GRUPO DE APOYO DE UNIANDINOS: INDIVIDUALMENTE SOMOS UNA GOTA, JUNTOS SOMOS UN OCÉANO
Este año El Grupo De Apoyo celebra su primera década con un balance muy positivo y enriquecedor para la comunidad que encuentra en su soporte y asesoramiento las herramientas para asumir procesos de acompañamiento, pérdida, duelo y dolor.
FOTOS MARIANA URIBE TÉLLEZ / MAKEUP LAURA LANGUASCO
Una historia de amor que terminó en profundo duelo inspiró la creación del Grupo de Apoyo de Uniandinos hace diez años. No estamos preparados para asumir las pérdidas, los duelos y, en general, los procesos dolorosos que enfrentamos en la vida, bien sea debido a la partida de un ser amado, por rupturas familiares, o por enfermedades terminales en las que la atención se centra en el paciente y el cuidador se queda solo, relegado al “ten paciencia” que le dicen en su entorno. Nadie se ocupa de cómo los acompañantes afrontan estas difíciles situaciones.
EL ORIGEN
Ana María Saldarriaga Valderrama, Administradora de Empresas de Uniandinos, estudió Salud Ocupacional en la Universidad del Rosario, Astronomía en la Universidad Sergio Arboleda, es experta en astrología, en técnicas de relajación, reiki, mitología, herbolaria y alta magia. Socia fundadora de Astroséneca y de Argonautas, fue presidente de esos dos Capítulos entre el 2009 y el 2011 y, actualmente, es miembro de la Asamblea de UniAndinos.
Ana María perdió a su novio Fernando, su pareja por más de tres años, quien partió de esta dimensión luego de padecer un cáncer en el hígado. “Con Fernando –comenta– tuvimos un flechazo rotundo desde el primer momento en que nos conocimos, y nuestra relación fue como el noviazgo de la cuarta adolescencia, súper chévere, ambos ya éramos grandes y nos entregamos a una relación muy bonita, sin un compromiso diferente al amor y a la compañía. De pronto él se empezó a sentir mal, le hicieron unos diagnósticos fallidos, viajó con su hermano a los Estados Unidos y cuando regresó su salud estaba aún más deteriorada. Ningún médico logró diagnosticar su enfermedad. Finalmente le hicieron una ecografía y una endoscopia y descubrieron que tenía cáncer en el hígado. Ahí comenzó el tratamiento que duró unos nueve meses. Guillermo Llinás, egresado de Los Andes, también había pasado por un proceso de cáncer y lo invitó a un grupo para el manejo de las personas con esta enfermedad. También lo estuvo tratando el doctor Santiago Rojas, y empezaron a aparecer profesionales con especialidades que no sabíamos que existían: oncopsicología, oncoyoga, onconutrición…
“Fernando era un buen conversador y conoció varios grupos de apoyo. Es lo que viven los pacientes y, entre tanto, a los acompañantes todos les dicen: ‘llénense de paciencia’. Fernando me llamaba todos los días a las cinco de la mañana a lamentarse con la angustia de lo que estaba viviendo. Él hablaba de ‘la Junta Directiva de allá arriba, ¿qué tiene contra mí?’, refiriéndose a Dios y a sus ángeles. Esto significaba iniciar mi día más temprano de lo normal y con una carga emocional muy fuerte, porque no sabía cómo ayudarlo. Al final entendí que solo debía escucharlo y acompañarlo a todas sus quimioterapias. No era un ambiente agradable porque se vive el dolor y la desesperanza de las familias. Conocimos muchos niños con cáncer, y yo empecé a hacerme responsable de una persona que no tenía hijos, su madre era muy anciana, y sus hermanos hombres decían: ‘Ana María se hace cargo’. Seguimos el proceso hasta que ingresó a la clínica muy mal para no volver a salir más. Ahí hubo un momento en el que finalmente estallé como una energúmena por un detalle insignificante. Su amigo me regañó: ‘No puedes reaccionar así, él está muy mal’; y yo le explicaba: ‘Es que tú no ves todo lo que yo vengo sufriendo y que he reprimido a lo largo del tratamiento en el último año’. ‘No, –me dijo– debes tener paciencia’. Fernando murió a los tres días y, obviamente, me sentí muy mal por haber estallado, en el momento menos apropiado, con un detonante insignificante que hizo salir la ofuscación, el dolor y la impotencia acumulados a lo largo de tantos meses en los cuales no manifesté mis emociones. Fue una situación que me produjo mucha angustia y pensé: esto no puede ser algo que solo me pasa a mí, le debe ocurrir a más personas que atraviesan este tipo de circunstancias y encontré que había ‘oncodetodo’ para los enfermos, pero las personas que los acompañaban no recibían ningún tipo de apoyo, siempre nos decían: ‘tengan paciencia’.
