LA NEGRA CANDELA: SIN MIEDO A NADA
Graciela Torres, la muy conocida Negra Candela, es de las pocas periodistas que ventila las verdades que nadie más se atreve a publicar. Siempre muy bien dateada, lleva más de cuatro décadas de ejercicio profesional en prensa, radio y televisión.
POR MARÍA CRISTINA GUERRERO S.
FOTOS JUAN CARLOS GUERRERO BELTRÁN Y ARCHIVO PARTICULAR
Graciela Torres Sandoval no ha dejado de ejercer el periodismo ni un solo día de su vida, desde que tomó la decisión de estudiar esta carrera. Vive permanentemente conectada con todo el acontecer nacional e internacional y sus seguidores son, en muchas ocasiones, sus informantes. Es como si ella dispusiera de miles de cámaras escondidas por todo el país. Sin embargo, tiene rigor y, por supuesto, investiga, rastrea y confronta fuentes antes de lanzar sus chismes que, como ella dice, “son verdades anticipadas”.
A diferencia de los personajes de la farándula que ventilan sin pudor su intimidad pero que, cuando los medios los tocan, se sienten vulnerados, la Negra es hermética con su vida privada. Se mantuvo incólume durante la época más difícil en la que el narcotráfico consiguió infiltrarse en todos los estamentos del país. Ella, cubriendo el tema de las reinas, tan cercanas a los capos, siguió ejerciendo su oficio con independencia y se convirtió en una de las voces más temidas en los concursos de belleza.
Actualmente, el público la sigue de lunes a viernes en Olímpica Stereo, dos veces a la semana en Qué está pasando, por Telecafé, en su canal de You Tube, en su página web y en sus redes sociales. Entrevistamos a La Negra y aquí están sus revelaciones.
¿Cuándo empezó el ocaso del Concurso Nacional de la Belleza?
Comenzó cuando se hizo muy evidente la presencia de los dineros calientes del narcotráfico, que auspiciaban a muchas candidatas. Siempre trataron de ocultarlo, pero cuando los periodistas llegábamos al Hotel Hilton de Cartagena nos encontrábamos con estos personajes repartiendo comida y whisky a manos llenas en el lobby. Recuerdo que el diseñador Carlos Arturo Zapata, cuñado del posteriormente extraditado Pastor Perafán, celebró con tremendo derroche, en el Corralito de Piedra, el bautizo de los gemelos, hijos de su hermana con Perafán. En ese entonces, Perafán, además de su esposa, tenía de amante a la candidata del Vichada, Luz Adriana Ruiz (que estuvo luego en la cárcel), y su novia era la candidata de Risaralda de ese año, Elsy Janeth Hoyos Tamayo. La situación era para morirse de la risa porque a las 10 a.m., llegaban los regalos de este señor al tercer piso de las reinas, y después ambas iban averiguando qué le había enviado a cada una porque estaban alojadas en habitaciones continuas. En una ocasión, a la del Vichada le envió un aderezo de amatistas, y a la de Risaralda, uno de esmeraldas. Todo el mundo se daba cuenta de lo que sucedía y ya no iban los gobernadores ni los alcaldes, a diferencia de los otros años cuando, durante el reinado, se concentraba en Cartagena el gobierno regional, los personajes importantes del país, y todos desfilaban por la Sala de Prensa del concurso. Las cabinas de las emisoras colombianas más escuchadas estaban allí presentes. Al quedarse el reinado sin la representación de Miss Universo, fue el principio del fin. La franquicia la tenía María de Chávez, dueña de Jolie de Vogue, patrocinador del certamen. Después de una década terminó el contrato de la franquicia, ella vendió su marca a L’Oreal y a esta compañía no le interesó continuar como patrocinadora del Concurso Nacional. El presidente de L’Oreal estuvo dos años en Cartagena y no volvió porque él afirmaba que “las reinas no vendían, que él prefería pagarle a una modelo o a la reina que le gustara”, pero que como candidatas no pasaba nada comercialmente.
