MUSEO EDGAR NEGRET: EL LEGADO DE UN GENIO

MUSEO EDGAR NEGRET: EL LEGADO DE UN GENIO

La pasión creadora del maestro payanés Edgar Negret lo condujo por un proceso de constante evolución, con una rigurosa disciplina en el ejercicio místico del arte. Su poderoso talento artístico, marcado por un pensamiento matemático, lo llevó a explorar geometrías y universos impregnados de simbologías.  Su obra recorre el mundo en los más prestigiosos escenarios y él pasa a la historia como uno de los grandes escultores contemporáneos.

POR MARÍA CRISTINA GUERRERO S.

FOTOS JUAN CARLOS GUERRERO BELTRÁN Y ARCHIVO PARTICULAR

Maestro Edgar Negret

“El Maestro Edgar Negret merece ser recordado y admirado como lo que es: un genio de la época. Alguna vez él expresó que su obra y su nombre van a retomar el lugar que merecen, porque una verdad no se puede ocultar para siempre”, comenta Edgar Buitrago, coleccionista, heredero y director del Museo Edgar Negret. Hablamos con él para rendirle homenaje a este artista sin fronteras.

¿Cómo percibe la obra del Maestro Edgar Negret?

Pues la veo muy como su vida, como veo las etapas que reflejan los diferentes momentos de su existencia, desde sus años en Popayán, al lado su primer maestro Jorge Oteiza, que es quien le abre los ojos para viajar al mundo y ver cómo funciona el arte en los grandes museos. Su obra, desde entonces, siempre en constante cambio y evolución, sujeta a sus primeros descubrimientos. Nada fue al azar. Su producción, a lo largo de su proceso creativo, desarrolló una obra muy concreta como él mismo decía. Una obra muy espacial, muy geométrica, más aún en sus últimas décadas. En sus inicios en la escuela de Bellas Artes tuvo un trabajo muy figurativo y con el tiempo terminó en un arte disruptivo, que le dio el lugar de privilegio a su obra magistral.

¿Qué es lo que más admira del Maestro Negret como artista y como ser humano?

Admiro su férrea dedicación, su persistencia, que, de hecho, es de las cosas más difíciles, mantener la constancia, la disciplina impecable, con la determinación y el temple que lo caracterizaban. En ese aspecto, admiro su forma de ser, la mística y pasión con la que él se entregaba a su obra. En su parte humana, siempre fue un abuelo muy cariñoso, alcahueta, me consentía mucho, un ser impecable para mí. Aunque sé que tenía un carácter rígido, estricto y serio con sus colaboradores, entre quienes se encontraba mi padre, Rodolfo Buitrago; a ellos les exigía al máximo, lo que él dijera se debía cumplir, era un rasgo de su perfeccionismo matemático, y si alguien no daba la talla, no dudaba en prescindir de su servicio.

¿Cuántos años compartió con el maestro?

Desde que nací hasta mis 24 años. Él me quiso adoptar pero mis padres no aceptaron, entonces pidió ser mi padrino y que yo llevara su nombre. Me habían bautizado como Michael David, y a los 2 años me cambiaron el nombre. Con mi hermano Juan Andrés crecimos jugando en el taller, acompañando al Maestro en sus eventos y los fines de semana compartíamos en familia en la casa que él tenía en Silvania, Cundinamarca. Recuerdo especialmente el día que el presidente César Gaviria le hizo un homenaje a Negret. Nos recogieron en limusina, yo iba entretenido jugando con un teléfono que había dentro del vehículo, cuando llegamos al aeropuerto, subimos al avión privado y viajamos con la primera dama, doña Ana Milena, y con su hija María Paz. Luego asistimos a una reunión larguísima en la que estaban programadas horas interminables de discursos, mi abuelo y yo quedamos extenuados y salimos en todas las fotos con las caras largas por el pesado aburrimiento.

Siempre conté con su apoyo incondicional y estudié varias cosas. Hice un par de semestres de Bellas Artes en la Tadeo, luego me dio el arrebato de irme para Australia y allá aprendí carpintería, inglés y peluquería. Viví un año en Boston, y cuando regresé a Colombia empecé a estudiar Ingeniería de Sonido, ya en el colegio había tomado clases de guitarra, muy inclinado siempre por la música. En uno de mis viajes a Hollywood conocí los estudios de grabación y me pareció un universo fascinante, quería implementarlo acá, pero se nos vino encima la pandemia y todo se frustró.

¿Cuál considera que fue el momento cumbre en la vida artística del Maestro Edgar Negret?

