Desde la Psicogenealogía: La “divina locura” de Salvador Dalí
“Me rehúso categóricamente a considerar que el surrealismo es otro grupo artístico literario. Creo que fue capaz de liberar al hombre de la tiranía del mundo práctico y racional”. Salvador Dalí
POR MARTHA LUCÍA RAMÍREZ SUÁREZ
Especialista en Desarrollo Humano
Experta en Psicogenealogía y Psicoenergética
FOTOS www.salvador-dali.org / Fundación Dalí / Museo de Barcelona
Sumergirnos en el psiquismo de un genio creativo como Salvador Dalí no es tarea fácil, implica primero entender el contexto histórico o mejor, en palabras de Dalí, el “escenario público” donde su excéntrica personalidad, marcada por un evidente narcisismo llegando al límite de la melomanía, se manifestó desde muy temprana edad, generando a su alrededor odios y amores.
Amante de los excesos, el lujo, y del arte en todas sus manifestaciones, a lo largo de su exploración vivió los procesos que marcaron la historia del siglo XX: desde los estragos producidos por la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y los gobiernos dictatoriales de su natal España, hasta la revolución del Psicoanálisis, el descubrimiento de la estructura molecular del ADN, el surgimiento de los grandes diseñadores de la alta costura europeos y el nacimiento del surrealismo en el arte.
Todos estos acontecimientos marcaron el psiquismo creativo de este prolífico artista que incursionó con versatilidad en los campos del arte: fue pintor, escultor, amante de la fotografía y del performance, escritor, escenógrafo, publicista, diseñador, además de colaborador con los grandes del cine de la época como Luis Buñuel, Walt Disney y Alfred Hitchcock. Inspiró a otros grandes artistas y diseñadores como a Coco Chanel y Elsa Schiaparelli, y su influencia la vemos actualmente en los diseños de Agatha Ruiz de la Prada y en el dúo mexicano de diseñadores Malafacha.
Veamos ahora la psicogenealogía de este extraordinario personaje portador del surrealismo como estandarte de sus múltiples facetas. Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí y Domenech nació el 11 de mayo de 1904 en Figueras (Cataluña, España). Fue el segundo hijo de Salvador Rafael Aniceto Dalí y Cusi, abogado y notario exitoso, y de Felipa Domenech Ferres, quien siempre lo apoyó amorosamente. El primer hijo de la pareja llamado Salvador Galo Anselmo murió a los dos años de nacido de una infección intestinal el 1 de agosto de 1903. Al parecer, la madre tenía un mes de embarazo de nuestro fantástico artista, situación que a la luz de la psicogenealogía genera en la psiquis la orden de tener que “ser” un sustituto, un reemplazo del original, lo que se acentúa debido a que llevaban el mismo nombre, esta condición siempre fue una perturbación para Salvador Dalí y le generó una crisis de identidad temprana, ya que a la edad de 5 años sus padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación.
Desde la psicogenealogía, este sería el origen de su excentricidad, de su necesidad permanente de llamar la atención y de su temprana rebeldía e irreverencia. Sumado a esto, Salvador Dalí llevaba el mismo nombre del padre, lo que le da la orden inconsciente de tener que “ser” como él; y el nombre de su madre, Felipa, en masculino, Felipe.
Su padre, Salvador Rafael Aniceto, también fue segundo hijo nacido a los pocos meses del fallecimiento de su primera hermana, Aniceta Francisca Ana Dalí, quien murió de un año de edad, por lo cual él también fue un reemplazo, pero en este caso de su hermana, que llevaba su mismo nombre (Aniceta, femenino de Aniceto). El hecho de que ambos fueran segundos hijos dentro del clan familiar con el mismo patrón de nacimiento, los predisponía a manifestar una marcada energía psíquica femenina denominada “ánima”, por el pionero de la psicología profunda, Carl Jung, la cual Salvador Rafael Aniceto no manifestó explícitamente por llevar el nombre y, por ende, el mandato de tener que “ser” como su abuelo Salvador Manuel Sebastia.
