TU RESPUESTA CUANDO LA VIDA ES INJUSTA
No permitas que una época difícil te detenga de perseguir tu destino. Tu respuesta cuando las cosas se ponen difíciles es seguir adelante con fe, confiando en que Dios te compensará.
POR JOEL OSTEEN / FOTOS PIXABAY
El Todopoderoso tiene un gran propósito para tu vida, Él ve las injusticias y te dice: Te compensaré el doble por las cosas injustas que otros cometan contra tu vida, tengo belleza para reemplazar esas cenizas. Pero hay algo que debes hacer, no te puedes quedar solamente lamiéndote las heridas. ¿Por qué me pasó esto a mí? No pongas un signo de interrogación donde Dios ha puesto un punto aparte. La fe es confiar cuando la vida no tiene sentido. No siempre vamos a entender lo malo que nos sucede. No puedes dejar que una traición, un divorcio, una mala temporada, amargue el resto de tu vida.
No puedes quedarte ahí. Tienes la responsabilidad de volver a levantarte. No creas la mentira de que ya pasaron tus mejores días, el Señor sabe cómo recompensarte. Él se manifestará en tu vida y verás un favor mayor. Está bien sentirse herido, agraviado, porque Dios nos creó con sentimientos. No digo que tengas que ser Superman y no sentir nunca nada. Vence estos sentimientos de amargura, recupera tu pasión, porque si los usas como excusa para no avanzar, te apartarán de tu propósito. Al otro lado de la excusa hay un nuevo nivel de tu destino. Si esa persona que te hizo daño pudiera realmente arruinarte la vida, sería más poderosa que Dios, y eso no es posible; la adversidad, la injusticia, la pérdida, no detendrán el plan divino en tu vida.
No es tu culpa que te derribaran, pero es tu responsabilidad volver a levantarte. Debes tener la certeza de que Dios hace que todas las cosas obren para tu bien. Dios no te dejará en una posición de dolor, de daño, de injusticia. Maneja una nueva perspectiva: Sí, he tenido algunos infortunios, por eso mi negocio ha bajado, pero no es así como acaba mi historia. Pasé por una pérdida, fue doloroso, pero sé que el llanto dura una noche y la alegría viene por la mañana.
Nada de lo que te ha pasado es una sorpresa para Dios. Él no lo hubiera permitido si ello fuera a detener tu propósito. Lo que necesitas para cumplir tus sueños no está en lo que has perdido, se encuentra en lo que te ha quedado, toma las cartas que te quedaron y sácales el máximo provecho.
En 1 Samuel: 30, David y sus hombres llevaban varios días en una misión y al regresar vieron que los amalecitas habían entrado y asaltado su ciudad. Secuestraron a sus esposas e hijos, robaron sus posesiones, y quemaron sus casas, fue la peor derrota que David había sufrido jamás. Él estaba haciendo lo correcto, protegiendo al pueblo de Dios, y todo su mundo se vino abajo. La Escritura dice que él y sus hombres lloraron hasta que no pudieron llorar más. Por si fuera poco, los hombres estaban tan enojados que empezaron a culpar a David. No era justo que David estuviera haciendo lo correcto y sucediera lo incorrecto. No era justo que robaran sus bienes, que secuestraran a su familia, que sus hombres se volvieran en su contra… Dios no nos promete que la vida siempre será justa, no dice que, si haces lo correcto, nunca sucederá lo incorrecto; es lo que hacemos en esos momentos injustos lo que determina si nos quedamos atorados dejando que esa situación marque el resto de nuestra vida, o seguimos adelante y vemos cómo Dios nos compensa.
Si David hubiera permanecido con una mentalidad de derrota sería lo último que hubiéramos oído de él. Pero David entendía este principio: no era culpa suya que lo derribaran, no tenía control sobre eso, pero era su responsabilidad volver a levantarse. Sabía que, si se quedaba lamentando su derrota, eso lo alejaría de su destino. Al otro lado de las excusas está la expansión. Hay un nuevo nivel de tu destino. ¿Vas a quedarte con la excusa o vas a ver la expansión? Depende de si asumes tu responsabilidad y te levantas otra vez cuando te derriban.
Deja las injusticias en manos de Dios, solo haz tu parte, recupera tu pasión, recupera tu fe, recupera tus sueños. Esto fue lo que hizo que David fuera un campeón. No es que no sufriera injusticias, que nunca tuviera infortunios, pero él sabía cómo volver a levantarse. Se secó las lágrimas, se sacudió la mentalidad de derrota, y les dijo a sus hombres: levántense, vamos a atacar al enemigo. Su actitud fue: tengo un destino qué cumplir; sé que esta adversidad no detuvo mi propósito, sé que Dios me recompensará. Mira a tu Creador, mira al Altísimo, Él es el que tiene belleza en lugar de cenizas. Él es el único que puede sacarte mejor de lo que eras antes.
