La primavera de Lorena Meritano

Hace dos años, al hacerse el autoexamen, encontró un nódulo en su seno y de inmediato inició el tratamiento para eliminar el cáncer. Se sometió a seis cirugías. Hoy está sana, renovada, tranquila y con más ganas de actuar, vivir, viajar y enamorarse…

Por David Acosta

Fotos Flor Jacobs / Maquillaje: Cami Borsoi / Peinado: José Gauna

En mitad de la primavera en Buenos Aires (Argentina), con el reverdecer de los árboles y con la brisa que desde el puerto refresca la ciudad, esta imponente mujer de 1.80 metros de estatura y ojos verdes, hincha futbolera de River Plate, profesora de danza, presentadora y, primero que todo, actriz: Lorena Meritano, vive y disfruta su propio renacer.

“Amo la primavera… es una de las épocas más lindas del año, en la que todo vuelve a florecer. Invita a tomar helado, a pasear, a comer, a caminar, a disfrutar de esta bella vida. Después del duro invierno que he pasado, ahora estoy rodeada de familia, de amigos, de mucha gente que está lejos pero, a pesar de la distancia, su cariño se puede sentir, te contiene, te abraza, inclusive el de la gente que no conozco, pero que lo manifiesta. Y rodeada del amor de Dios, de vida y de ganas de vivir por dentro y por fuera”… Y en su voz es notoria la emoción.

Vestido: Jorge Sandoval

¿Está superada la enfermedad por completo?

Estoy en la etapa de remisión (en la que los síntomas y signos de cáncer se han reducido o desaparecido), que empieza cuando termina el tratamiento. En mi caso fueron varias cirugías y la quimioterapia. Recién llevo un año y siento que cumplí un año de vida, pero muy complicado física, espiritual y emocionalmente. Tuve un susto al comienzo de este año, porque aparecieron nuevos nódulos, pero se tomaron las biopsias y gracias a Dios el resultado fue negativo. En la etapa de remisión te hablan de un periodo de cinco años para que el “maestro”, como yo lo llamo, no vuelva a aparecer.

¿Entonces el riesgo es latente?

Cada tres y seis meses debo seguir controles oncológicos y ginecológicos exhaustivos y le pido a Dios llegar a esos cinco famosos años… ya cumplí uno. Y luego llegar a 10 años, un tiempo que ya te da una mayor probabilidad de vivir muchos años más. Después de acabar el tratamiento, cada control es terrible, porque vuelven todos los miedos, todos los pánicos, por saber si esto ya pasó. Es mentira decir que lo venciste. No me identifico con la gente que habla de luchar y de vencer al cáncer. Solo hay que aferrarse a Dios y estar preparados para recibir la noticia que sea. Afortunadamente hasta ahora todo ha ido bien. Pero es mejor vivir un día a la vez. Es más sano.

Vestuario y accesorios: Romina Brunelli

¿El día que el médico confirma el diagnóstico de cáncer es el más difícil?

El momento es como una patada en la boca del estómago, que te deja sin aire,  porque nunca te lo esperas, por más que tu mamá haya tenido cáncer, que tu papá haya muerto de cáncer y que tus abuelos hayan tenido cáncer, siempre fui muy juiciosa con mis controles. Y, además, me pasó justo en un momento que estaba siendo muy lindo emocionalmente en mi vida. En ese momento no sufrí mucho porque aboqué mi energía en practicarme los exámenes para ver si había metástasis. Después vino la primera cirugía para extraer los tumores, a los 15 días me sacaron la mama y los ganglios, después empezó la quimioterapia y también me extirparon el otro seno y los ovarios. Esos son los momentos duros.