Contrariamente para Salvador Dalí, el genio creador, este impulso psíquico femenino se exacerbó al llevar el nombre de su madre, ya que también le daba el mandato de tener que “ser” como ella; su “ánima” se manifestó en su gusto por la moda y en sus arranques de “diva histriónica” como lo catalogaron algunos de los detractores de la época. Este motivo pudo haber sido también la causa de su cuestionada vida sexual, en la cual siempre manifestó pánico al contacto físico, situación que le generó una marcada obsesión por la masturbación, a la cual hizo alegoría en su pintura El gran masturbador, a la edad de 25 años.
Fue vinculado sentimentalmente con Federico García Lorca, lo cual él siempre negó asegurando que llegó virgen a su matrimonio. También era conocida su obsesión por el voyerismo. Lo cierto es que su ambigua condición sexual, con el correr de los años se fue tornando andrógina, y así lo plasmó en sus obras pictóricas, recordemos que en su subconsciente tenía la tensión psíquica de ser el reemplazo de su hermano muerto, Salvador Galo Dalí, y por identificación con su padre, el reemplazo también de la hermana muerta de su padre, Aniceta.
En el verano de 1929, durante su estancia en Cadaqués, conoció a la artista surrealista rusa Elena Ivanovna Diakonova, once años mayor que él, quien estaba casada en ese momento con un poeta francés. Fue amor a primera vista y Dalí la bautizó: Gala. En su libro La Vida Secreta, publicado en 1942, escribió: “Estaba destinada a ser mi Gradiva (este nombre proviene del título de una novela de Wilhelm Jensen, cuyo personaje principal es Sigmund Freud. Gradiva es la heroína y lleva a cabo la cura psicológica del protagonista)”.
Según los investigadores de la vida del que ha sido considerado el máximo exponente del surrealismo, “a Dalí le encantó Gala desde la primera vez que la vio, con su aire andrógino, sus ojos oscuros y la nariz aguileña. La describió como un ‘efebo en femenino’, y creyó reconocer en ella un amor de infancia”. Desde la mirada psicogenealógica, ella representaba totalmente el “animus” o energía psíquica masculina (término propuesto por Carl Jung). Ella era la manifestación exterior perfecta, proyectada desde su subconsciente identificado con su hermano muerto Salvador Galo Dalí, y es desde estas profundidades de la mente donde nace realmente el nombre de Gala, su musa inspiradora, por eso la sentía tan cercana y la asociaba como “un amor de infancia”.
La psicogenealogía aborda la posición existencial de Salvador Dalí como muy compleja psíquicamente, cargada de grandes tensiones según lo vimos anteriormente, y esta situación lo hubiera podido llevar a la esquizofrenia. Sin embargo, gracias a la presencia de Gala, al encuentro temprano con el arte – específicamente con el surrealismo– y a que conoció a Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis, a través de la lectura de su libro La interpretación de los sueños (1899) fue que Dalí logró liberar toda esta pesada carga subconsciente. Esto, a través de sus magistrales creaciones artísticas, con el método que él mismo diseñó y denominó paranoico-crítico, basado en la asociación libre del Psicoanálisis, y el cual describió como: “Un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”.
El poeta surrealista André Breton exaltó la técnica, afirmando que constituía “un instrumento de primera importancia” y que “se había mostrado perfectamente aplicable lo mismo a la pintura que a la poesía, el cine, la elaboración de objetos surrealistas, la moda, la escultura, la historia del arte, e incluso, de ser necesario, a cualquier tipo de exégesis”. Este método ha sido considerado uno de los mayores logros de este ícono de la genialidad y fue lo que produjo para el planeta la gran obra maestra llamada Salvador Dalí.
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“El genio tiene que pasar por encima de la locura y la locura por encima del genio”. Salvador Dalí
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