“Empecé a indagar en cuidadores y encontré que era el común en el mundo, incluso, cuando llevaban mucho tiempo cuidando a alguien, llegaban a decir ‘no veo la hora que se muera’, que es el extremo del ofusque y de la desesperación de los acompañantes. Prácticamente nadie tiene la paciencia suficiente como para soportar las angustias que surgen en una situación tan complicada como esta. Es cuando empezamos a darle forma a la idea de crear un Grupo de Apoyo que aporte las herramientas y el respaldo en estos tiempos tan difíciles de asumir, durante meses y meses, para cualquier persona. Detectamos que había mucha gente viviendo momentos críticos como los que yo había atravesado. La primera persona que contacté fue a Germán León, psicólogo con una gran experiencia en manejo de temas de familia. El presidente de Uniandinos en ese entonces, Darío Meza, nos apoyó y nos dio luz verde para crear El Grupo. Álvaro Bacca, presidente del Capítulo de Administración de Empresas también nos respaldó, lo mismo que mis amigos de Argonautas y tantos otros compañeros que se fueron sumando. En el transcurso de estos diez años hemos recibido el apoyo de profesionales y colegas de diversos Capítulos y de todos los presidentes de Uniandinos y de su Junta Directiva. La actual administración, en cabeza de Gloria Eugenia Olaya, se siente comprometida con esta causa que tanto beneficio trae a la comunidad de Uniandinos”.
INDEPENDENCIA Y AUTONOMÍA
Germán León Morales, presidente del Grupo de Apoyo desde su creación, es Psicólogo de la Universidad de Los Andes, con Maestría en Psicología Clínica y Familia, de la Universidad Santo Tomás, y Profundización en Teoría y Práctica del Enfoque Gestalt en Psicoterapia.
“Estoy convencido –dice Germán– que cada uno da lo que tiene y, por esta razón, desde el comienzo de mi formación, he dedicado energía y recursos para prepararme y ayudar a otros. Tomé todos los seminarios que pude, primero por curiosidad y, segundo, por mi afán de crecer y generar los mejores resultados en las personas con las que trabajaba en consulta. En esta búsqueda destaco experiencias importantes. Una de ellas la tuvimos con mi hermano Carlos León, también psicólogo (hoy doctorado de la Universidad de Ginebra en Suiza), con quien estudié, y que fue muy valiosa e interesante porque nos permitió abordar –en el proceso de tesis de grado y en las primeras intervenciones profesionales– una de las problemáticas más complejas y aleccionadoras: las adicciones al alcohol y las demás sustancias psicoactivas. Allí conocimos las capacidades humanas para la manipulación, los juegos psicológicos, las brillantes formas de autosabotearse y desperdiciar el potencial humano existente bajo todo ello. Como consecuencia, aprendimos formas de ampliar la consciencia sobre el particular y utilizar estrategias para abordar y producir perspectivas nutrientes. Este legado está disponible siempre para El Grupo de Apoyo.