Parte de la decadencia del reinado radicó en la excesiva explotación a los anunciantes. Les pedían esta vida y la otra para estar presentes en cada evento y se les iba la mano. Les cobraban por mencionarlos dentro de la agenda del reinado, pero las marcas debían pagar el salón y toda la logística de su evento principal. En algún momento, le advertí al presidente del concurso, Raimundo Angulo, que a unos periodistas los trataban muy mal, aunque a mí me iba bien. Le dije, “el día que la prensa nacional no venga a cubrir el concurso, hasta ahí llegan”. En una época había presencia de Univisión, de Telemundo, de ABC, CNN, muchos medios nacionales y extranjeros, y nos reuníamos más de mil periodistas en la Sala de Prensa del Hotel Hilton.
¿No hay una luz al final del túnel para este certamen?
En noviembre de este año van a celebrar los 90 años del Concurso Nacional de la Belleza y hablando con Raimundo me comentó: “Negra, yo espero que estés acá, que nos acompañes, vamos a botar la casa por la ventana”. El Canal RCN ya no lo emite porque para ellos no es rentable, y el doctor Angulo contrató a una empresa que lo graba bajo sus parámetros. RCN ahora transmite el de Miss Universo Colombia, aunque uno de los altos ejecutivos del canal me comentó: “Negra, en esa transmisión ganan ellos, pero nosotros no ganamos nada y nuestra inversión es muy alta”. Actualmente se eligen dos Señoritas Colombia, pero la que suena es la de Miss Universo Colombia; a la coronada en Cartagena, que va al Miss Internacional, no le dan la misma relevancia, lo cual es injusto.
Si alguien de un remoto lugar le pregunta: Usted quién es y cuál es su valor como ser humano, ¿qué le respondería?
Soy Graciela Torres Sandoval, una periodista de vocación, de convicción y de compromiso y, además, una sobreviviente; no porque no me haya muerto todavía, sino por todo lo que me ha pasado, y todo lo que han intentado hacerme: mandarme a la cárcel, amenazarme de muerte, desaparecerme. A raíz de la amenaza de muerte que denunció en estos días el presidente de Ecopetrol, reviví las que me mandaban a mí con la crucecita invitando a mis exequias en la Iglesia de San Diego.
¿Cuál era el motivo de las amenazas en esa época?
Tuve una etapa muy difícil cuando fue reina Maribel Gutiérrez y ella estaba de novia con el Mico Durán. Escribí en Juan Sin Miedo, en El Espacio, todos los intríngulis de este episodio porque conocía su historia de mucho tiempo atrás. Me llamaban al periódico y me decían: “vieja tal por cual, si usted sigue hablando y escribiendo mañana va a amanecer con la jeta llena de moscas en la zanja que hay al frente de El Espacio”.
¿Cuáles fueron los escándalos que más dieron de qué hablar, los más polémicos, los que representaron mayor riesgo?
Justamente todo lo que escribía y contaba sobre las relaciones de las modelos, las reinas y las actrices con los narcos, con la economía subterránea. Porque, ellas no querían que se supiera que andaban con estos personajes de dudosa calaña, y los tipos les hacían caso. Las amenazas era diarias. Algunas fuentes en las cárceles me llamaban a decirme “patroncita, usted no se preocupe porque la mamá y las hermanas de Pablo Escobar le prohibieron rotundamente al Patrón que se metiera con usted, porque ellas escuchan todas las tardes Picantísimo y son seguidoras de su programa”.
¿Cómo hizo para salir limpia de toda esa etapa nefasta de Pablo Escobar que corrompió a medio país?
