PAZ EN LA TORMENTA
Han aumentado los arranques de enojo en este tiempo, es la calamidad emocional y espiritual que provoca la pandemia. La clave es mantener la calma en medio del conflicto.
POR PASTOR RICK WARREN
El libro de Santiago fue escrito para animar a las personas que estaban pasando por severas presiones. Tiene 5 capítulos y 108 versículos cargados con ideas para sobrellevar crisis como la que atravesamos globalmente. El problema no es el enojo sino la expresión inapropiada del enojo.
Aprendamos a movernos cada día con serenidad, habilidad y confianza.
Proverbios 29:22. “El hombre de mal genio se mete en todo tipo de problemas”.
Estos son algunos pasos prácticos para reducir el nivel de enojo, la irritabilidad en nosotros y en quienes nos rodean.
- Considera el costo de la ira descontrolada. Proverbios 15:18. “El que se enoja fácilmente provoca discusiones”. Proverbios 14:29. “La ira hace que se cometan errores”. Proverbios 14:17. “El que se enoja pronto hace tonterías”. Cuando te gana el mal genio siempre vas a perder. Pierdes el respeto de los demás, puedes perder el amor de tu familia, tu trabajo, puedes hasta perder la salud. Nada destruye más rápido una relación que la ira. Por eso es que la Biblia dice: Proverbios 11:29. “El tonto que provoca la ira y el resentimiento de su familia, acaba perdiéndolo todo”. El primer paso para mantener la calma en una crisis es considerar el costo de la ira incontrolada.
- Decídete a manejarla. Es una decisión deliberada decir: controlo y manejo mi ira con la ayuda de Dios. Deja de poner excusas y acepta la responsabilidad por tus reacciones. Proverbios 29:11. “El bruto da rienda suelta a su enojo, pero el sabio se controla a sí mismo”. Enojarme es mi elección. Debemos trabajar en eso antes de que pase, no en el calor del momento.
- Reflexiona antes de actuar. Haz una pausa, detente, no respondas impulsivamente. Santiago 1:19-20. “Mis amados hermanos, todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere”. Es la forma en la que Dios nos trata. Él es lento para enojarse con nosotros, sus hijos. Ser prontos para escuchar, calma a las personas. Ser lentos para hablar, porque el control de la ira está básicamente en el control de la boca. Dominas tu temperamento al dominar tu lengua. Es conveniente esperar hasta que el enojo se calme. Entre más detienes tu mal genio te das más tiempo para reflexionar y pensar. Jefferson, el segundo presidente de Estados Unidos, decía: “Cuando te enojes cuenta hasta 10, y si estás muy enojado, cuenta hasta 100”. ¿Por qué? Porque en ese tiempo de espera te vas calmando. Si eres pronto para escuchar y lento para hablar, en automático serás lento para enojarte. Proverbios 19:11. “La sabiduría hace al hombre paciente”. Entre más entiendo mi ira, seré más comprensivo. Si reflexionas antes de reaccionar, podrás identificar claramente la razón de tu ira. Normalmente la causa principal de la ira es una de 3 emociones: dolor, frustración o miedo. Tenemos dolor cuando somos lastimados física o emocionalmente. La frustración causa ira, como cuando no podemos controlar una situación. El miedo a sentirnos amenazados, agredidos; entre más inseguro, más enojado estaré. Puedes orar en silencio: Salmos 141:3. “Señor, ayúdame a controlar mi boca, ayúdame a tener cuidado con lo que digo”.
- Descargar mi ira apropiadamente. Efesios 4:26. “No permitan que la ira los haga cometer pecados”. La mayoría de nosotros expresamos la ira de una manera que nos aleja de la meta. No nos acerca a donde queremos: a sanar una herida, a una frustración resuelta, o a temores aliviados. Nos lleva por otro camino. Tenemos una fábrica de ira dentro de nosotros, es la naturaleza humana. Investigaciones demuestran que la ira produce más ira. La agresión más agresión. Pensamos que nos sentiremos mejor si la sacamos toda, pero en realidad se convierte en un hábito. Proverbios 15:1. “La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego”. Si intencionalmente bajas el tono de tu voz, gradualmente baja la intensidad de tu ira. No la reprimas, solo admite que estás enojado y examina cuál es la causa. ¿Estoy lastimado, muy frustrado, con mucho miedo?
- Reprogramar mi mente. Si aprendiste a enojarte, puedes desaprender. Romanos 12:2. “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien, dejen que Dios los transforme en personas nuevas, al cambiarles la manera de pensar”. Debemos reprogramar nuestra mente. Tus pensamientos marcan tus emociones y tus emociones, determinan tus acciones.
Las neuronas espejo del cerebro, según los científicos, nos llevan a imitar la reacción de otros; si alguien grita, tú gritas. La ira es contagiosa. Proverbios 22:24-25. “No te hagas amigo de la gente irritable ni te juntes con los que pierden los estribos con facilidad, porque aprenderás a ser como ellos”. La ira sin control está lastimando familias.
- Pedir a Dios que me dé su amor. Si estoy lleno del amor de Dios, casi nada me hará enojar, este es el secreto para manejar la ira. Si, por el contrario, estoy lleno de ira, casi todo me hará enojar. Romanos 15:5. “La paciencia y el ánimo vienen de Dios. Le pido a Él que les conceda vivir en armonía unos con otros como quiere Jesucristo”. Tu relación con Cristo dictará lo paciente que eres, lo bien que dominarás la ira en tu vida. Podemos cambiar con el amor de Dios en nosotros. La tensión y el enojo van juntos, por eso hay epidemia de irritabilidad durante la pandemia. Gálatas 5:22. “El fruto del Espíritu es paciencia”, así nos ayuda Dios a manejar esta crisis. Pero debemos buscar la raíz. Mateo 12:34. “Jesús dijo: lo que está en el corazón determina lo que uno dice”. El problema no es mi lengua sino lo que hay en mi corazón. Por ejemplo, alguien con una lengua áspera, revela un corazón enojado. Alguien con una lengua negativa, revela un corazón temeroso. Alguien con una lengua presuntuosa, revela un corazón inseguro. Alguien con una lengua hiperactiva que habla todo el tiempo, revela un corazón inestable. Alguien con una lengua que juzga, revela un corazón con culpa. Alguien con una lengua de crítica, revela un corazón amargado. Alguien con una lengua sucia, revela un corazón impuro. Por el contrario, una lengua que siempre da palabras de ánimo, revela un corazón feliz. Alguien con una lengua apacible revela un corazón amoroso. Alguien con una lengua controlada, revela un corazón en paz.
Tú y yo necesitamos un nuevo corazón. Jesús puede sanar tu corazón lastimado con su amor. Si te has sentido rechazado, abusado o no amado, debes saber que a Dios le importa tu dolor. Jesús puede cambiar tu corazón frustrado con su paz, Él puede transformar tu corazón inseguro con su poder. Cuando comienzas a sentirte seguro en el amor de Dios, tu irritabilidad se acaba.
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