados. 

¿Una mujer?

No una, dos; mi madre Rosa María Toro y mi Nena. Mi Madre por su entrega, sacrificio, amor y bondad, la Nena, por su apoyo, amor y respaldo.

¿Quién ha sido su guía, su norte?

María Helena, mi Nena, ella ha sido mi soporte, mi todo.

¿Qué es para usted la felicidad, como define este sentimiento?

Mi familia y su realización y logros; mi hijo Cristian, exitoso ingeniero químico, mi hija Stephanie, una profesional, reconocida y respetada como ejecutora de proyectos tecnológicos, ellos son mi orgullo y felicidad, son mis amigos.

¿Usted es el héroe de su historia?

Si, confíe en mí, la buena suerte me ha perseguido y los momentos difíciles me dieron la fuerza para continuar adelante

 ehozzman1@yahoo.com

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