Siempre he sido muy consecuente con lo que pienso. Desde muy pequeña mi ilusión siempre fue escribir. Mi papá, que era una persona muy fuerte de carácter, me decía “usted no se comprometa con nada, y si llega a hacerlo tiene que responder por las consecuencias. No puede esconderse ni escudarse en nada ni en nadie”. A mí me llegaban muchas y tentadoras propuestas para que convenciera a las chicas que querían conquistar de aceptar los ofrecimientos que les enviaban, y si hubiera accedido a todos, o a algunos de ellos, estaría viviendo ahora en Miami, tendría un Rolls Royce, o residiría en Londres, a lo mejor con una lujosa finca en no sé dónde, pero jamás acepté porque a mí el dinero nunca me ha importado, creo que es necesario tenerlo para vivir cómodamente, pero hasta ahí. Cuando trabajaba en Todelar, llegó la Señorita Guajira, Claudia Patricia Escárraga (que primero fue amiga de Pablo Escobar y después se casó con Roberto “El Osito”, hermano mayor de Pablo). Llevaba los brazos hasta el codo llenos de pulseras de oro, con toda la “bocelería”, como dicen ellos mismos, y la acompañaban varios guardaespaldas; inmediatamente pensé, esta reina tiene que estar con algún narco, se veía muy antipática y suficiente. Cuando terminamos la entrevista, el peluquero se devolvió y me preguntó cuánto le cobraba por darle unas clases de fogueo periodístico. Le contesté, “no cobro nada porque no me gusta repicar y andar en la procesión. No doy clases de fogueo periodístico y no me comprometo con nadie”. Salieron y volvió al rato diciendo: “Bueno, pero en caso de que dieras las clases cuánto cobrarías”. Yo, por salir del paso y quitármelo de encima, le dije: “20 millones de pesos”. A los dos días, mi asistente, el periodista Guillermo Vásquez, se encontró en la recepción de la emisora con el hombre que traía un paquete envuelto en papel periódico y le dijo: “Esto es para la Negra Candela”. Cuando lo recibí pensé, mínimo es una bomba. Lo abrimos, era una caja de bocadillos veleños, y vimos que venían adentro los 20 millones. De inmediato, mandé a Guillermo a que alcanzara al tipo y se lo devolviera; hubo altercado en la entrada del edificio porque el hombre se resistía a recibirlo y, finalmente, se lo llevó frente a la presión de todos.
¿Qué opina de las narcoseries y las narconovelas?
Uno no puede negar la realidad del país, todo eso ocurrió y sigue sucediendo, se está repitiendo. Pero el cuento es que ahora son la tercera y la cuarta generación de los antiguos narcos que manejan el negocio de una manera diferente, y las chicas se siguen vendiendo. A la gente le gusta ver esas historias porque sienten fascinación por ellas y, por eso, los canales las repiten todo el tiempo.
¿Cuál ha sido el momento más importante en su carrera periodística?
Considero que el momento más importante fue cuando empecé a hacer mis pasantías en la revista VEA porque cubría información general, pero sobre todo de cosas curiosas. Así viajé 5 años por todo el país, muy desprevenidamente, y pude acercarme a tantos y tantos casos, tan extraños, de la otra Colombia que nadie conoce, la rural, la campesina, fue una vivencia que me permitió entender porqué vivimos lo que vivimos, y seguimos repitiendo la historia porque lamentablemente se ha reactivado la violencia. Me llamaba mucho la atención cómo en Arauca, Guaviare, Putumayo, Orinoco, y los antigüos Territorios Nacionales, preguntaban: “¿usted de quién es, de RCN o de Caracol?, porque este país les pertenece a esos dos canales”. ¿Cómo así? Ellos odian tanto a Caracol como a RCN. Durante ese tiempo viajé mucho, en mula, en yate, en canoa, en chalupa, en flota, en lo que tocara, y tuve que dormir hasta en las bancas de los parques cuando llegaba a lugares donde no existían hoteles; eso sí que enseña, no solo de periodismo y de la realidad del país, sino también a conocer muy bien a la gente.
¿Cuál ha sido el tiempo más feliz de su vida hasta ahora?
