¿Símbolo nacional el carriel?, ¿es mejor el costal?
Por ALEJANDRO MUÑOZ GARZÓN / Tomado de La Nueva Prensa
– Disculpe, ¿qué vale un carriel?[1]
– Eso depende, mi don. Tenemos el carriel manos libres en negro o el carriel tradicional tipo nutria que vale 235 mil devaluados pesitos. También tenemos el carriel tradicional cosido a mano que le cuesta 470 mil pesitos y el carriel tradicional tipo nutria también cosido a mano de 520 mil pesos. Ahora sí, usted lo que quiere es un carriel especial y personalizado, podemos hacérselo.
Tenemos presupuestos desde 600 mil hasta un milloncito, dependiendo su gusto y sus exigencias de acabado y materiales.
Me pregunto, ¿a cuántos colombianos beneficia que el carriel sea reconocido por nuestro honorable congreso de la república en pleno, como un patrimonio nacional? Es de imaginar y suponer que si hoy hay que disponer de 235 mil pesos a un millón para obtener un carriel según el gusto del consumidor y después del reconocimiento a este nuevo símbolo nacional, muy seguramente su precio pasará a fluctuar entre el millón y medio y los tres millones.
Entonces, viene la pregunta del millón, ¿con los precios actuales y los futuros, ¿quién diablos compra un carriel? Dan ganas de llorar, ver cómo los honorables padres de la patria esta vez no dedican su tiempo a dormir o hablar por celular, sino que pierden impunemente el tiempo deliberando para sacar en dos boleones la nueva ley de la república, por medio de la cual se nombra como símbolo y patrimonio nacional: El Carriel.
En un país sumido en el caos y la desesperación, en medio de la incertidumbre y la pobreza; azotado por la infamia y la injusticia, carcomido por el germen putrefacto de la corrupción y el virus pandémico de la violencia, su honorable congreso de la república se reúne a disertar sobre un carriel; cuando la cifra de muertos sube por la inseguridad que reina en las calles y millones de desempleados mueren de angustia de este encierro obligado en el que escasean las ayudas de unos gobernantes que campean orondos y desentendidos de su realidad circundante, pues lo único que les preocupa en este momento es crear un nuevo símbolo patrio, conocido únicamente en Antioquia y al que muy a mi juicio humilde y respetuoso no representa a la mayoría, ni mucho menos nos enorgullece a los que nunca hemos tenido uno, pues nos criaron sin esa tradición por ser de otro lugar muy distinto y lejano al antioqueño.
Acorde con la perdedera de tiempo, propongo a los honorables congresistas, que se estudie mejor la posibilidad de cambiar de símbolo. Y, en vez de nombrar el costoso carriel mejor denle ese título por un humilde, útil, necesario y barato al Costal. ¿Cuántos conocen un carriel? Los nacidos en Antioquia, no todos, y de eso estoy seguro. ¿Cuántos conocen un costal? Todos los colombianos, sin excepción. Con absoluta seguridad el costal posee mejores índices de aceptación y reconocimiento que todos nuestros afamados presidentes y honorables parlamentarios juntos.
– Disculpe, ¿cuánto vale un costal?[2]
– Tenemos costal desde 2 mil pesos la unidad, en cabuya; hasta costales tradicionales en fique pintados o estampados en tres colores hasta 25 mil pesos la unidad. También tenemos costales remendados y sin lavar a mil pesos la unidad. Sí Usted compra más de 100 unidades se los dejamos a 500 pesos.
¿Quién añora y cuida un costal? Está comprobado: más los pobres que los ricos. Y no olvidemos que los pobres somos mayoría. Pobre que se respete tiene un costal en su rancho o bajo del puente en el que duerme después de un desalojo y han tenido que cargar en un costal sus escasas pertenencias cada que tienen que salir corriendo de un pueblo atacado por la guerrilla o los paramilitares y en el peor de los casos, es en costales en los que han tenido que recoger y enterrar a sus muertos ante la absoluta falta de dinero para hacer funerales medio decentes, muchas veces ante el total desentendimiento de los gobernantes. Y no olvidemos que es en costales donde los ricos también muchas veces llevan al banco sus ganancias y es en costales donde guardan sus mercancías en tiempo de hambruna, para poder acaparar disparando los precios y enriquecerse más con la necesidad de los más pobres.
El costal reina por excelencia en la vida diaria de todos los colombianos; muchos jornaleros lo usan de delantal, obreros de la construcción lo utilizan de protector, también para limpiar el barro de sus zapatos a la entrada de la casa, pues sirve como tapete, de alfombra, de mosquitero, de cortina, de estropajo a la hora del baño y en el peor de los casos cuando no es para acostar el perro, el costal sirve de sobresanaba y hasta de cubrelecho. En un paseo el costal sirve de mantel, también de limpión en el asado y hasta de gabardina con capucha cuando el invierno acosa. En cualquier faena de campo o diligencia engorrosa de ciudad, ¡el costal es el rey! En los negocios, sea el que sea el costal está presente, sin duda el costal es el elemento más autóctono del colombiano, porque es una prenda nacional más, un utensilio imprescindible, un sello social de trabajo y esfuerzo, un verdadero símbolo y patrimonio colombiano que adorna todos los paisajes habidos y por haber en el territorio entero, sin importar clima, vegetación o ambiente, el costal siempre esta presente. ¡A la bio, a la bao, a la bim bom bao, el costal, el costal, ¡ra, ra, ra!
El costal, sin lugar a dudas, ha estado en las buenas pero mucho más en las malas de cuanto evento nacional se nos ocurra. Lo vemos en los carnavales, en las ferias y fiestas de todos los pueblos, en las procesiones, en los sepelios, en el paseo de olla al rio, en los bazares y con tristeza hay que decirlo también los vemos en las inundaciones, en las avalanchas, en los derrumbes y con dolor hay que registrarlo, muchos campesinos nuestros lo han usado de pañuelo para enjugar no solo su sudor sino sus lágrimas después de sobrevivir a una matanza.
Así lo vivieron con horror y dramatismo decenas de humildes hombres y mujeres que sobrevivieron a las masacres de El Aro, Apartadó, Santa Bárbara, Segovia, El tomate, Chengue y La Mejor Esquina; solo por nombrar algunas por donde el carriel ha sido testigo mudo y el costal sigue cargando las cientos de pruebas judiciales, los procesos notariales y las toneladas de archivos procesales que hoy parecen no conducir a ninguna parte.
Mientras deliberan para ensalzar un costoso carriel honorables congresistas, les recomiendo revisar el costal que guarda los procesos investigativos de 100 lideres sociales asesinados en lo corrido de este año 2020, por favor no olviden el costal que contiene los procesos investigativos de los 250 lideres sociales asesinados en el 2019, y les recomiendo revisar el costal que contiene los procesos investigativos de los 282 lideres sociales asesinados en el 2018. Por favor señores parlamentarios, guarden en su nuevo símbolo y patrimonio nacional el número de 632 lideres asesinados y jamás olviden que sus procesos judiciales yacen archivados en humildes y sucios costales de fique.
Porque curiosa e irónicamente mientras el carriel guardaba la lista de las victimas y las balas asesinas, el costal estuvo listo para socorrer a los heridos, recoger las evidencias y tapar a nuestros muertos…
[1] (*1) Cotización telefónica hecha en las tiendas SALVARTE de propiedad de Tomás y Jerónimo Uribe.
[2] Cotización telefónica hecha en venta de costales de fique en CORABASTOS, Bogotá.
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