Editorial: Una reflexión en el Día del caricaturista desde UNIMINUTO
Dibujar es como caminar: todos podemos hacerlo. Como escribir, leer, o cocinar. Todos podemos hacer esas cosas, por supuesto mientras nada físico o mental nos lo impida. Pero pocos dibujamos. Cuando aprendemos a caminar, creemos en nuestra capacidad de hacerlo y nadie nos pide que abandonemos porque lo hacemos mal.
POR ALBERTO BARRETO / Diseñador Gráfico UN /
Magister en Comunicación y Medios UN / Caricaturista e ilustrador
Todos tenemos historias acerca de la crítica a nuestros dibujos por parte de personas alrededor nuestro, y debe haber muchas personas que han dejado a un lado su dibujo por culpa de los comentarios. Y cuando alguien deja de creer en su dibujo, se muere un mundo por completo. Imaginemos por un instante de todo lo que nos hubiéramos perdido si Davinci hubiera abandonado su trabajo del arte por temor a la crítica. Si Durero hubiera desfallecido ante las burlas de sus maestros. Si faltaran las pinturas y esculturas de Miguel Ángel en la historia de nuestra cultura.
Debe haber mundos completos que jamás conoceremos, que jamás podremos admirar, ni contar en las aulas. Se requiere valentía para dibujar, y de seguro las inseguridades han enterrado la posibilidad del universo visual que trae en su lápiz un dibujante.
En el mundo de las valentías visuales, los caricaturistas son una raza particular. No siempre sus líneas responden al concepto tradicional de la belleza. Aunque se pida en la caricatura que el dibujo sea divertido, cada uno de ellos tiene un sentido de la belleza y lo funcional tan propio como variado. Pero si hay algo que distinga el trazo de los caricaturistas es que el dibujo es casi un accesorio, porque lo verdaderamente importante en la caricatura no es cómo dibujan, sino qué es lo que nos quieren hacer ver a través del dibujo y el humor.
Dicen que el trabajo del caricaturista es similar al de una persona que trabaja en un hospital tomando placas de rayos x. El caricaturista toma radiografías de la sociedad, expone dónde está la fractura. Pero no puede curarla, no es su trabajo; su trabajo es revelar lo que su mente crítica, entrenada para traducir conceptos en líneas, logra observar.
Dibujar entonces se convierte en una herramienta para poder contar lo que el caricaturista observa. Ya no directamente cómo es la anatomía de un ojo, la arquitectura de una casa, la forma de una planta. El dibujo como herramienta de narrativa es una de sus formas de uso, pero en las manos de un caricaturista de opinión el lápiz describe la anatomía de un abuso, la arquitectura de una mentira, la forma de una opresión.
Un dibujante siente verdadera pasión por especializarse en el uso de sus herramientas: elegir el mejor grafito, probar plumillas y tintas, usar colores, acuarelas. Probar en el mundo digital, adaptarse a las tabletas digitalizadoras, dibujar sobre pantallas. Pero cuando el dibujante encuentra un motivo para sus dibujos, una causa, esa pasión se transforma en un sentido de vida. Ese es el nacimiento de un caricaturista, cuando comprende que desde sus líneas puede contar el mundo que ve, puede narrarlo, puede revelar su pensamiento a través de la síntesis gráfica, puede usar el humor en cualquiera de sus expresiones e impactar a la sociedad con sus reflexiones, con su particular forma de ver el mundo a través del dibujo. Para entender mejor, para ver mejor.
Si hay una profesión democrática en nuestra cultura, esa es la del caricaturista de opinión. No requerimos de apellidos, ni títulos ni abolengos. No es necesario un estrato social, una cuna de oro. Necesitamos solamente ventanas de opinión, redes sociales, vehículos para poner a circular nuestras ideas. Expresarnos hoy es una posibilidad y una necesidad, y la caricatura de opinión permite reflexionar sobre las circunstancias actuales que padecemos como nación. Como dibujantes comenzamos ingenuamente divirtiéndonos como niños, jugando con lápices y colores, y terminamos eligiendo causas y motivos para expresar nuestra opinión. Maravillosa manera de darle un sentido a nuestras líneas.
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