David y sus hombres salieron. No sabían dónde estaban los amalecitas, pero en el camino se encontraron a un hombre muy enfermo, le dieron comida y agua, le preguntaron quién era. Les dijo que era esclavo de los amalecitas, lo habían abandonado porque estaba demasiado débil; David le dijo: dime dónde están y te perdonaré la vida, y el hombre los llevó directamente al campamento amalecita. Dios sabe cómo poner a las personas correctas en tu camino, sabe cómo llevarte a donde debes estar. Los amalecitas estaban de fiesta, celebrando su victoria. A veces el enemigo celebra demasiado pronto. No te preocupes si los ves celebrando, Dios no ha terminado. David y sus hombres los atacaron, y la Escritura dice que recuperaron todo lo que habían perdido. Sus esposas e hijos salieron ilesos, recuperaron sus posesiones, y no solo eso: recogieron todo el botín de los amalecitas. Eso es lo que pasa cuando no dejas que una injusticia, un infortunio, una pérdida, te hagan desanimarte.
Lo que sucede muchas veces es que tenemos una razón para estar amargados, para renunciar a nuestros sueños. Podemos haber tenido una infancia difícil, la persona que amamos se marchó, la empresa nos despidió, no es culpa nuestra que nos derriben, pero es nuestra responsabilidad volver a levantarnos. No estaríamos hablando de David si él hubiera usado esa adversidad como excusa. Él estaba honrando al Señor, no se estaba vengando del rey Saúl. Dios está en el trono y tiene la última palabra. Lo que intentó detenerte solo te estaba preparando para algo mayor.
Tres días después de la mayor derrota de David, no solo recuperó todo, sino que Saúl murió en batalla y David fue nombrado rey. Cuando enfrentas tus mayores cruzadas, las más injustas, eso es señal de que estás cerca de ver tus mayores victorias, tus mayores logros, tus relaciones más gratificantes. El enemigo siempre lucha con más fuerza cuando sabe que estás cerca de un nuevo nivel de tu destino.
No es tu responsabilidad corregirlos. Deja eso en manos de Dios. Debes avanzar con fe, sin mirar atrás, sin dejar que las excusas te impidan volver a soñar. No te amargues por lo que no sale bien, todo está en manos de Dios, confía en que Él hace que todas las cosas obren para tu bien.
Como David, verás a Dios manifestarse en tu vida. Él hará algo inusual que te catapultará a un nuevo nivel. Tu destino no está en lo que perdiste sino en lo que te queda. Todo lo que has perdido no lo necesitabas para convertirte en quien Dios quiere que seas. Dios tomará lo que te queda, soplará sobre ello y se multiplicará. Puede que solo tengas 5 panes y 2 peces, y cuando Dios sopla sobre ellos, cuando te favorece, cuando te reivindica, cuando te restaura, lo poco se convertirá en mucho, las oportunidades te encontrarán, aparecerán las personas correctas; Dios no está limitado por lo que perdiste, tienes lo que se necesita para florecer, para prosperar, para triunfar, para hacer algo increíble.
Quién sabe a dónde te llevará Dios a ti y a tus hijos si tan solo te levantas de nuevo. Cuando sufrimos una pérdida, es nuestra responsabilidad volver a levantarnos. Es verdad que hay un tiempo para el duelo, pero no podemos dejar que una temporada de duelo se convierta en toda una vida de duelo.
No puedo prometerte que no te derribarán en la vida, pero puedo prometerte que si vuelves a levantarte Dios te dará belleza por las cenizas, Él te recompensará por los agravios. Este es un nuevo día, Dios está a punto de recompensarte por lo que no fue justo, está a punto de abrir puertas que nunca soñaste que se abrirían. La mejor parte de tu vida aún está delante de ti. Esta es la clave: al enemigo le encantaría que te quedaras atorado, enfocado en tus heridas, en lo que te hicieron, lo que no conseguiste, no caigas en esa trampa. Tu respuesta cuando la vida es injusta es avanzar con fe sabiendo que Dios todavía está en el trono, y que Él hará que todo obre para tu bien. Si haces esto, yo creo y declaro que Dios te va a promover frente a la gente que intentó frenarte, de ese rechazo surgirán nuevos niveles para tu destino, algo mejor de lo que has imaginado. Amén.
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