ENIGMAS DE LA LITERATURA
La literatura plantea muchas veces enigmas, con o sin respuesta. A continuación, les propongo algunos para que los resuelvan en algún momento. Los acertijos pueden ser de solución inmediata, pueden llevar un tiempo más largo y, a veces, son preguntas que rondarán en nuestras mentes sin ninguna luz.
POR JACOBO VIVEROS GRANJA*
Lo que se dará a conocer hoy, es un juego para pasar el tiempo, un divertimento para ocupar los días tras la ventana. Es cierto que no hay tiempo para ello, pero como dicen las personas: “se puede hacer un espacio en las agendas”, ¿cómo se logra hacer un espacio para tener un tiempo?, eso es un misterio que debemos resolver.
Recordemos cuando Edipo en la tragedia de Sófocles debe descifrar las palabras de la esfinge, esta le pregunta lo siguiente (en la traducción de Juan Torres E.): “¿Qué es lo que es, en sí mismo, bípedo, trípedo y cuadrúpedo?”. Se dice que el acertijo dejaba sin palabras a los que se aventuraban a resolverlo, también se suele afirmar que era muy arriesgado provocar a la esfinge, pues si uno no tenía la solución, podía ser atacado por esta, hoy en día, la respuesta se encuentra fácilmente en el aire (algunos la llaman Red).
Las adivinanzas suelen (o solían) ser juegos (o retos) para los niños, sin embargo, observen que el planteamiento de un enigma es muy antiguo, y tal vez algunos no tengan respuesta o esta ya se ha perdido en el tiempo. Por lo general, esos enigmas de hace siglos tienen una atmósfera de sabiduría, como si pretendieran enseñar algo con frases ambiguas, de aquellas que un maestro le dice a un discípulo y uno no sabe si es una broma o algo muy profundo. ¿No creen ustedes que es muy raro que la gente diga cosas como “ese escritor es muy profundo”? cuando la profundidad es un atributo de lo espacial.
Comencemos por un texto del siglo X, el Libro de Exeter, está escrito en anglosajón o inglés antiguo, tiene un misterio famoso que podemos parafrasearlo así: ¿qué ladrón es aquel que se alimenta de las páginas de los libros, y por más que los devore, no se torna sabio? Piensen un momento en ello, tal vez en este caso, debamos investigar la historia de este libro, poco a poco irá apareciendo la respuesta.
Quiero proponerles ahora, unos acertijos sencillos que funcionan si recuerdan algunos textos literarios o evocan una información de ciertos autores, si les parece, los iré mencionando, el primero podría plantearse de este modo:
Hay un cuento que escribe una autora colombiana y está dedicado a Fina Torres, ¿cuál es el título de ese texto?
El segundo, se formularía así:
“Ya no sé quién fue víctima de quién” dice un narrador en un texto literario, la autora en 1937 tiene que ver con un “Viaje olvidado”.
El tercer enigma es muy breve:
Si el verano es hostigante, ¿a quiénes les pertenece?
Si desean, pueden detenerse un instante en la lectura y ahondar en sus recuerdos para llegar a la respuesta de cada uno, si esto no llegara a funcionar, pueden olvidarlos y con el tiempo las soluciones aparecerán, si nada de lo anterior es posible, un poco de investigación los conducirá a esa respuesta que el enigma plantea. Voy a dar la solución a los anteriores misterios, si quieren pueden confirmar sus sospechas con lo que se dirá a continuación, o pueden saltarse esta parte, si prefieren encontrar la información por su cuenta.
Ante la pregunta de la esfinge, Edipo contestará que es el hombre, ¿por qué razón? Porque al nacer gatea con sus piernas y brazos (es cuadrúpedo), al crecer se sostiene en sus dos piernas (de allí que sea bípedo), pero al envejecer el anciano requiere de un bastón que lo sostenga, por ello es trípedo. En cuanto al enigma del Libro de Exeter, ese ladrón que se alimenta de las hojas de un libro y no se hace sabio, es la polilla que en la oscuridad va devorando las hojas.
El cuento dedicado a Fina Torres, no es otro que “Oriane, tía Oriane”; mientras que, en el segundo caso, es Silvina Ocampo la escritora que en 1937 había publicado un libro llamado Viaje olvidado. Finalmente, volvemos a la literatura colombiana y recordamos a Fanny Buitrago quien escribe una novela llamada El hostigante verano de los dioses. ¿Es fácil entonces construir enigmas? Observen que sí, basta con tener una información concreta y luego transformarla en una pregunta donde uno de sus datos desaparezca. ¿Qué enigma quisieran ustedes proponer?
