USAQUÉN: 482 AÑOS Y CADA VEZ MÁS JOVEN
Las actividades decembrinas que la Alcaldía Local organiza en el parque llenan de luz y color a las noches de Usaquén con diversas obras musicales y culturales, en un ambiente que, sin duda, se hace inolvidable con las mesas de los restaurantes y los bares al aire libre, dentro del programa “Cielo Abierto”, que funciona desde hace varios meses. Usaquén se renueva.
POR JUAN MANUEL RIVAS FRANCO / PERIODISTA, HISTORIADOR E INVESTIGADOR.
FOTOS ALCALDÍA LOCAL DE USAQUÉN Y MARÍA CAMILA FRANCO VELASCO
Usaquén tiene una rica historia digna de ser contada. Sus orígenes se remontan a los tiempos anteriores a la llegada de los conquistadores españoles. Algunos historiadores sostienen que su nombre proviene de la cruel práctica chibcha de enterrar niñas impúberes, ricamente ataviadas, en cada uno de los fosos bajo los pilares de la construcción de la casa del cacique de la tribu, pues se creía que con este sacrificio se fortalecía la edificación y se les daba buena vida a sus residentes: usa, «debajo» y que, «palo o madero», cuya unión (usa-quen) significaría «debajo del palo».
Otros investigadores consideran que su nombre proviene de la aborigen Usacá, hija de Tisquesusa, que fue obligada a casarse con el capitán español Juan María Cortés, por orden del conquistador Domingo de las Casas. De acuerdo con la jerarquía chibcha, el usaque o cacique tenía poder sobre los indígenas que habitaban las zonas de Chía, La Calera y Guasca.
Hacia 1539, sobre el cacicazgo existente, los españoles fundaron el poblado que bautizaron como Usaquén de Santa Bárbara, y con el transcurso del tiempo este núcleo fundacional se convirtió en paso obligado de viajeros que venían del norte de Colombia, así como también servía de primera parada en el trayecto que hacían los viajantes desde Bogotá hacia Tunja y demás provincias del norte.
En el año de 1777, el gobierno colonial español decidió desalojar a los habitantes de la zona, indígenas y mestizos, quienes fueron obligados a trasladarse a Soacha. Ya con la zona despejada, los españoles y criollos más pudientes construyeron grandes haciendas como Santa Ana y Santa Bárbara, y posteriormente, según cuentan las crónicas, algunos ricos, entre ellos varios extranjeros, levantaron varios conventos y edificios para las comunidades religiosas, casas de retiro y de descanso, casonas residenciales de estilo sabanero que le dieron un aire característico al urbanismo de Usaquén, en especial alrededor de la plaza fundacional. A diferencia de los demás pueblos de Colombia, solo se permitió la construcción de casas residenciales e institucionales como el templo, la alcaldía, y una importante escuela propiedad de las monjas Bethlemitas del Sagrado Corazón, administrada por la Secretaría de Educación, la cual tuvo que ser abandonada por el sismo de 2008 y, además, se prohibió el uso de las casas para locales comerciales, actividad que se relegó a una cuadra alejada, hacia el sur de la plaza.
Durante la Guerra de la Independencia, Usaquén alojó el 5 de marzo de 1816 a las tropas patriotas que se retiraban a los Llanos Orientales, y un día los habitantes vieron pasar las hordas invasoras españolas de Morillo, que irían a ocupar Santa Fe de Bogotá. Ya durante la época de las guerras civiles del siglo XIX, Usaquén fue escenario de los violentos choques de las fuerzas del general rebelde Tomás Cipriano de Mosquera, alojadas en las ya citadas grandes haciendas de la zona, y las derrotadas tropas gobiernistas del presidente Mariano Ospina Rodríguez.
En 1926 se construyó la estación del tren en medio de grandes potreros, lo que permitió una comunicación más rápida entre Bogotá y la población de Usaquén. Debido al constante flujo de viajeros que llegaban a la capital, esta parada y la de la Sabana se convirtieron en las más importantes del Tren del Norte. Esta bella y refaccionada estación, que guarda en sus paredes interiores algunas placas que recuerdan la historia del ferrocarril, fue puesta nuevamente en funcionamiento en los años 90 y aún sigue en actividad, sirviendo de acceso a la gran cantidad de turistas que los domingos recorren en tren la sabana entre Bogotá y el pueblo de Nemocón.
