La Vitamina D, un potencial agente en la lucha contra el Cáncer de próstata
El cáncer de próstata es la segunda causa de muerte por cáncer en la población masculina y uno de cada tres hombres mayores de 50 años sufren de esta afección según cifras del Ministerio de Salud de Colombia.
Bogotá, noviembre de 2024. El cáncer de próstata es el más común entre los hombres y representa la segunda causa de mortalidad por cáncer en la población masculina. Su aparición está estrechamente vinculada con la edad: a mayor edad, mayor es el riesgo de desarrollar esta enfermedad. En Colombia, uno de cada tres hombres mayores de 50 años sufre de esta afección según el Ministerio de Salud de Colombia.
“La próstata es una pequeña glándula del aparato reproductor masculino, situada alrededor de la uretra, justo debajo de la vejiga y por delante del recto. Esta glándula desempeña un papel esencial en la función sexual, reproductiva y urinaria, por lo que cualquier enfermedad que la afecte tiene implicaciones en estos tres niveles. La próstata se compone de una zona central, donde se produce el antígeno prostático específico (PSA), y una zona periférica, donde se originan más del 70% de los tumores”, explica el urólogo Hugo López.
El cáncer de próstata se caracteriza por un crecimiento anormal y maligno de las células en la próstata, una glándula del sistema reproductor masculino. A medida que la enfermedad avanza, las células cancerosas pueden extenderse más allá de la próstata. Estas células pueden invadir otros órganos y tejidos distantes, como los huesos, los ganglios linfáticos y en casos más graves, los pulmones o el hígado. Esta diseminación, conocida como metástasis, complica el tratamiento y reduce las posibilidades de cura.
Mecanismos anticancerígenos de la Vitamina D
Recientemente, la vitamina D, tradicionalmente conocida por su papel en la salud ósea y la regulación del calcio, ha captado la atención de la comunidad científica debido a su potencial en la prevención y tratamiento de diversos tipos de cáncer, incluido el cáncer de próstata.
Según la investigación: Vitamina D y Cáncer: Una Visión Histórica de la Epidemiología y los Mecanismos, analiza varios estudios experimentales y clínicos que revelan que la vitamina D no solo inhibe el crecimiento tumoral, sino que también podría mejorar la eficacia de las terapias existentes y contribuir a una reducción en la mortalidad por cáncer. Entre los beneficios se encuentran:
- Inhibición de la proliferación Celular: La vitamina D ha demostrado la capacidad de ralentizar o detener la proliferación de células cancerosas en una variedad de tipos de cáncer, incluidos los de mama, próstata, colon, ovario, gástrico, tiroides, hepático, y varios tipos de leucemias y linfomas. Este mecanismo es crucial para controlar el crecimiento y la propagación del cáncer, lo que convierte a la vitamina D en un potencial agente en la prevención y manejo de esta enfermedad.
- Inducción de la diferenciación celular: La diferenciación celular reduce la capacidad de las células para dividirse descontroladamente. La vitamina D ha mostrado eficacia en inducir la diferenciación celular en cánceres como la leucemia y los cánceres de colon y mama, lo que podría contribuir a retardar el avance de esta patología.
- Sensibilización e inducción de la autofagia: La autofagia es un proceso celular mediante el cual las células eliminan componentes dañados y reciclan partes de sí mismas para mantener su integridad y funcionamiento. La vitamina D actúa como un modulador en este proceso, sensibilizando a las células cancerosas a la autofagia o induciéndola directamente. Esto es particularmente relevante en tumores de mama, próstata, colon, pulmón, entre otros, donde la activación de la autofagia por la vitamina D puede provocar la muerte de células cancerosas resistentes a otras formas de tratamiento, aumentando así las posibilidades de éxito terapéutico.
- Inhibición de la invasión, angiogénesis y metástasis: La capacidad de un cáncer para invadir tejidos circundantes, formar nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) y hacer metástasis a otras partes del cuerpo es lo que lo convierte en una enfermedad mortal. La vitamina D ha demostrado ser eficaz en la inhibición de estos procesos críticos en diversos tipos de cáncer. Al limitar la invasión tumoral, la vitamina D podría reducir la capacidad de las células cancerosas para penetrar en tejidos sanos adyacentes.
- Regulación del microambiente tumoral: La vitamina D también actúa sobre las células que rodean el tumor, como los fibroblastos y las células que forman los vasos sanguíneos, las cuales son importantes para el desarrollo del cáncer. Así mismo, la vitamina D refuerza el sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a combatir mejor las células cancerígenas y, posiblemente, aumentando la efectividad de los tratamientos contra el cáncer.
Mantener niveles adecuados de vitamina D en el cuerpo es esencial no sólo para contribuir a la prevención el cáncer, sino también para fortalecer el sistema inmunológico, óseo, cardiovascular, nervioso y muscular. Esto destaca la importancia de considerar su consumo permanente, tanto en alimentos como en suplementación. «En Colombia, por ejemplo, existen cápsulas de vitamina D de 100,000 unidades internacionales (UI), que facilitan su absorción y permiten un manejo adecuado de su consumo. Es fundamental que la suplementación sea asesorada y supervisada por un médico” concluye López.
Aunque aún se necesitan más investigaciones para comprender completamente todos sus mecanismos anticancerígenos, las investigaciones evidencian que la optimización de los niveles de vitamina D son una estrategia relevante para reducir el riesgo y la mortalidad por cáncer.
Aunque se requiere de más investigaciones para entender plenamente todos los aspectos de su acción anticancerígena, la evidencia actual sugiere la necesidad de optimizar los niveles de vitamina D como una estrategia importante de contribución de la reducción del riesgo y la mortalidad por cáncer.
En conclusión, la vitamina D es un nutriente esencial que puede complementar las terapias convencionales en el tratamiento de pacientes oncológicos. Su adecuada integración en el manejo clínico no solo mejora el bienestar general, sino que también optimiza las estrategias terapéuticas, potenciando la efectividad de los tratamientos y contribuyendo a una mejor calidad de vida de los pacientes.
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