NOS DIJERON QUE ESTABA MUERTO HACE 45 AÑOS: HISTORIA DE UN REENCUENTRO
Alejandro Muñoz Garzón, director de la Fundación para el Reencuentro, relata una de las más recientes historias, en un conmovedor relato con final feliz. Gracias a su gestión un hombre volvió a encontrar a su familia después de 45 años en los que lo dieron por muerto.
Carlos Jhon Urrego Alvarado no había cumplido los cuatro años de edad cuando cayó de un árbol de mango en la finca de sus abuelos paternos en Puerto Gaitán, Meta; hecho que lo marcaría el resto de su vida por tener platino en su occipital y un ligero retraso en su forma de hablar.
No había cumplido los 9 años cuando Carlos Jhon fue llevado por su tío Campo Elías Urrego a Villavicencio donde ayudaba a cuidar un deposito de madera y luego vendría Pedro, un amigo de la familia que se lo llevaría sin dejar rastro alguno de su paradero.
Sus tías Deisy, Stella y Beatriz, lo buscaron; sus hermanas María del Pilar y Gloria Mercedes lo lloraron muerto por 45 años, pues según versiones recogidas por la familia, Carlos Jhon había sido asesinado. Otros dijeron que en la guerrilla había encontrado la muerte y no faltó el rezandero de tabaco en mano que dijo verlo muerto en el humo de su cigarro y sepultado en un paraje de los confines del llano en límites con el Caquetá.
Pero nada de eso sucedió. Carlos Jhon logró hacerse un hombre por su propio esfuerzo y a pulso después de intentar muchos oficios entre la albañilería, la carpintería y la costura; finalmente se hizo carnicero experto en atender su propia clientela en una fama al noroccidente bogotano, donde un día temeroso ante su discapacidad lingüística, siendo ya un cuarentón, logró el amor de María Cristina, una amorosa clienta que le juró algún día reunirlo con su familia de la que él llevaba desaparecido 45 años.A mediados de octubre de 2016, María Cristina se comunicó con la Fundación Para El Reencuentro y su fundador y presidente Alejandro Muñoz Garzón confirmó la cita en la que se reuniría con su esposo Carlos Jhon para iniciar la búsqueda de su familia.
Lo primero que pudo establecerse en la primera cita con Carlos, fue el por qué tal vez su familia no había podido encontrarlo. Carlos salió siendo un niño al que llamaban Carlos Jhon Urrego y hoy en su cédula está identificado como Carlos Arturo Urrego; la razón, Carlos al obtener su mayoría de edad, acudió a una registraduría, donde mediante declaración juramentada y notariada explicó que había desaparecido de su familia en los Llanos Orientales, sin recordar el sitio, y que era hijo de María Otilia y Carlos Arturo Urrego, nombre que adoptó como definitivo en su documento de identidad.
Realizadas todas las cotejaciones posibles en bancos de datos lo único que se encontró fue información sobre una mujer en Bucaramanga de nombre María Mercedes Urrego Alvarado con quien procedimos a comunicarnos de inmediato, afirmó Muñoz Garzón encargado de dirigir las búsquedas en la Fundación Para El Reencuentro:
– Aló? hablo con la Sra. María Mercedes Urrego Alvarado?
– Sí señor, ¿qué se le ofrece?
– María Mercedes, ¿usted tiene un hermano de nombre Carlos que se perdió en Villavicencio hace unos 45
años?
– Ay señor, quién es usted ¿por qué sabe eso?
– Yo soy el director de la la Fundación Para El Reencuentro y estoy buscando a María del Pilar y Gloria
Mercedes, hijas de María Otilia y Carlos Arturo, hermanas de Carlos Jhon quien me ha rogado desde hace
algunos meses que le ayude a ubicar a su familia…
– Espere un momento, yo hoy me llamo María Mercedes pero en realidad sí soy Gloria, es que tuve unos
problemas cuando fui a sacar mi cédula y mi mamá no es María Otilia, sino Otilia…
– Entonces, ¿usted no tiene un hermano de nombre Carlos Jhon que se perdió hace 45 años en
Villavicencio?…
– Sí pero, cómo sabe usted todo eso, si nosotros hemos buscado a Carlos y todos nos dijeron que él había
muerto?
