La sorprendente psicogenealogía de Vincent Van Gogh
Albert Einstein, uno de los científicos más reconocidos mundialmente, expresó: “Dios no juega a los dados”, haciendo referencia a que todos los fenómenos cósmicos, terrestres y humanos están mediados por leyes que rigen en todo el universo.
POR MARTHA LUCÍA RAMÍREZ
ESPECIALISTA EN DESARROLLO HUMANO
EXPERTA EN PSICOGENEALOGÍA Y PSICOENERGÉTICA
FOTOS MUSEO VAN GOGH, AMSTERDAM (FUNDACIÓN VINCENT VAN GOGH)
Una de las situaciones más complejas e inquietantes para el ser humano es la relacionada con los acontecimientos y sucesos que ocurren inesperada e inexplicablemente en el transcurso de su vida, los cuales son asociados comúnmente a fuerzas sobrenaturales o a designios divinos llamados popularmente “Hado” o “Destino”.
En medio de tantas noticias caóticas relacionadas con el drama humano y sus consecuencias en la sociedad, alguna vez te has detenido a pensar cómo en un universo como éste, donde todo está perfectamente correlacionado, ¿las vidas humanas estarían en disrupción total frente al orden natural? ¿Qué pasaría entonces si como humanidad abandonáramos la mentalidad determinista y contempláramos la idea de que a través de la ciencia se pudieran explicar estos sucesos que determinan la vida de los seres humanos, y a través de la misma ciencia, se lograran prevenir o resolver, así como se han podido advertir las grandes epidemias que han afectado a la humanidad? ¿Qué tal si a través de procedimientos muy específicos consiguiéramos erradicar la inequidad, la violencia y las principales causas del sufrimiento humano?
Leopold Szondi, psiquiatra y psicoanalista húngaro (1893-1986), a través de sus investigaciones concluyó que existe en la psiquis humana un fragmento que denominó el Inconsciente Familiar, que se hereda genéticamente y está relacionado con la información transgeneracional, que nos afecta y que estaría determinando nuestra vida a través de lo que él denomina “destino obligado”, de tal manera que no solo heredaríamos las características morfofisiológicas de nuestros ancestros, sino también sus amores y odios, sus conflictos personales no resueltos, sus traumas, y sus estados emocionales compulsivos. Esta teoría fundamentó la base de la actual Psicogenealogía, herramienta que permite identificar patrones repetitivos en los árboles genealógicos generados por mandatos o lealtades familiares, fechas coincidentes para explicar hechos recurrentes, estados emocionales inexplicables como la depresión, la ansiedad, el estrés, y hasta condiciones como el autismo, la bipolaridad y la esquizofrenia. Alejandro Jodorowsky, uno de los principales representantes contemporáneos de esta disciplina, quién ha alcanzado resultados extraordinarios en cientos de consultantes ha manifestado: “Si el Psicoanálisis fue la gran revolución del siglo XX, la Psicogenealogía está destinada a serlo en este siglo XXI”.
En mi práctica cotidiana terapéutica la Psicogenealogía representa la resolución del 80% de los conflictos y enfermedades para los pacientes, y a mí esta apasionante ciencia me lleva a entender cada vez más la mente humana y a admirar el misterio de la creación.
El sustituto
A continuación, les comparto, a grandes rasgos, el análisis psicogenealógico del pintor Vincent Van Gogh (1853- 1890), cuya corta vida estuvo siempre marcada por la tristeza profunda, la incomprensión, la soledad y la frustración. Vincent nació el 30 de marzo de 1853; fue el segundo hijo de Theodorus Van Gogh y de Anna Cornelia Carbentus, el primer hijo de la pareja nació muerto un año antes, justo el mismo día 30 de marzo del año 1852 y se llamaba también Vincent Van Gogh. Esta situación determina en la psiquis de una persona el mandato familiar de “estar muerto”, al ocupar el lugar de un yaciente, y en el caso de este brillante pintor, además, el mandato de “ser un sustituto” y de nunca “ser reconocido”, situación que se agrava debido a que un tío paterno, su abuelo paterno, y su hermano menor, también se llamaban Vincent, es decir, tenía el mandato psíquico de “tener que ser como ellos”, desde un nivel inconsciente, por supuesto.
