DESCUBRE CUÁL ES TU TIPO DE APEGO
Existen diferentes maneras en las que nos vinculamos con nuestros seres queridos (como familiares, amigos y pareja). Estas formas en las que nos comportamos al relacionarnos con los demás se ven determinadas por nuestra personalidad, así como influenciadas por patrones que se crean desde la infancia.
Por Natalia Rosalem Guzmán
Psicóloga Fundación Universitaria Konrad Lorenz
Es agradable, y podría decirse que hasta utópico, pensar que somos seres con libre albedrío que somos capaces de forjar nuestros destinos. Sin embargo, existe una realidad innegable y es que nuestra infancia nos moldea y forja los comportamientos que tendremos a lo largo de la vida.
¿Qué es el apego?
El apego es el proceso por medio del cual las personas establecen y mantienen una relación o lazo emocional. El psicólogo John Bowlby, durante los años 60, planteó la teoría del apego, que hace referencia a la forma en la que los niños mantienen esa relación especial –que mencionaba anteriormente– con su cuidador y cómo esta conexión se ve reflejada en su desarrollo temprano y en las relaciones sociales posteriores.
La forma en la que nos expresamos e interactuamos con nuestros amigos y pareja tiene origen en la relación que se mantuvo con el cuidador en los primeros años de vida. La manera en la que el cuidador sostuvo ese vínculo en las primeras etapas de la vida como lo son la infancia y adolescencia, momentos vitales para el desarrollo, es crucial y dejará una huella en el individuo.
A continuación vamos a explorar los 4 tipos de apego propuestos por Bowlby en su teoría del apego.
-Apego seguro: Ocurre cuando confías en ti y también en los demás. La persona es emocionalmente sana. La teoría del apego advierte que un niño que crece con un cuidador estable emocionalmente y presente de manera continua en su vida asegurará un adecuado desarrollo cognitivo y mental. Los bebés seguros son capaces de seguir sus impulsos para explorar el mundo pero a la vez encuentran consuelo cuando perciben una amenaza, no están sobreprotegidos por su cuidador. Sin embargo, este establece normas y límites adecuados. Las personas adultas que crecieron con este tipo de apego se sienten cómodas con la cercanía de otros, a pesar de conocer las vulnerabilidades propias y de los demás. Aceptan sin temor las emociones y los sentimientos negativos, existe tranquilidad al estar lejos de su pareja, por ejemplo, y se alegran por el disfrute del otro.
-Apego evitativo: Sucede cuando confías demasiado en ti y muy poco en los demás. La persona no está emocionalmente disponible, lo que implica que no da amor ni fácil ni rápidamente. Los bebés evitativos “se acostumbran” al abandono o a la ausencia de su cuidador. Las madres o los cuidadores de los bebés evitativos se retraen emocionalmente cuando los niños están tristes y evitan el contacto físico, lo que genera personas que prefieren ocultar sus sentimientos y emociones causando independencia emocional, esto implica que son personas que no confían en nadie a la hora de resolver un problema. Evitan las relaciones afectivas porque temen entregarse o abrirse emocionalmente.
-Apego ansioso: Ocurre cuando no confías en ti pero sí confías en los demás. Esto genera dependencia emocional y hace que la persona otorgue amor de forma rápida y fácil. Los bebés con apego ansioso están demasiado preocupados por la ausencia de su cuidador para explorar el ambiente, además tienden a reaccionar extremadamente agobiados (gritos y llantos). Estas personas se caracterizan por tener mucho miedo al abandono, tienden a sobrepensar las situaciones y percibir pequeños cambios de humor por parte de la otra persona como una amenaza
inminente en el vínculo que sostienen. Necesitan que su pareja reafirme constantemente los sentimientos que tiene por él o ella y, para disminuir la ansiedad que les genera una posible separación, tienden a comprometer sus límites, es decir, complacer o poner las necesidades de los demás sobre las propias para evitar el conflicto y el abandono.
Apego ambivalente o desorganizado: Sucede cuando no confías en ti y tampoco en los demás. Las personas no aplican límites claros y a su vez tienen dificultad para dar y recibir amor. Quienes tienen este tipo de apego poseen rasgos tanto del apego de tipo ansioso como evitativo, hay una incongruencia total en lo que sienten y lo que expresan. El origen de este tipo de apego se debe a que la presencia del cuidador en la infancia era intermitente. Los cuidadores de este tipo de niños tienden a prometer cosas que luego no pueden cumplir, lo cual genera un fuerte miedo al abandono y a la intimidad. El principal rasgo de estas personas es la desconfianza, lo que implica que generen patrones desorganizados de conducta frente a las relaciones interpersonales, esto trae consigo que las personas no sepan si actuar de forma cariñosa o distante, dificultad para identificar y regular las propias emociones, dificultad para comunicarse, y miedo a sentirse vulnerable.
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