Esta vida de municipio independiente llegó a su fin en 1954, año en que Usaquén y cinco municipios más fueron anexados a Bogotá para conformar lo que se denominó Bogotá, Distrito Especial (más tarde, Distrito Capital). Entonces, aprovechando este nuevo ordenamiento territorial, los constructores más pudientes comenzaron a levantar espaciosos y lujosos barrios a su alrededor, con grandes arboledas, parques y avenidas, lo que encareció el valor de la tierra de Usaquén, factor que obligó a la construcción de barrios marginales para atender a los nuevos residentes del sector.
Hacia principios de los años 70 se produjo el gran cambio del núcleo fundacional de Usaquén, que a mi juicio empezó cuando la Escuela Colombiana de Ingenieros adquirió como su sede el antiguo convento eudista, edificio construido en 1930 en la esquina nororiental de la plaza y que durante varios años había funcionado como el colegio San Patricio, hoy sede de la Universidad del Sinú, y, posteriormente, a lo largo de los años siguientes, con la llegada del Banco de Colombia al marco de la plaza, la construcción en sus vecindades de la Clínica Santa Fe, centros médicos y comerciales como Paseo Real y Hacienda Santa Bárbara, lujosas y grandes torres tanto residenciales como de oficinas. Ante estos cambios de uso del sector, los ejecutivos, especialmente los más jóvenes, voltearon sus ojos hacia este espacio, renovando en principio las viejas casas, adaptándolas para actividades comerciales, sobre todo restaurantes en los que hoy día se ofrece una variada gastronomía típica e internacional.
Con el empuje de la modernización y la demolición de las antiguas casas para dar paso a grandes edificios, recordamos el caso de la famosa casona de Santa Clara, joya arquitectónica francesa cuyo propietario en los años 40, un gris millonario de apellido Navarro, había hecho trasladar desde Francia, pieza por pieza, por vía marítima hasta Barranquilla, luego por el río Magdalena, y desde Honda a lomo de mula, para erigirla en la carrera séptima con calle 116. Posteriormente, en el año 1978, y para dar paso a la ampliación de la carrera séptima y no perder esta bella construcción, los dueños del restaurante San Isidro la compraron y trasladaron –nuevamente pieza por pieza– al cerro de Monserrate, donde aún hoy día funciona como restaurante.
A pesar de los vertiginosos cambios, aún se mantiene gran parte del urbanismo original y, según leemos en las memorias históricas de la Alcaldía Menor, “Usaquén fue el núcleo de una significativa actividad artesanal de talla en madera, así como de tejidos. En el taller Huatay, de Raquel Vivas, se tejieron los acabados que sirvieron para cubrir el interior de la nave espacial Apolo 11”.
Mención especial merece el famoso mercado de las pulgas, que se realiza actualmente los fines de semana y es visitado por miles de turistas nacionales y extranjeros, quienes, además de comprar las artesanías y objetos antiguos, aprovechan para pasear por las calles empedradas, contemplando la arquitectura de las viejas casas y su bello templo colonial, muy solicitado para realizar matrimonios y eventos especiales; visitar sitios como el pequeño y conservado cementerio, disfrutar de los diversos platillos típicos, descansar en el parque principal y admirar los espectáculos callejeros que definitivamente le dan un toque bastante particular a este barrio.
EVENTOS Y CELEBRACIONES
Con motivo del homenaje a Usaquén en sus 482 años, la Alcaldía de esta localidad, presidida por Jaime Vargas Vives, viene realizando una nutrida programación de eventos culturales, artísticos, de emprendimiento y participación ciudadana.
El pasado 6 de noviembre, en las instalaciones del CDC Simón Bolívar, Teatro Servitá y La Biblioteca de Servitá, se realizó la presentación de los talentos ganadores dentro de la convocatoria Cumpleaños Usaquén 482 Años, que resalta la identidad patrimonial a través de las muestras culturales.
La agenda de actividades promovida por la Alcaldía Local ha incluido también el Festival Usaca Mujeres Tejedoras de Paz, el Festival de las Artes, Circuitos Agroalimentarios Sostenibles, Tejiendo con las Huertas Rurales y Urbanas de Usaquén, El Concierto Móvil en apoyo a la NO violencia contra las mujeres, las ferias de emprendimiento en los diferentes parques; y los eventos con motivo de la Navidad en Usaquén. Una gran movilización para generar oportunidades, y fortalecer el sentido de pertenencia con la comunidad.
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