Pienso que tuvo muchos momentos de gloria y que los va a seguir teniendo. En los 80 y 90 su obra se estaba vendiendo muy bien en Colombia y en el exterior. A principios del 2000 también tuvo unos momentos interesantes. Cuando él regresó a Colombia, luego de 15 años de vivir en París, en Nueva York y en Mallorca, fue muy cuestionado, no entendían su obra, aquí estaban acostumbrados al arte convencional y lo de él era una ruptura total. Mi abuelo siempre se describía como una persona barroca y exuberante. La suntuosidad quedó retratada en la grandilocuencia de las líneas tridimensionales que creó con la precisión de un relojero y la exactitud de un geómetra. Su propuesta artística fue un golpe para la generación de ese entonces. Entre los pocos que claramente hacían buenos comentarios a su trabajo se encontraban Marta Traba y Fausto Panesso. Luego todos le dieron valor y reconocimiento, y seguirán dándose buenos momentos en los que su obra va a estar nuevamente en la cumbre.

Específicamente, ¿qué le criticaban en esa época?

Yo diría, por los datos que Negret cuenta, que señalaban al aluminio como un material de lavar y planchar, como él mismo decía, un material que está en todas partes, en las máquinas, en los procesos industriales, pero no le habían dado un uso de llevarlo a otro nivel y convertirlo en arte. Representaba un choque muy fuerte para la cultura colombiana, ver unas piezas hechas en aluminio, a las que posiblemente ellos no le encontraron mucho sentido, hasta que vitalmente Negret se respaldó de la crítica de museos de Nueva York, de bienales internacionales y de grandes conocedores del arte en el mundo. Fue inevitable ver la maravilla, lo perfecto, detallista y lo ingenioso de su arte. Su trabajo también tiene mucha influencia política. Su homenaje a Galán, por ejemplo, causó mucha polémica en ese entonces. Negret siempre fue una persona muy racional, muy política, sabía la situación por la que el país atravesaba, y el arte está sujeto a lo que ocurre, no puede ser indiferente.  De hecho, el arte representa cada periodo en la historia de la humanidad, el movimiento clásico, el renacentista, el pop… todo ha tenido un momento y un lugar en los que se han desarrollado ciertas músicas y tendencias, y así debe ser porque el arte es la manifestación de nuestra esencia.

¿Qué es lo que todos deberíamos saber sobre la obra del Maestro Negret?

Negret siempre quiso decir muchas cosas con su talento prodigioso. Cada una de sus obras cuenta una historia. En cierta etapa Negrete decidió quedarse con los mitos y las leyendas de las culturas precolombinas y ahí fue cuando se metió de cabeza para investigar acerca de estas civilizaciones de la cuales proviene. Descubrió una tatarabuela inca, resultó ser descendiente de Atahualpa, ellos fueron sus antepasados hace más de doce generaciones atrás. Esa temática andina que le tocó tanto, que le llegó tan hondo, me parece que es algo digno de admirar, porque no muchos nos sentimos orgullosos de nuestras raíces y vivimos con la expectativa de las tendencias que vienen de afuera. Negret, por el contrario, se sentía muy orgulloso de lo que él era, por su gotica de descendencia del emperador inca. Para mí él fue el último emperador inca. Es un artista que siempre está hablando de diferentes simbologías en su obra, y ese tema le tocó muy profundamente y, como él decía en sus entrevistas, sentía que por sus venas corría esa gotica de sangre inca que tanto lo identifica.

Cuando él hace este descubrimiento sus parientes habían fallecido. Quedaba su hermana, con la que siempre mantuvo contacto. Incluso ella vivió en esta casa donde funciona el museo. Eran muy unidos y les gustaba rememorar sus tiempos en Popayán, hablar de mamá, de papá y de todas sus vivencias. Su padre murió cuando Negret hizo sus primeros viajes a Europa. Él siempre quiso que su hijo fuera artista, escritor o poeta, así es que Negret cumplió con sus expectativas y siempre lo apoyaron. De otro lado, el maestro era muy independiente y trabajador, cuando joven desempeñó varios oficios que no necesariamente tuvieron que ver con el arte, alguna vez trabajó en una barbería, él no se varaba, era muy aplicado, disciplinado e inquieto. Cuando decidió irse del país sus hermanos decían, “él va a estar 8 días y se devuelve”, y resulta que volvió después de 15 años. Con el tiempo, cuando se fue quedando solo porque ya su gente había partido, Negret se apegó a su nueva familia elegida, conformada por toda la gente que estaba a su alrededor apoyándolo. Mi papá era como su hijo y yo soy su nieto. También quiso mucho a sus otros ayudantes, a los que les dejó también su parte en el testamento.

El Maestro decía: “Algún día descubrirán mi obra”, ¿existía un sinsabor de su parte?