– ¿Quiénes les dijeron que Carlos había muerto? La fiscalía, la policía, investigadores oficiales? Usted vió el
cadáver?
– …No, no no. Nada de eso. Nos dijeron unos brujos a los que fuimos y leyeron el tabaco y nos confirmaron
su muerte…
– Entiendo. Entonces qué le digo a su hermano que vino a nosotros hace unos meses y está esperando
volverse a encontrar con ustedes…?
– …No sé. ¿Puedo llamarlo después?, tengo que hablar con mis otros hermanos…
– Claro con mucho gusto, me llama cuando quiera y esté lista…
La horas y los días siguientes fueron una completa ¨torre de babel¨ para los hermanos Urrego Alvarado, quienes de inmediato llenaron de llamadas la oficina de la fundación, donde uno a uno fueron atendidos y explicados suficientemente sobre el proceso para el reencuentro con Carlos su hermano, quien por razones de su trauma de niñez únicamente recordaba a sus hermanas María del Pilar y Gloria Mercedes, lo que despertó cierta antipatía y rechazo de facto en algunos de los no mencionados por el recuerdo afectivo de Carlos, a quienes se les explicó para que comprendieran suficientemente la limitación de su familiar y los deseos inmensos de él por alcanzar el abrazo con todos los suyos para encontrar de paso, alivio a tantos años de vivir en soledad y limbo afectivo familiar.Una vez hubo consenso para alcanzar el abrazo de reencuentro, enviamos una primera fotografía actual de Carlos, la cual se convirtió en la llave que abrió el camino definitivo al abrazo familiar, pues su parecido no solo con otros hermanos, sino con tíos y primos era realmente innegable y no dejaba duda alguna: Carlos Jhon había resucitado y tenían todos que venir a verlo…
María del Pilar vino de Villavicencio con un par de tías y otro tanto hizo Gloria Mercedes con una tía desde Bucaramanga. Una hora más tarde, como estaba previsto, hizo su aparición Carlos Jhon, hoy Carlos Arturo acompañado de su esposa María Cristina, cargados de regalos para sus hermanas.
La primera en entrar al recinto donde esperaban nerviosas las hermanas Urrego Alvarado y sus tías, fue María Cristina la esposa de Carlos Arturo, quien agradeció a todos su presencia y narró cuánto dolor por soledad y sin recuerdos tuvo que soportar su esposo para lograr este momento y, mientras todas limpiaban sus lágrimas, apareció en el lugar Carlos Arturo quien se aferró de inmediato a sus tías a las que fue reconociendo de una manera más que asombrosa, entonces entró Gloria Mercedes, su hermana, y atornillados en un estremecedor abrazo, los dos lloraron por más de un minuto.
Y entonces, en la sala del reencuentro apareció María del Pilar. El llanto fue al unísono y todo se volvió nuevamente lágrimas y los sonidos guturales de dos seres apretados en un prolongado abrazo que fue acompañado con aplausos por todos los asistentes a este inolvidable momento, después del cual una a una de las hipótesis, teorías, chismes e invenciones de comadres, vecinos, amigos, conocidos, curas, viejas beatas, brujos y pitonisas sobre la desaparición y muerte de Carlos Arturo, fueron desmentidas una a una por el mismo Carlos a quienes todos escuchaban atentos y llenos de alegría…
– Nos dijeron que usted se había ahogado en el río del pueblo, exclamó la tía Deisy.
– Yo no sé nadar, jamás aprendí y por eso no me meto en ríos ni piscinas hondas, dijo Carlos.
– No puedo creerlo, está vivo, está vivo; gritaba Gloria Mercedes.
– Claro que estoy vivo, sí me he visto enfermo pero nunca grave, agregó muy sonriente Carlos.
– Un brujo nos dijo que usted había fallecido y que estaba enterrado en límites con el Caquetá, dijo otra de las
tías de Carlos, a quien él muy sarcásticamente le refutó:
– Tienen que cambiar de brujo, yo les recomiendo uno muy bueno: don Alejandro. Gracias a Dios y a él, ha
terminado para mí este calvario de buscarlas 45 años.
Y Carlos Arturo volvió a abrazarse con sus hermanas y tías mientras secaba sus lágrimas de felicidad…
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