Veamos entonces cómo estos mandatos familiares determinaron el “destino” de Van Gogh: Su posición existencial de base es estar muerto en vida, por eso la profunda tristeza y soledad que lo acompañaron hasta su trágico final, llevándolo al suicidio o al homicidio involuntario, no se sabe con certeza qué pasó. El hecho de llevar el nombre de ancestros repercute directamente en el desarrollo de su identidad donde el mandato es “tener que ser”, en este caso, como su tío Vincent Van Gogh, conocido como el tío Cent, quien era un destacado galerista de arte, de ahí la orientación vocacional de nuestro artista; ellos trabajaron un tiempo juntos pero debido al carácter difícil y al temperamento fuerte de Van Gogh rompieron relaciones. Este rasgo de su personalidad se evidenció desde pequeño y le causó muchos inconvenientes en sus relaciones interpersonales y laborales, pero ¿cómo no sentir rabia y frustración si desde el nacimiento no puedes ser tú mismo? La única relación significativa la sostuvo con su hermano 4 años menor, llamado Theodorus, como su padre, y quien desempeñó justamente el papel de protector, cuidador y benefactor de Van Gogh, asumiendo completamente el rol paterno a pesar de ser menor que él.
Vincent Van Gogh fue profundamente religioso y decía que “estaba obligado a creer en Dios para poder soportar tantas desgracias”. Para un “muerto en vida” todo se ve oscuro, lúgubre, pesado y angustiante, y así lo plasmó en sus primeras obras. A la edad de 28 años se enamoró obsesivamente de una prima llamada Cornelia Adriana, quien acababa de enviudar y a la cual le propuso matrimonio inmediatamente. Analicemos detenidamente este evento desde la lupa de la Psicogenealogía: como lo dije antes, su modelo psíquico de desarrollo era su tío Vincent cuya esposa se llamaba Cornelia, de tal manera que, para el subconsciente de Van Gogh, su prima que tenía el mismo nombre de la esposa de su tío, resultaba la pareja perfecta, siguiendo el mandato de “tener que ser como su tío”, y al ser ella viuda podía reforzar su posición existencial de “yaciente”, pretendiendo ocupar el lugar del muerto. La familia se opuso rotundamente y nunca se pudo casar con ella.
Durante la primavera de 1885, es decir a sus 32 años, y 33 de su primer hermano muerto, al que él sustituyó, pintó su primera gran obra. Hay que tener en cuenta que para una persona con tanta angustia existencial como la de él y aferrada a la religión como fuente generadora de alivio psíquico, la figura de Jesús se convierte en un arquetipo o modelo de desarrollo desde la fracción psicoespiritual de la mente humana, esto explicaría una especie de muerte y renacimiento interior que para el que se percibía “muerto” representaría pasar a la vida, y es lo que se nota en su obra, ya que a partir de este momento se torna colorida, brillante, fuerte y enfocada a la naturaleza, denotando una liberación psíquica y creativa. En esta etapa de su vida se encontraba en París compartiendo con los principales representantes del impresionismo, sin embargo, su obra que ejerció una influencia decisiva en el arte del siglo XX, sentó las bases del expresionismo.
Sus perturbaciones psicológicas lo llevaron varias veces al hospital mental, y no se podía esperar menos debido a toda la situación antes descrita, que en cualquier persona genera una tensión interior permanente y agobiante. Por último, dando cumplimiento a su mandato familiar de nacimiento de ser un sustituto, generando en su psiquismo la orden de “no ser reconocido”, él no podía reconocerse ni sentirse a sí mismo, de ahí que pintó 43 autorretratos en el transcurso de su vida, esta situación generó también su condición de no ser reconocida su obra ni su genio creador. Un año después de su muerte la obra de Vincent Van Gogh salió a la luz pública y desde entonces ha sido reconocido a través de la historia unánimemente como uno de los grandes genios de la pintura moderna.
“Nuestro destino no está escrito en las estrellas… está escrito en nuestros genes”.
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