La manzana de nuestro Paraíso Perdido
El Paraíso Perdido se da para nosotros y la humanidad a partir del momento en que nuestro Yo se creyó soberbio y gran cosa tirándose al agua del conocimiento de las cosas, lo cual nos aseguraba la posibilidad de poder, pero al tiempo nos enteramos de que nuestro poder era relativo comparado al de otros dentro del entorno o la región que nos era familiar.

Luis Benjamín Cediel Guzmán.
Foto Juan Carlos Guerrero Beltrán
POR LUIS BENJAMÍN CEDIEL GUZMÁN*
FOTO JUAN CARLOS GUERRERO BELTRÁN / PIXABAY
La manzana que nos tienta han sido los medios de comunicación y, más que ello, el vehículo que la hace correr: La palabra que fue la base del lenguaje, la nota que difunde el mensaje, la prensa que la socializa, la radio que capturó la atención ya no personal sino familiar y colectiva. Ellos permitieron a caudillos difundir sus ideas y hasta inflamar a las masas para llevarlas a sus revoluciones y hasta guerras. A un gran costo humano.
Vino luego la radio portátil de transistores que pudo llevar la noticia hasta los sitios más apartados… Hasta el día en que hicieron su aparición las novedades audiovisuales. La televisión hizo que nuestros juegos de niños, donde éramos protagonistas, parecieran cosa de tontos frente a los súper héroes de su pantalla. Lo cual, de paso, restó el tiempo que dedicábamos a la lectura que nos invitaba y permitía un espacio de nuestro tiempo para reflexionar. Hasta disgregó las reuniones hogareñas de mesa y las familiares.
En un buen momento la máquina de escribir fue superada por la maravilla cibernética del computador y su mejor versión ligera del Laptop personal y portátil.
Pero faltaba la genialidad del Internet para llevarlo al portátil, y menos imaginar la novedad del teléfono inteligente que nos presentó su desarrollador muy ufano y con su mano en alto. El mismo dispositivo que empleo en este momento para escribir las líneas de esta nota. Ha sido la última gran manzana y hasta coincide con el logotipo de la marca del inventor.
Un gran logro, pero al tiempo un gran distractor de nuestro tiempo si nos dejamos sedar como lo hacen los psicotrópicos (droga) fatales para nuestro cuerpo y salud mental. La peor manzana podrida y maldición de estos tiempos. Más muertos y lisiados va dejando que los de las dos Grandes Guerras, Vietnam, Camboya, los del comunismo internamente en Rusia y China, y los últimos 4.000 en Israel que vienen costando ya más de 65.000 a la contraparte inocente infiltrada y manipulada por fanáticos.
El peligro de mentes cautivadoras dementes no está tan lejos y no estamos a salvo en el vecindario de Latinoamérica. Parece que el mundo entero espera de consulta y tratamiento en el diván del área de la etno psiquiatría.
Si descuidamos nuestra mente este artefacto nos captura y aísla en un mundo de irrealidad consumiendo nuestro tiempo de construcción de lo personal. Sin imaginarlo, ingresa verdades a medias sin obligarnos a plantear soluciones ponderadas para poder salir adelante como personas y sociedad.
Así como llegan cosas buenas permite el ingreso de una buena cantidad de basura que, sí nos descuidamos, roba nuestro tiempo y nos cosifica; cosifica y aísla nuestro entorno familiar, y cosifica la sociedad. Nosotros mismos permitimos el acceso y triunfo social de la banalidad y lo frívolo. El ruido y luces del triunfo del espectáculo social.
No dejará tiempo para el desarrollo de nuestra personalidad… el leer, reflexionar, escribir… y ¿qué puede sobrevenir? Hasta hace poco tiempo, secretarias y personas corrientes buscábamos y comprábamos libros y, con ello, perfeccionábamos nuestro conocimiento y nos reservábamos algo de nuestro tiempo para cultivarnos.
La humanidad siempre nos la hemos ingeniado para salir adelante. Al fin de cuentas, hasta superamos la pandemia del Covid, y hoy estamos ya a seis años de aquello. El paso de una peste impensable en nuestros tiempos. La memoria de los hombres es débil ¿la recuerdan? ¿Acaso recordamos todas las vidas que cosechó?
Pero no podemos descuidar y olvidar nuestro Yo básico. El Yo básico y único, capaz de comunicar nuestra capacidad humana para compartir afecto, amor y solidaridad ¡El Yo que es nuestro Paraíso! ¡Nuestro paraíso interior, pero NUESTRO PARAÍSO!
*Luis Benjamín Cediel Guzmán es arquitecto egresado de la Universidad de los Andes. Especialista en Arquitectura Industrial y Petroquímica. Consultor y Planificador Industrial. Actualmente es miembro del Capítulo CIVITAS de UNIANDINOS, y Vicepresidente de Negocios de la Cámara de Comercio Colombo Dominicana.
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