La salud mental: un derecho, un desafío y una urgencia colectiva
Cada 10 de octubre el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha impulsada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) que busca crear conciencia, mejorar la comprensión y fomentar la acción frente a los problemas de salud mental.
Más allá de reducir el estigma, el objetivo es movilizar esfuerzos globales para garantizar el acceso a servicios de atención integral y promover el bienestar emocional como parte esencial de la salud pública.
En Colombia, este debate cobra especial relevancia tras la aprobación de la Ley 2460 de 2025, que reconoce la salud mental como un derecho fundamental y de interés prioritario. Sin embargo, los expertos advierten que los avances legales aún deben traducirse en cambios reales en la vida cotidiana, en los hogares, las escuelas, los lugares de trabajo y el propio sistema de salud.
Educar para cuidar la mente
Para Luis Alberto Rengifo, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Colombia, el mayor desafío es cultural: “más allá de conocer la ley, es necesario que las familias, las escuelas y los medios comprendan qué significa realmente la salud mental”.
Explica que desde los hogares debe promoverse la formación emocional de los niños, enseñarles a afrontar el fracaso, a ser autónomos y a desarrollar habilidades frente a los desafíos que plantea la vida cotidiana.
Desde su experiencia clínica, Rengifo considera que aprender a aceptar la frustración, el rechazo y la soledad es parte del desarrollo emocional.
“El estrés y la soledad hacen parte de la vida, igual que el éxito o la alegría. El problema es que seguimos criando desde la sobreprotección o desde el abandono, sin equilibrio”, sostiene.
Una ley para cerrar brechas
Por su parte, Andrés Mauricio Uscátegui, director de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Fundación Universitaria Horizonte, destaca la importancia del nuevo marco normativo. “Dentro de los temas que regula la Ley 2460 de 2025 está el reconocimiento integral de la salud mental como un derecho fundamental, la prevención en entornos familiares, escolares y laborales, y la creación de una subcuenta específica dentro del presupuesto nacional para garantizar su financiación y sostenibilidad”, explicó.
El docente subrayó que el principal desafío está en la implementación: “aún faltan recursos específicos, talento humano especializado y articulación efectiva entre sectores”.
Recordó además que este proceso legislativo tiene antecedentes en normas como la Ley 1616 de 2013, la Ley Estatutaria 1751 de 2015 y la Sentencia T-760 de 2008, que sentaron las bases del derecho a la salud mental en el país.
“Esta nueva ley busca cerrar brechas y consolidar un modelo de atención biopsicosocial, humanitario y comunitario que garantice acceso real y de calidad a quienes padecen algún tipo de trastorno mental”, concluyó.
El impacto emocional de cuidar a otros
La salud mental también es una preocupación creciente entre quienes se dedican a cuidar. La vocación de servicio y la exigencia constante de estar disponibles emocionalmente para los demás genera un desgaste que rara vez se reconoce.
Según Sara Lucía Rueda Millán, psicóloga y docente de la Escuela de Enfermería de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, “en los equipos de salud, la fatiga, la frustración y el cansancio emocional se normalizan; frases como ‘así es el trabajo’ o ‘hay que seguir’ perpetúan una narrativa de resistencia que invisibiliza algo fundamental: el bienestar de quienes cuidan también necesita cuidado”.
La experta advierte que el miedo a pedir ayuda y el estigma profesional agravan la situación: “la salud mental de quienes están en el sistema de salud no puede seguir siendo un tema secundario. El bienestar emocional del personal médico y asistencial es fundamental para garantizar una atención humana, segura y de calidad”.
Prevenir el desgaste emocional implica reconocer que los profesionales también necesitan apoyo. Las instituciones deben crear programas de acompañamiento psicológico, espacios de escucha y estrategias que permitan equilibrar la vida laboral y personal.
De igual forma, la formación universitaria debe incluir el manejo emocional, el trabajo en equipo y la cultura del autocuidado. Ninguna medida será suficiente si no se acompaña de condiciones laborales justas, entornos seguros y respeto por el descanso.
Más allá del marco legal, los expertos coinciden en que la verdadera transformación dependerá de la voluntad institucional, la asignación de recursos y la sensibilización social. Garantizar el acceso real y de calidad a los servicios de salud mental implica reconocer que el bienestar emocional es parte esencial de la salud pública.
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