He tenido muchos momentos felices, como cuando me han tratado de calumniar y desprestigiar por mis informes y el tiempo ha terminado dándome la razón, que lo que yo dije en alguna ocasión era absolutamente cierto. Cuando escribía en El Espacio, Margarita Rosa De Francisco estaba recién casada con Carlos Vives y acababan de terminar de grabar la novela de El Gallito Ramírez. Una señora me llamó y me dijo: “venga, que acabamos de ver entrar a estos personajes al centro de atención Oriéntame en Teusaquillo”. Me fui para allá con el fotógrafo Álvaro Fernández. La señora vivía al frente y nos subió al segundo piso para que viéramos absolutamente todo. Al rato, salieron Carlos y La Mencha, ella estaba lívida, muy pálida, con la cabellera alborotada y caminaba muy despacio. La conclusión que sacamos: acababa de hacerse un legrado. Le comenté a Edgar Sierra, director de El Espacio: “a mí no me parece conveniente publicar la nota porque un aborto es algo muy personal, muy íntimo, y supongo que ella debe estarlo lamentando”. Él me contestó, “si no quiere escribirla, no lo haga, es su decisión”. No lo publiqué. Y hace como tres años, la misma Margarita Rosa lo hizo en su columna. Ahora hago esta reflexión: todo lo que no he contado, donde hubiera publicado todo lo que sé, dirían que es mentira, que me lo inventé. Y qué bueno que la misma protagonista de la información sea quien lo confirme, es la única que ha tenido el valor de hablar de su aborto y contar lo que ocurrió hace más de 20 o 25 años.
En ese momento no lo publicó porque lo consideró algo personal. ¿Qué la llevó a tomar la decisión de publicar el video de Lully Bossa?
Es que ese video era vox populi, todo el mundo hablaba del tema. Los de 88.9 se la pasaban haciendo chistes y burlándose. Los llamé y me dijeron, “es un video de Lully Bossa, lo vimos en Ibagué porque estábamos haciendo una transmitiendo desde allá y nos lo pasaron”. Era el tema de conversación porque el video ya estaba en la red, se conseguía en los semáforos, y aún se encuentra en los portales XXX. Finalmente, nadie supo quién se quedó con el video y le pedí a mi asistente que lo consiguiera para ver qué era. Guillermo fue a San Andresito y lo compró en mil pesos. El colega, jefe de prensa del INPEC en ese entonces, me comentó: “ese video que tienes es de muy mala calidad”, y me entregó uno que habían incautado en las requisas que hacen en las cárceles. Me dijo, “tengo varios videos más”. Pensé: todo el mundo habla del tema, se burlan, pero nadie lo ha mostrado, entonces lo miramos. Dura 2 horas y 45 minutos. En el primer corte, está con un hombre que era esmeraldero, según comentaron mis compañeros de judiciales. Se mofaban de ella porque se había dejado unas medias blancas; en el segundo corte, estaba ella con el creador de Zumba; en el tercero, se veía él con una cantante de música tropical, haciendo exactamente lo mismo, era una coreografía. En el cuarto corte estaba el de Zumba con una señora judía, ya mayor. En el de Lully se veía cómo ella acomodaba las luces y las trasladaba de una esquina a otra, era la directora de grabación, revisaba con el control remoto y le daba a él las instrucciones. Pasamos al aire 14 segundos, en horario para adultos, censuramos con el “wipe” o bloque negro las partes íntimas, y ahí comenzó el escándalo.
¿Ese ha sido el escándalo más sonado de su carrera?
No, ese no ha sido el más trascendental. Tuve uno cuando Margarita Rosa de Francisco grababa Café, bajo la dirección de Pepe Sánchez. Me contaron que él mandaba a la actriz con una asistente al baño, y yo decía: “¿por qué?”. La razón era que, si iba sola, se metía al baño y podía durar dos días “viajando” y entonces todo se paralizaba en las grabaciones. Fue la época cuando dijeron que Margarita había sido llevada de urgencias a la Clínica Santa Fe, “supuestamente” por sobre dosis, pero no fue así. Una enfermera de allá me aclaró: “sí, ella está acá pero no es por sobre dosis. Como ella andaba ‘volando’, tenía el periodo y se introdujo un tampón sin retirar el otro, se le olvidó, y tuvieron que sacarlos con ayuda médica.
Dos casos con Margarita, ¿cómo es la relación con ella y con los otros protagonistas de escándalos?