Los artistas pasan por momentos difíciles, sobre todo en sus comienzos. Yo creo que él se refería a un periodo específico de su carrera. Siento que aún hoy, la obra del Maestro guarda secretos y los misterios mantienen vigente el arte. Él usa ciertos códigos en su obra que todavía no han sido ciento por ciento descifrados. Por ejemplo, en la época en que habla del sistema contable de los Incas, es complejísimo porque él profundiza en los quipus, que es un tema complicadísimo porque ellos llevaban sus cuentas matemáticas por ese sistema que era como su notebook, sus agendas en las que anotaban datos y ecuaciones, un poco de todo. Los quipus no se han logrado descifrar del todo porque son muy complejos. En sus obras él plantea el sistema de los quipus en diferentes proporciones, con diversos nudos y cada uno representa una cifra dependiendo si está ubicado en las unidades, en las decenas o en las centenas, ahí están planteadas unas cifras que si se profundiza en el tema van a dar como resultado un número.

Edgar Buitrago, coleccionista de arte, heredero y director del Museo Edgar Negret.

¿Qué representa haber sido elegido como el principal heredero de su obra?

Me siento muy orgulloso y muy feliz de poder ayudar a conservar todo este legado maravilloso, siento que es una gran misión y no es sencillo, no ha sido fácil, pero me siento muy acompañado por él y por su obra, de su berraquera para poder continuar y seguir llevando las obras a los museos más importantes del mundo como él lo venía haciendo, seguir vigente y vibrante haciendo estruendo siempre.  Negret es un artista reconocido aquí y en los cinco continentes. Él ya había abierto un grandioso camino en todo este largo trecho de posicionarse en la escena artística mundial y logró que su nombre retumbara. Nos queda el compromiso de continuar, conservar y proteger su obra y su legado, todo lo que un artista de su dimensión representa. Es fascinante, cada día es una nueva aventura, un nuevo challenge por completar, un nuevo reto, con él acompañándome desde donde quiera que se encuentre.

El 11 de octubre se cumple un nuevo aniversario. 112 años de su natalicio y 13 años de su partida. ¿Qué planean realizar en esta celebración y conmemoración?

Siempre organizamos un sentido homenaje a su vida y obra. Abrimos las puertas del museo de manera gratuita para todo el público, ofrecemos una copa de vino y música clásica en vivo. El mismo día que trasciende es también el día de su nacimiento. Fue perfecto, milimétrico y matemático hasta en eso, parecería que lo tuviera calculado.

¿Quiénes eran los artistas más cercanos del Maestro?

En la época que vivió en Nueva York y en París tuvo un grupo de artistas muy cercano, al igual que aquí cuando regresó a Colombia. En Nueva York conoció escultores como Louise Nevelson, que se convirtió en una de sus mejores amigas. La conoció en su primera visita a la Capital del Mundo, entre 1949 y 1950. Hay quienes dicen que Nevelson desempeñó un papel destacado en el desarrollo artístico de Negret en Nueva York. En esta ciudad también compartió en muchas ocasiones con Eduardo Ramírez Villamizar. Los maestros de Negret exponían con regularidad en el Clay Club Sculpture Center, donde él estudiaba. Alexander Calder, era uno de ellos, y mi abuelo tuvo el privilegio de participar en una muestra colectiva junto a él. También frecuentaba a Ibram Lassaw y David Smith. En París, visitó en varias oportunidades los talleres de Constantin Brancusi, de Jack Youngerman, Ellsworth Kelly, Agnes Martin, entre otros. En Colombia, era cercano de Alejandro Obregón, y fue muy amigo del maestro Enrique Grau, se notaba el afecto que se tenían. Con Carlos Rojas también coincidían en exposiciones y eventos.

¿A quiénes consideraba él como sus referentes?

Sentía profunda admiración por Antoni Gaudí; él decía que, gracias a las formas interminables de este artista, él había podido resolver muchas inquietudes que le angustiaban en su obra. Adoraba a Alexander Calder. Desde la primera visita a Nueva York quedó fascinado con su obra. Calder, de hecho, usa una paleta de colores y unos rojos muy similares. También le gustó que Calder implementó los tornillos en sus obras, en sus móviles.

Negret en algún momento quiso deshacerse del tornillo porque no le cuadraba, no sabía cómo hacerlo desaparecer, y luego resolvió que era mejor dejarlo a la vista. Cuando se dio cuenta de que Calder utilizaba los tornillos en sus móviles, esto le confirmó que funcionaban al descubierto. Él lo admiraba mucho, decía que sus piezas son obras mágicas que flotan en el aire, y no hay necesidad de moverse para apreciarlas en toda su estructura. También Henry Moore le abre los ojos. Y fue un sueño cumplido para él cuando visitó por primera vez a Brancusi.

¿Cómo fue crecer al lado de un genio?