“Otra vivencia altamente constructiva fue con Seminarios Insight, con quienes cursé los diferentes niveles e hice, en Chile, una inmersión profunda durante 33 días de 20 horas de trabajo, aclarando cada día más mi misión en la vida, para qué soy útil, qué puedo dar y en qué debo trabajar aún más. Estos seminarios desarrollan la metodología creada por John Rogers y el mejor equipo de facilitadores de procesos de desarrollo del potencial humano que he conocido, así como los más exigentes. Han trabajado con exploradores del mundo de la mente y con celebridades de Hollywood, con deportistas de alto rendimiento, y con personas como yo, frente al desafío que definen esos seminarios: ‘El mayor reto no es el espacio exterior; es el espacio interior. La última frontera está en el interior’. Allí cambié culpas acumuladas por estrategias de crecimiento y una mejor consciencia sobre mi autoestima. He participado en decenas de entrenamientos más. No pierdo la costumbre de formarme. Actualmente estoy trabajando con el enfoque Be Positive (B+) que apoya la filosofía de Martin Seligman, uno de los presidentes de la Asociación de Psicólogos Americanos (APA), que un día se cuestionó por qué la psicología se enfocaba preferiblemente en lo negativo, buscando con énfasis lo patológico, el cómo hacernos daño… Este especialista dio un vuelco para buscar lo positivo, aquello con lo cual se puede construir. De ahí nace la filosofía de la Psicología Positiva, con la que trabaja B+.
“Con este aprendizaje acumulado y, especialmente, con la calidad humana y profesional de los invitados a las conferencias, con los lanzamientos de sus libros, las investigaciones, las experiencias compartidas, las expresiones artísticas y demás intervenciones, brindamos a la Comunidad UniAndina, a sus familiares y amigos, el soporte y el asesoramiento que pueden encontrar en las invitaciones de nuestro Grupo de Apoyo. Lo hacemos desde el respeto por la exploración de cada uno en su búsqueda por la independencia, la autonomía y la mejor versión de sí mismos. Procuramos transmitir, desde nuestra misión, que las personas digan: ‘Sí, estoy tomando consciencia de mi ser, soy más autónomo’. El poder ayudar a que la gente vaya encontrando mayores opciones a la eterna pregunta ¿quién soy yo?, no siguiendo los modelos exteriores, sino mirando hacia dentro para encontrar y dar lo mejor de cada uno. Eso es lo que nos gratifica.
Cada consultante, cada experiencia de grupo, es otra forma de realización para los que hacemos psicoterapia o quienes colaboran con nosotros desde su disciplina, entendiendo otras maneras de ver el mundo que nos rodea, y que es parte de un proceso que no termina”.
¿Cómo canalizan la ayuda a las personas?
Germán León: Empezamos hace diez años convocando a los asociados que tenían a un familiar, a una persona cercana con una enfermedad terminal. Fue cada vez más claro que “los cuidadores”, que se han ganado nuestro respeto, necesitan formación. No se trata de cuidar armados solo con su concepción de amar. Es importante que aprendan lo que mejor puedan acerca de sí mismos y cómo vivir con alguien que no puede valerse de manera autónoma, sin saber siquiera cuánto tiempo tomará el proceso. Hay cuidadores que se olvidan de sí mismos, que dejan de lado sus propios proyectos porque viven en cuerpo y alma para el cuidado del otro. Uno de los primeros pasos fue tomar conciencia sobre esta dependencia. Con los años nuestra misión ha evolucionado con las expectativas de quienes asisten a los eventos y todo va apuntando hacia temas como el desarrollo personal y la calidad de vida.
Con un cuerpo de profesionales voluntarios, de múltiples disciplinas, nos encargamos de darles los elementos con los que aprendan a equilibrar esa forma de ayuda, sin olvidarse de sí mismos y de sus necesidades.
Con motivo de nuestros diez años brindaremos nuevamente asistencia terapéutica, esta vez en una experiencia grupal de varias sesiones, de manera presencial en Bogotá y virtualmente para quienes se encuentran en otras regiones y países. La única inversión de quien desee participar será su compromiso. Atendemos no solo a los Uniandinos sino también a las personas que son referenciadas por nuestros afiliados. Contamos con el respaldo de profesionales en diversas disciplinas médicas, psicológicas y artísticas para reforzar y enriquecer nuestra programación. Todo con el objetivo de acompañar a las personas para que crezcan y que ellas puedan facilitar el crecimiento de quienes están a su alrededor.