Nunca tuve cercanía con Lully, porque ella, en mi opinión, no ha sido una actriz de primerísima línea, es una actriz de reparto, protagonizó Ana de Negro y Oro, en sus comienzos hace como treinta años. Nunca más. Con Margarita Rosa sí hemos vuelto a hablar. Cuando grabó el disco de samba, la entrevisté por el lanzamiento, también estuvo como tres veces en El Lavadero. Carolina Sabino fue la que nunca superó el tema del accidente de tránsito, cuando estrelló a un señor y quedó cuadripléjico. Ella dice que yo soy culpable de que el señor haya quedado así… Él llegó a la emisora Todelar en silla de ruedas, acompañado por sus hijas. Le pregunté si había esperanzas de que volviera a recuperar la movilidad y él contó al aire que sí, que había ido a la Fundación de Teletón y los médicos le habían dicho que sí, que con terapia podía recuperar el movimiento de sus extremidades superiores. Costaba como 27 millones de pesos y él lo único que pedía era que Carolina le pagara ese tratamiento para que pudiera volver a trabajar porque tenía 5 hijos. Todo el tiempo la actriz y su mamá han dicho que yo soy la responsable, y yo qué diablos, nada qué ver. El señor llevó la prueba de alcoholemia y todo. Carolina continúa con el mismo discurso a pesar de que la justicia la condenó por el atropello.
Cuando mira atrás ¿qué ve? ¿cuál es el balance que haría?
Yo creo que el mundo del entretenimiento es una farsa, una puesta en escena total siempre. Pero a mí lo que más me llama la atención es la fragilidad de las personas que se mueven en ese entorno, son personas muy débiles, incapaces de afrontar las consecuencias de sus actos, y siempre buscan echarle la culpa a los periodistas y a los medios de comunicación. Manejan todo el tiempo la doble moral. Me parece que son tan inauténticos que no vale la pena tenerlos en cuenta.
Si pudiera reescribir el camino recorrido, ¿cambiaría algo?
Con todo y los dolores de cabeza que he tenido, con todo y las amenazas que he recibido, con todo lo que sucedió en la época del narcotráfico, me considero una sobreviviente y eso ya es suficiente para no querer cambiar nada de lo vivido.
¿Cuál es el secreto para mantener la independencia en el periodismo?
No ser amigo de los protagonistas de la información, de las fuentes. Mis amigos están en otra área totalmente diferente. No me interesa ser amiga de ninguno de los actores del medio. Ellos creen que nos hacen un favor dándonos una entrevista o teniéndolos de amigos. ¿Cuál favor? Este es un servicio de doble vía. A mí me interesa tenerlos en mi medio, y a ellos les interesa salir en mi medio para alcanzar más figuración. Los periodistas del entretenimiento fuimos los que bautizamos a Amparo Grisales como la Diva de la televisión colombiana. No es que ella sea una Diva, nosotros lo inventamos para darle protagonismo.
¿Cuál ha sido el personaje más difícil de entrevistar?
José Luis Rodríguez “El Puma”; él fue y pidió mi cabeza en la presidencia de Todelar porque le dije, “usted unas veces viene con el pelo canoso y otras, con el pelo tinturado, decídase”, se puso furioso, se paró y se fue a la oficina de Carlos Arturo Tobón, el presidente de la cadena. Al rato, volvió furioso porque había dejado la chaqueta en la cabina donde estábamos haciendo la entrevista. El jefe me llamó y me contó que El Puma había ido a pedir que me botaran porque era una irrespetuosa. Se puso delicado por una tontería.
Para mí, fue realmente difícil cuando entrevisté la primera vez a Nicolás, el sobrino de Pablo Escobar, hijo de Roberto “El Osito”. A la invitación me contestó: “está bien, voy a Bogotá a la entrevista”. Él era el sobrino consentido del capo, muy cercano al tío, el que hizo el museo virtual. Me dijo: “cuando llegue a Bogotá le aviso, encontrémonos en el Éxito, cerca a la Clínica Marly”. Me presenté en la puerta del almacén como a las 11 a.m. y ahí me empecé a preocupar porque se me acercaban guardaespaldas, andaba como con diez tipos, y venían a decirme, el patrón ya viene, el patrón no sé qué, el patrón si se cuándo… y como yo no lo conocía. Hasta que finalmente se puso a mi lado y me dijo: “Q´hubo Negra, yo soy”. Hicimos la entrevista caminando por dentro del Éxito, y a la media hora dijo: “me voy”, y desapareció. Él fue el que me comentó: “¿de dónde sacaron la historia de que Virginia Vallejo duró 4 años de amores con mi tío. Ese romance fue de cuatro meses apenas y no te imaginas el problema después para quitársela de encima, porque ella no se le despegaba”. Esa entrevista está publicada en la revista “Paparazzi” que yo dirigía.