¿Dónde se pueden encontrar otros misterios que reten al lector cuando está inmerso en la literatura? Yo creería que los relatos clásicos policiales serían un buen ejercicio, una distracción tranquila, recuerden “La carta robada” de Edgar Allan Poe, alguien roba una carta, la policía no la encuentra, esculcan al ladrón, buscan en la casa de este minuciosamente, pero el objeto robado no aparece, ¿dónde se encuentra escondida dicha carta? Voy a darles la respuesta (pero ustedes ya la saben), estaba a la vista de todos, estaba en un lugar tan visible que los policías no creían que un ladrón pudiera dejarla tan a la vista, y por eso se volvía invisible a los ojos de todos.
Vamos a construir una adivinanza, van a ver que no es algo complejo, pensemos en un reloj, de aquellos que tienen manecillas, un horario, un minutero y un segundero. Luego recordemos su función evidente: señalar el paso del tiempo. Finalmente no perdamos de vista, que un reloj se asocia con el afán de cumplir todas las tareas del día, y la angustia de no poder hacerlo. Con esa información procedemos a escribir el enigma:
¿Qué objeto es aquel que no se detiene, del que dependemos cuando estamos con afán, y que no deja de inquietarnos con sus tres brazos?
Si alguien nos pregunta por qué la respuesta es el reloj, sería muy sencillo, el tiempo no se detiene, sigue su curso, estamos viendo a cada rato las horas cuando nos urgen cosas, por ello dependemos de él, y nos inquieta que pasen las horas tan rápido, pues las manecillas se mueven en nuestra mente más rápido cuando deseamos lo contrario, los tres brazos son dichas manecillas.
¿Cómo hemos de finalizar este escrito?, me parece que la literatura también puede mostrarnos enigmas cuya respuesta resulta desconocida y sólo nos queda preguntarnos cuál será la solución. Gabriela Mistral, en uno de sus poemas dice: “y tú eres un agua de cien ojos”, ¿qué quiso expresar con ello?, ¿por qué lo dijo de ese modo?, ¿es acaso por el personaje de la mitología griega que tiene cien ojos y se llama Argos? Por su parte, el poeta Luis Felipe de la Rosa escribe: “y se cubrió la selva de purpurino riego”, ¿por qué usó ese adjetivo?, ¿por qué la selva se cubrió de ello?
Es probable que nuestro mundo abunde en preguntas, es decir, que nuestra realidad cotidiana esté hecha de enigmas, Stephen Hawking comenzaba uno de sus libros con acertijos que cualquiera podría formularse y que quizás preocuparían a la ciencia, él anotaba lo siguiente: “¿Cuál es la naturaleza del tiempo? ¿Llegará éste alguna vez a un final?”.
A partir de lo anterior, podríamos inventar un nuevo juego, aquel en donde ideamos enigmas pero donde ni siquiera nosotros tenemos la respuesta, el juego radicaría en que aun sabiendo que no hay una solución, los participantes pensarían en el misterio y de repente encontrarían una posible forma de resolverlo. Como si en un instante todas las piezas sin sentido cuadraran. Por ejemplo:
¿Qué es aquello que sube cuando la lluvia cae y tiene una larga lengua?
He inventado sin pensar lo anterior, no sabría cuál es su solución, pero ustedes pueden pensar en el acertijo sin sentido, y en algún momento, tal vez, se les ocurra una forma de contestarlo. No creo que se deban tomar en serio las reflexiones de este artículo, más bien acéptenlas como una broma en la cual distraerse, los métodos para crear enigmas surgen mientras escribo esto, ¿qué tal si a partir de la propiedad de un objeto, generamos la falsa adivinanza? No olviden que son falsas adivinanzas aquellas que no tienen respuestas, porque ni siquiera quien las crea posee la solución.
Pienso en un fósforo, sé que al rasparlo en cierta superficie produce fuego. Ahora niego esa propiedad bajo el disfraz de un enigma:
Es posible encontrar los fósforos que por más que se intente no producen fuego, pues así fueron fabricados, ¿cómo los reconocerías simplemente viéndolos?
La literatura formula enigmas, es verdad, y sus respuestas son hipótesis, sospechas con las que viviremos pensando…
*Escritor y profesor universitario.
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