Han sido diferente etapas las que he vivido. De niño no dimensionaba a quién tenía al lado. Siempre lo vi como mi abuelo, muy amoroso, muy consentidor. Con el paso del tiempo fui cambiando mi percepción, con el mismo afecto pero también con un enorme respeto y admiración por su talento. Era una persona que vivía pendiente del bienestar de sus personas cercanas, como lo fuimos con mi familia. Lo considero un genio de su época, a la altura de Da Vinci. Él dedicó su vida a amar y a trabajar en su arte. 

¿Cómo fueron los últimos días del Maestro?

Negret murió en esta, su casa museo, a los 92 años. Se juntaron varias dolencias, se le género un tumor en la cabeza muy grande, terminó teniendo una cabeza del tamaño de dos pelotas de fútbol. A esa edad, él ya no quería que lo martirizaran, además tenía problemas con la orina debido a cálculos, y él que siempre tuvo una dentadura impecable, al final se quedó sin dientecitos, y la alimentación se complicó. Mi padre fue de los más entregados, estuvo muy dedicado a cuidarlo.

¿Cuáles fueron las obras más importantes del Maestro Edgar Negret?

En cada etapa hay piezas o series muy destacadas: el sol, el maíz, la mariposa, los quipus, los tejidos, los espejos de agua, acoplamientos, eclipses, escaleras, los aparatos mágicos y los calendarios, entre otros, son las más conocidas. Pero hay otras que no se han dado tanto a la luz y que son muy significativas tanto para el artista como para los grandes coleccionistas.

www.edgarnegretmuseum.com

Juan Andrés, Edgar, y el Maestro Negret.

Juan Andrés, hermano de Edgar Buitrago, describe las variaciones estilísticas, conceptuales y temáticas del gran escultor de América, el Maestro Edgar Negret:

“Las obras del Maestro Negret son atemporales. En sus inicios trabajó el yeso con temáticas y motivos religiosos, influenciado por sus raíces en la capital del Cauca. Su maestro en la Escuela de Bellas Artes, Jorge Oteiza, lo introduce en la escultura moderna, principalmente con influencia de Henry Moore.

En 1956, con una beca de la UNESCO, investiga y explora en las culturas indígenas del oeste americano (los indios Pueblo y los indios Navajo). Allí se encuentra con la Kachina, una muñeca totémica en madera y esto lo impulsó a realizar su versión en la escultura Kachina, una pieza construida con delgadas y maleables láminas en aluminio, que se convertirá para el artista en su material expresivo. Los tornillos y las tuercas adquieren protagonismo, son parte de la obra y no un vehículo de unión.

Llega en 1957 a Nueva York y crea la serie Aparatos Mágicos en la que combina la máquina con lo mítico y ensambla con tuercas aún discretas. En París, influenciado por Constantin Brancusi, desarrolla en lo abstracto la carga espiritual de su propuesta artística.

Posteriormente, en Mallorca, España, inspirado en el trabajo de los herreros baleares, realiza sus primeras obras en hierro forjado y policromado. El maestro descubre su gotica de sangre indígena y esto lo llevó a hacer un homenaje a estas culturas precolombinas. Incorpora el concepto de los Quipus (la escritura secreta de los Incas) y con ello simboliza el saqueo y la destrucción de estas civilizaciones ancestrales. Los quipus eran cuerdas de algodón o lana, que tenían nudos, y cada nudo un significado. Era un relato utilizado como sistema contable. En este periodo están presentes los mitos incas, mayas y aztecas. La escultura de la Serpiente Emplumada que le roba el maíz a los dioses para entregárselo al hombre y así volverlos hombres de maíz. Es cuando introduce el color exuberante del arco iris (los colores que identificaban al inca) que definieron esta etapa de su creación artística.

En la serie Mariposas la escultura pierde masa en favor del espacio, las obras adquieren movimiento y parecen volar”.

La evolución en su técnica lo llevó a curvar el aluminio para hacer tangible el vacío como materia escultórica, una relación de opuestos, la dialéctica entre el vacío como generador de volumen, y el volumen como contenedor del vacío. Con una repetición modular, estructurada desde el interior en diferentes posiciones, logra una composición dinámica que sugiere movimientos suaves y cadenciosos. 

Desde el recurso cotidiano que representaban en sus inicios los materiales industriales, él concibió con su prodigioso talento un medio para esculpir su imaginación y su monumental creatividad.

“Edgar Negret se ha ganado a pulso un sitial de honor como uno de los creadores plásticos más originales del mundo. Su trayectoria personal, coherente y sólida, le ha deparado con justo merecimiento un amplio y consistente prestigio internacional”. José María Salvador (De la máquina al mito. 1991)

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