‘CARA A CARA CON LA MUERTE’

“Toda la etapa de la quimioterapia fue la más dura. No poder trabajar, y en vez de sentir que estás sanando, sentís lo contrario, porque el efecto secundario es residual y cada vez te vas sintiendo peor. Porque la quimioterapia es como un veneno, que te mata todo lo malo, pero también es desgastador y te pone cara a cara con la muerte y las miserias. Y por más que te dicen que eso va a pasar, estás conviviendo con la muerte todo el tiempo. Cada semana te hacen exámenes para ver si podés continuar el tratamiento o no”.

¿Recurrió a otras alternativas y métodos de curación?

Todo suma y recurrí a muchísimos: la homeopatía, la medicina china, el reiki, la reflexología y el cambio de alimentación drástico, porque con la alimentación se pueden prevenir y curar muchas enfermedades. Somos lo que comemos. Por eso abandoné los lácteos, el azúcar, la sal. Uno aprende sobre cómo se alimentan este tipo de células cancerosas y cómo se pueden generar si uno se alimenta mal. Lo mejor es tener hábitos saludables, hacer ejercicio, no fumar, no drogarse. La medicina te ayuda a curar el cuerpo, pero hay un montón de otras cosas que te ayudan a sanar. Porque cuando vos te enfermas, es algo emocional que está hablándole al cuerpo.

¿También se aferró a la fe?

La fe en Dios y en el poder de la oración. Hay mucha gente, en muchos lugares, que oró por mí. Creo que eso me ayudó muchísimo y se los agradeceré, ojalá, muchos años más de mi vida. Y algo que para mí ha sido fundamental y que recomiendo es el apoyo de los sicólogos. Son personas que tienen herramientas que te pueden ayudar, no a superar, sino a atravesar cualquier tipo de crisis o momentos complicados, porque hay cosas con las que tienes que convivir toda la vida.

¿Aún hay ignorancia frente al cáncer?

Hay prejuicios, desinformación, inconsciencia. A pesar de que los gobiernos bajan mensajes bastante contundentes a nivel de políticas de salud, aún hay ignorancia y miedo. El miedo debería ser no hacerte los exámenes. Me aterran los mensajes que me llegan a través de mis redes sociales, como los de mujeres a las que los maridos por machismo no las dejan hacerse los controles. O los prejuicios de los hombres, porque solo el 1 ó 2 por ciento puede llegar a desarrollar cáncer de mama, pero vos lamentablemente podés entrar en ese porcentaje. Entonces tenés que aprender a hacer tu autoexamen.

¿Es la creencia popular de que a uno no le va a pasar?

Por eso trato de transmitir este mensaje: lo primero es la salud y es muy fácil prevenir, detectar y hacerte los autocontroles. Son cosas que están al alcance de todos y de manera gratuita en los hospitales públicos. Después de la segunda mastectomía publiqué una foto en Instagram. Porque una imagen vale más que mil palabras y el mensaje era contundente: prevenir y detectar a tiempo te puede salvar la vida, que no te pase esto a vos. Yo insisto en que “lo esencial es invisible a los ojos”. Lo puedo decir hoy porque lo viví. Por más que me quitaron los senos, se me cayó el pelo, perdí peso, perdí las cejas y la fuerza, nunca me sentí menos persona o menos guapa. Realmente la fortaleza que necesitas para vivir no es un pelo bonito o una cola bonita, es otro tipo de belleza para afrontar cualquier inconveniente en la vida.

¿Exponer su condición en público la afectó de alguna manera?

He sentido mucho respeto y cariño por parte de la prensa y de la gente en México, Colombia, Argentina, Estados Unidos, República Dominicana, España… donde han estado muy pendientes de mi proceso y mi manera de vivirlo, porque yo decidí contarlo y compartirlo desde el primer momento. Al exponerse da uno pie a que la gente hable cosas que son ciertas y otras que no lo son. Hubo cosas positivas y otras negativas.

¿Cuáles fueron las cosas positivas de vivir este proceso?