¿No cree en los realitys?
Creo que ese formato le brinda la oportunidad a los participantes que tienen el deseo de triunfar rápidamente y sin mayor esfuerzo y, por eso, termina siendo una farsa. Buscan visibilidad. ¿Estos personajes de dónde salieron? ¿Quiénes son? Los de La Casa de los Famosos, El Desafío y demás espacios, nada qué ver. En Master Chef Celebrity sí hay caras conocidas. Muchos ni siquiera esperan a que los llamen, van y se ofrecen, y el público los ve de reality en reality. Tienen Ph.D. en ese formato.
¿Qué opina de los influencer?
Me da un poco de lástima con algunos de ellos porque muchos están convencidos de que son famosísimos e ignoran que ese éxito es efímero. ¿Influenciadoras vendiendo y haciendo promoción de productos? Son como vendedores fugaces, ni siquiera han comprobado si los productos que recomiendan son efectivos. El influenciador debe tener un tema en el que se especialice para que sus contenidos puedan influir en quienes lo siguen; pero ellos, ¿de qué hablan?, de las cirugías plásticas, que se cambiaron las prótesis, que se inflaron los labios… porque es lo único que hacen, pero de cosas importantes, trascendentales, ¿cuáles?
¿Cómo se ha reinventado frente a todos los cambios que plantean las nuevas tecnologías?
Yo no sé si me he reinventado, lo único cierto es que sigo vigente como la periodista victimaria del entretenimiento, la mala del paseo, imagínense cuántos años llevo en ese rol. Siempre el referente en la divulgación de “supuestos” secretos soy yo, así es que algo tuve que haber hecho bien para que a través de los años continúe siendo a la que nombran siempre. A mí me siguen llamando, me siguen consultado, porque llevo muchos años y conozco el medio, pero jamás publico nada sobre mi vida privada. Sigo haciendo lo de siempre: dar información veraz del entretenimiento y opinar en algunas oportunidades, pero sin juzgar ni condenar a nadie. Eso sí, no vendo anuncios publicitarios.
¿Qué significa tener éxito?
Que lo que uno hace incide en las personas que lo ven, lo leen o lo escuchan. Me sorprende que todos hablan de lo malo que he hecho y me he encontrado con una serie de testimonios de cosas buenas y que ni siquiera recuerdo. Todelar quedaba al lado del Ballet de Anna Pavlova, y alguna vez recibí una carta de una oyente contándome que el sueño de su hija era estudiar ballet, que tenía talento pero que eran pobres y no contaban con los recursos. Llamé a la maestra Consuelo Díaz, la directora, y le entregué la carta, le pedí que le hiciera una audición y ella aceptó. Al cabo de un tiempo, me enteré de que la academia le había dado la beca y ahora la niña era la primera figura de una de las compañías de ballet más importantes del mundo. Creo que era el Ballet de San Francisco. Consuelo la llevó un día al programa y la joven me dijo: “pude estudiar gracias a la beca que logré con la carta que usted le entregó a Consuelo”. Ni siquiera la conocía, y Consuelo lo confirmó: “ella fue la niña a la que le abriste la puerta, yo le di la beca y mira hasta dónde llegó”.
Recuerdo otra anécdota. Iba subiendo por la calle 85 y unos muchachos malencarados me rodearon, pensé: me van a robar, en eso apareció un tercero, el jefe de la banda, y se me acercó, “no se preocupe patroncita, a usted no le va a pasar nada, al contrario, nosotros la vamos a cuidar”, “¿qué?” “Sí, es que, gracias a usted, mi cuchita no perdió la vista. Usted no sabe, pero yo sí. Yo en la cárcel me enteré de que mi cuchita estaba perdiendo la vista. Nosotros escuchábamos su programa y me dijeron, escríbale a la Negra Candela que ella ayuda a mucha gente, y así lo hice”. En ese tiempo, yo era la imagen del Centro Ocular de Miopía Doctor Rincón y, al recibir la carta, se la envié al director de la clínica, el periodista y escritor, Gilberto Castillo, él le autorizó la cirugía sin ningún costo y hasta ahí supe.
