LA IMPORTANCIA DE EXPRESAR LAS EMOCIONES
Es común escuchar expresiones como: “¿vas a ponerte triste por eso?”, “los hombres no lloran” o “¿Por qué tienes que reaccionar así?”; frases que además de ser totalmente invalidantes, demuestran la connotación errónea que tiene la sociedad con respecto a la manifestación emocional.
POR NATALIA ROSALEM GUZMÁN
Psicóloga Fundación Universitaria Konrad Lorenz
FOTOS PIXABAY
Emociones. Experimentadas por todos, pero comprendidas por muy pocos, poseen un papel fundamental en la vida diaria. La emoción es un proceso psicológico, complejo y difícil de explicar, que prepara al individuo para adaptarse, sobrevivir y responder a las exigencias del entorno. Su desarrollo implica una serie de estímulos relacionados con el procesamiento cognitivo, cambios fisiológicos y patrones de expresividad y comunicación que al final no son observados directamente, sino más bien deducidos del comportamiento de cada persona.
Además de estos procesos internos que ocurren a la hora en que se manifiestan las emociones, están ligadas también con factores externos que han sido aprendidos a lo largo de la vida del individuo como, por ejemplo, sus repertorios conductuales o la forma en que se anticipa, hace planes y toma decisiones.
Esto lleva a comprender las emociones como un fenómeno compuesto por unidades pequeñas de comportamiento ligado al aprendizaje previo, que resultan realmente importantes a la hora de identificar situaciones alarmantes.
Función social
Lo que muchos desconocen es la función social tan importante que tienen las emociones. Estas permiten que las personas logren comprenderse, es decir, dan paso a la empatía; lo anterior, ligado a que facilitan que se pueda predecir el comportamiento futuro de los demás y, de esta forma, afianzar las relaciones interpersonales.
Cada emoción tiene una función específica en los seres humanos. Conocerlas permite mayor entendimiento al momento de experimentarlas. Estos son los objetivos de algunas de las emociones básicas, aunque es necesario saber que a partir de ellas se dan otras más complejas.
- La alegría permite disfrutar, generar actitudes positivas hacia uno mismo y los demás, establecer y favorecer las relaciones interpersonales, sensaciones de vigorosidad, motivación, mejora de procesos de aprendizaje y flexibilidad mental.
- La ira incrementa la energía necesaria para reaccionar a la autodefensa o el ataque. Ayuda a eliminar aquellos obstáculos que impiden conseguir los objetivos deseados o que generan frustración.
- El temor es quizás la emoción más investigada, su función está relacionada con la búsqueda de protección, pone a la persona en alerta y facilita las respuestas de escape ante situaciones de peligro.
- La tristeza tiene como objetivo la reflexión y el reencuentro consigo mismo para posteriormente buscar la integración al grupo. Permite, además, valorar otros aspectos de la vida que no son normalmente tenidos en cuenta por la persona cuando no experimenta esta emoción.
- El desagrado suele estar relacionado con el rechazo a estímulos aversivos o situaciones dañinas para la salud. Facilita potenciar hábitos saludables, por ejemplo, evitar comer algo podrido.
- La sorpresa tiene la función de orientación y exploración. Hace que surjan reacciones ante situaciones novedosas.
Si bien la inhibición o represión de las emociones también tiene una función social específica a la hora de mantener la dinámica del grupo estable, en otros momentos puede más bien causar malos entendidos, como reacciones indeseables que hubiesen podido ser aclaradas en caso de que los demás conocieran el verdadero estado emocional de los implicados.
La expresión emocional resulta entonces ser un evento saludable, debido a que reduce el trabajo fisiológico de quien lo experimenta y además permite crear redes de apoyo.
Esto lleva a concluir que, así como es sano liberar lo que se está sintiendo, también es importante discriminar el momento y la forma adecuada para abordarlo. La inteligencia emocional ayuda a darle un mejor manejo a la expresión de las emociones.
Inteligencia emocional
El concepto de inteligencia emocional propuesto por el psicólogo Daniel Goleman, hace referencia a la capacidad de motivación personal, regulación de los estados de ánimo y comprensión tanto de las emociones propias como las de los demás, para de esta forma generar empatía.
Para afianzar la inteligencia emocional, es importante tener en cuenta estas herramientas:
- Autoconocimiento emocional: Hace referencia al reconocimiento de las experiencias propias. Identificar las habilidades y puntos débiles, permite administrar de mejor forma el comportamiento.
- Autocontrol emocional: Saber expresar lo que se está sintiendo es una forma adecuada de dominar las emociones. Se ha encontrado una fuerte relación entre las habilidades comunicativas con la autorregulación de las emociones. El hecho de no dejarse llevar por los impulsos emocionales, sino más bien gestionarlos, son formas de reflexión y dominio de lo que se experimenta.
- Automotivación: Es la capacidad que impulsa a las personas a alcanzar sus metas a pesar de las situaciones adversas que se puedan presentar. Tener objetivos claros a corto y largo plazo, acompañados de emociones como el optimismo e interés permiten enfocarse en las metas y no en los obstáculos.
- Empatía: Reconocer y validar los estados emocionales de las personas del entorno, así no sean expresados verbalmente, es una habilidad que permite establecer vínculos más estrechos y duraderos. Este reconocimiento en el otro lleva además a no juzgar, ni presionar el proceso emocional de los demás.
- Relaciones interpersonales: Es la capacidad para relacionarse con otras personas e identificar por qué se comportan de cierta manera, para así reaccionar de forma razonable a lo que digan o hagan.
Cada dimensión puede ser trabajada gracias a la ayuda psicológica profesional o el feedback de personas cercanas, a las que se les tenga confianza para hablar sobre los estados emocionales vividos, sin temor a ser juzgado. Entender que los estados emocionales son innatos al ser humano y completamente normales llevará a sentirse mejor si se identifica una emoción con la que no se está del todo cómodo.
Por tanto, no son malas las emociones, ni las que comúnmente son percibidas como negativas. Cada una tiene una razón para estar presente en la vida diaria. Así que, llorar no es de débiles, como se cree, ni expresar el enojo es sinónimo de agresividad, por mencionar algunas. Más bien, es un proceso adaptativo que es inherente al ser humano y que puede ser regulado si es necesario, sin llegar al extremo de controlarlas en exceso, situación que originaría problemáticas tanto físicas como mentales.
LO POSITIVO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ES QUE PUEDE SER POTENCIADA. DESCUBRE LOS BENEFICIOS DE APRENDER A GESTIONAR LAS EMOCIONES.
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