Es una enfermedad que no solo ataca al paciente sino a todo su entorno, pone en jaque tu relación contigo misma y con los que te rodean. Pero en mi caso, nunca nada dejó de ser como era. Principalmente mi familia, mi mamá y mis hermanos. Unas amigas en Argentina de hace muchos años y hermanos de la vida que nos elegimos mutuamente: un par en Colombia y un par en México. Las amistades se cuentan en las buenas y en las más malas. Gracias a Dios tengo los mismos amigos que tenía antes y hoy son amistades fortalecidas.

¿En qué se diferencia la Lorena de hoy a la de antes de la enfermedad?

En que no hago tantos balances y reflexiones como antes. Que no pienso tanto. Siempre he sido una mujer del corazón, impulsiva e intuitiva. Honestamente, hoy soy más yo, más selectiva, más auténtica. Por ahí me resguardo más ciertas cosas, aunque no ha habido grandes cambios, no hay un antes y un después en el que diga: me cambió la personalidad o mi manera de ser. Obviamente el cambio físico lo hubo, porque te mutilan. Pero al contrario, se afianzó la Lorena criada en Concordia (Argentina) por una mamá maestra y un papá comerciante, de clase media, de colegio público, que eligió a los 12 años profesar la fe católica. Sigo siendo la misma. En este proceso afiancé mis convicciones. A nivel espiritual y emocional soy más segura de mí misma, más confiada, más tranquila y mucho más paciente.

¿Volverá a la actuación?

La parte laboral empiezo a retomarla. Tuve tres cirugías este año y recién volví hace unas semanas a trabajar como conductora en un espectáculo importante en el hipódromo de Palermo (Buenos Aires), a hacer una campaña comercial y a participar en un foro. He renovando mi página web con nuevas fotos. Quiero empezar a ver qué se está haciendo en el medio en Estados Unidos y en México. Quiero cambiar de aire y mover las energías. Tengo muchísimas ganas de trabajar y mucha necesidad a todo nivel: espiritual, emocional, sicológico, económico… de sentirme otra vez en el ruedo.

¿Hay alguna oferta cercana?

En Argentina ha sido muy bonito el reencuentro con mi país, con los medios, con la gente. Sergio Avilés, el director del corto Fin del mundo, que protagonicé, me había ofrecido un personaje importante en un largometraje, y por más que no sea la protagonista, él decidió esperarme, porque siempre tuvo la fe en que yo iba a superar esto. Yo espero que me den la oportunidad de volver a actuar. Creo que se van a dar cosas buenas, y ya por lo menos me han ofrecido algunos casting en México.

¿Cuál reto está pendiente?

La radio siempre me ha parecido un medio muy noble, seductor y atractivo, porque la base está en la palabra, para recrear historias, emocionar, sensibilizar o informar, y algún día me gustaría incursionar en él. Me lo ofrecieron en Colombia muchas veces, pero nunca hubo la oportunidad porque estaba ocupada haciendo televisión o estaba en otro país.

Muchos de quiénes superan la enfermedad se dedican a ser conferencistas y a apoyar a las ligas contra el cáncer, ¿hará lo mismo?

Me han pedido que lo haga. He participado como testimonial en algunos foros y ha sido muy productivo, pero no es algo a lo que me quiera dedicar en este momento. Tal vez lo haga más adelante, incluso cuando se dé la oportunidad de publicar un libro. Pero para mí también es muy importante poder despegarme del tema, para terminar de sanar y volver a hacer lo que tanto amo, que es actuar. Ya di vuelta a la pagina en muchos aspectos y ahora quiero retomar mi carrera, algo que me va a ayudar mucho sicológicamente a cerrar de alguna manera esta etapa, porque el proceso para mí va a continuar, aún me falta una cirugía y mantener los controles periódicos. Obviamente nunca me voy a cansar de dar el mensaje de aliento, de prevención y testimonio de vida, pero no quiero que mi vida gire en torno a eso.

“Estoy en el inicio de una primavera, cuando todo empieza a renacer, en ese instante biológico, natural y milagroso”.

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