Qué piensa de estos personajes:
VICKY DÁVILA: Son muy respetables las preferencias políticas de Vicky, pero en mi opinión perdemos a una muy buena periodista para ver nacer a una política que está en embrión nada más.
AMPARO GRISALES: Hay que admirarle el tesón, la perseverancia, porque siendo la Diva que nosotros descubrimos, ella se mantiene en otra faceta histriónica. No como una buena actriz, porque en mi opinión ella nunca lo ha sido, pero se ha sabido reinventar y eso no es fácil.
MARGARITA ROSA DE FRANCISCO: Con el tiempo sacó el talento tan impresionante que tiene para actuar. Porque la conocimos como La Modelo Cromos, luego fue reina, después actuó en Gallito Ramírez… su vida era muy diferente a la que tiene ahora. Se convirtió en una crítica muy conocedora de la política colombiana, con una firmeza de carácter que en su primera época no se le adivinaba.
GUSTAVO PETRO: Le admiro su tenacidad y su fortaleza, porque como le ha ido tan mal en la presidencia de la República, por las críticas, otro ya hubiera tirado la toalla con semejante oposición tan delirante. Creo que él es muy consciente de lo que significa ser el primer representante de la izquierda que llega al poder. Ha desarrollado el carácter que tiene para minimizar los ataques, para irlos anulando, eso es de una persona inteligente. Que sea errático en algunas cosas, bueno, creo que todas las figuras políticas se equivocan, es parte del aprendizaje.
VERÓNICA ALCOCER: Me encanta. Es una mujer que tiene personalidad, es auténtica, muy alegre, y se burla de los demás como se burla de ella misma.
¿Cómo ve la situación de los medios de comunicación en Colombia y en el mundo?
Muy difícil, la llegada del internet acabó con los medios de comunicación convencionales, pero, sobre todo, con la mística que teníamos los periodistas de nuestra época; hacíamos nuestro trabajo con pasión, lo guerreábamos, porque asumíamos posiciones y las defendíamos. Nos exponíamos. Ahora se volvió todo tan facilista y con la aparición de los influenciadores que viven y se alimentan de las informaciones que generamos los periodistas. Nosotros sí investigamos, sí tenemos las fuentes, y ellos lo único que hacen es copy–page, que es una dicha. Eso ha llevado a que el periodismo de verdad haya perdido mucho terreno.
¿Vale la pena en este tiempo estudiar periodismo?
No creo. No, nooooo, no vale la pena. Lo que se impone es copiar lo que hacen otros. En las redes hay como 50 Negras Candela y se dedican a darle eco a todo lo que yo escribo. Los puestos importantes en los medios son para los políticos retirados que terminan escribiendo. Cualquiera hace entrevistas, incluidos los mismos actores que deberían ser los protagonistas. Ellos se fueron para la otra orilla y se volvieron periodistas, entonces qué, ¿con semejante competencia?
Empezó haciendo periodismo cultural. ¿Cómo fue migrando a la farándula, al espectáculo?
Hice mis prácticas en la Radio Nacional donde presentaba Pentagrama. Mi turno era de cuatro horas, y en el “turno del bombillo”, que era a las nueve de la noche, me ponía a recorrer los estudios de Inravisión y me enteraba de muchas cosas. Al tiempo, hacía prácticas de periodismo escrito en El Espectador, en deportes, luego salió una revista, As Deportes, y me contrataron, pero solo duró un año. El día de la despedida llamaron a Fernando Garavito y a Néstor Espinosa y les dijeron: estos periodistas se quedan sin puesto, ¿los pueden incorporar? Néstor Espinosa me llamó a VEA, yo llegaba y contaba todo lo que me enteraba y tenía mucho humor para relatar lo que veía, entonces él sentenció: “Todo lo que cuentas, escríbelo”, y me creó una página: Pantachica. Así comencé a hacer periodismo de entretenimiento y ahí me quedé. El periodismo del entretenimiento me encontró a mí, yo no lo busqué… jajajaja…
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