Hemos trabajado técnicas artísticas muy enriquecedoras porque cuestionan, por ejemplo, la vida familiar, que nos lleva a reflexionar sobre el manejo de las relaciones. Una experiencia muy interesante con el teatro que nos enseña a manejar habilidades sociales; la musicoterapia, la danza, la pintura… La gente se lleva lo que le sirve y lo adopta y adapta según sus necesidades. Trabajamos también con profesionales que se han formado en meditación y han compartido sus saberes como una forma de centrarnos, de enfocarnos en el aquí y el ahora, viviendo el presente, sin la depresión de vivir en el pasado, y sin la ansiedad que nace de anclarnos en el futuro. Son técnicas que nos llevan a transformar nuestro entorno en el presente. El pasado toca aceptarlo, no podemos cambiarlo, pero esa experiencia es importante. Y vivir sin preocuparnos con respecto a lo que nos depara el futuro. Empezamos a asumir la relevancia de mirar hacia dentro.
Germán León expone estas recomendaciones
- Aceptar que nos movemos entre dos extremos existenciales ineludibles: El nacer y el morir y debemos atender al primer cuestionamiento que emerge de ahí: ¿Qué quiero hacer en el intermedio? Debemos decidir estar más presentes con nuestro ser y menos distraídos, para no olvidar que la vida es una oportunidad irrepetible.
- Frente a una de esas pruebas difíciles que aparecen en nuestras vidas, no debemos quedarnos en la rabia, la queja, la negación o el resentimiento. “¿Por qué a mí?” Es necesario aceptar que estas son expresiones emocionales naturales ante lo sucedido y que no podemos cambiar lo ocurrido. Tomar la decisión de recordar lo mejor que sucedió con esa persona y el aprendizaje que deja la pérdida. En la vida no todo es color de rosa y aceptamos que el sufrimiento provoca diferentes estados emocionales que debemos superar. Sentir dolor o rabia está bien, pero no van a durar toda la vida, y nos permiten aceptar que hay situaciones que nos enseñan, que dejan un legado con lecciones de vida.
- Está bien permitirnos ser apoyados, cuando nos damos cuenta de que no siempre podemos resolver solos algunas situaciones.
Ana María Saldarriaga: La salud ocupacional empieza desde la casa. Todos debemos escuchar a nuestros cuerpos y cuidarlos. Hemos tenido expertos en muchas disciplinas, incluso invitados internacionales de renombre como una tanatóloga mexicana que enseña a asistir a las familias que enfrentan el proceso de muerte de su ser querido, estudiar lo que sucede cuando se va el enfermo, existen estrategias para superar los dolores emocionales. Entendimos que las muertes no solo están relacionadas con la partida de una persona amada sino que también se presenta la “muerte” por el doloroso desprendimiento de un familiar que sigue vivo pero que no puede seguir formando parte de tu vida porque no es una relación sana; el proceso doloroso de perder un trabajo; las adicciones; los divorcios… Todos estos dolores requieren de un acompañamiento para manejarlos de la manera adecuada.
El objetivo del Grupo de Apoyo de Uniandinos ha sido brindar herramientas, desde diferentes ópticas alternativas y paliativas, a los asociados que buscan respuestas, acompañamiento, orientación y desahogo en las situaciones difíciles que están viviendo, tales como procesos de duelo, el rol de cuidadores de familiares o amigos en enfermedades de largo diagnóstico, y lo que requiera asesoría para mejorar su vida y su bienestar.
Para mayor información: capitulos2@uniandinos.org.co
N⁰ Cel: +57 317 3640304
https://www.uniandinos.org.co/minisitio/grupo-de-apoyo/nuestra-esencia
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