Vida contemplativa: elogio de la inactividad
“En el ocio y en la quietud se encuentra esa chispa creativa que ilumina el alma y da origen a las ideas más brillantes». Albert Einstein
POR MIGUEL RUJANA QUINTERO
Docente Investigador Unisinú Bogotá.
En enero del presente año, Byung-Chul Han, de origen coreano, nacionalizado alemán, publicó su reciente libro, Vida Contemplativa: elogio de la inactividad, editado por Taurus, 2023. Es uno de los filósofos más leídos del mundo. Profesor de filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Ha dedicado gran parte de su pensamiento a la crítica de la sociedad contemporánea de una manera lúcida y particular: ensayos puntuales desde la racionalidad práctica sobre aspectos sensibles de la vida humana. En esta oportunidad su reflexión se centra en la pérdida del descanso (“Schole”: ocio, como lo llamaban los griegos, tiempo libre. Es también la raíz de la palabra latina “Schola”: “escuela”, contemplación, diversión y descanso), vital para la vida humana. Obra provocada por la “sociedad del cansancio”, “del rendimiento”, “de la transparencia” y la vida “digital” (pilares del pensamiento de Han), que no dan tiempo más que para la supervivencia. Este escrito hace una reseña de este libro.
El avance de las sociedades contemporáneas ha traído lo que algunos llaman progreso: biotecnología, neurociencia, Big Data, astronáutica, robótica, Inteligencia Artificial (IA), etc.; pero también, armas de destrucción masiva de alta tecnología, el desastre climático (Cop 28, en Expo City Dubai, nov-dic 2023), y el neoliberalismo que ha hecho del “sujeto amo y esclavo de sí mismo”. Como es lógico, nada es gratuito, el “progreso” ha pasado su cuenta de cobro y sus efectos negativos se han hecho sentir en las nuevas relaciones humanas: la hiperproducción o el precio por la supervivencia. Una vida sin tiempo libre real, sin pausas, sin descanso, sin inactividad, sin Vida Contemplativa, y sin rituales. La vida de hoy no tiene tiempo para el descanso.
Estamos perdiendo la capacidad de no hacer nada. Nuestra existencia está completamente absorbida por la actividad y, por lo tanto, totalmente explotada. Dado que sólo percibimos la vida en términos de rendimiento, solemos entender la inactividad como un déficit, una negación o una mera ausencia de actividad, cuando se trata, muy al contrario, de una interesante capacidad independiente, señala el filósofo coreano. En el mundo del rendimiento neoliberal no hay espacio para pensar otra cosa que la producción.
Dice Han, que la cultura del rendimiento ha llevado a la desaparición de la distinción entre trabajo y ocio. Que el trabajo ha aniquilado al ocio, y como consecuencia, la pérdida de la capacidad de disfrutar de la inactividad. Esta nueva cultura ha fomentado la necesidad de estar siempre ocupado, produciendo, lo que lleva ineludiblemente a la ansiedad y al agotamiento. Considera el autor que «la vida es gobernada por lo provisional, por lo inconstante», pues el rendimiento no da tiempo para la inactividad. Esencial para nuestra salud mental y emocional, única forma de recuperar nuestra capacidad de reflexionar y comprender el mundo que nos rodea, así como para establecer vínculos duraderos con la comunidad a la que pertenecemos.
Nos asemejamos cada vez más a esas personas activas que «ruedan como rueda la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica». Dado que sólo percibimos la vida en términos de trabajo y de rendimiento, interpretamos la inactividad como un déficit que ha de ser remediado cuanto antes. La existencia humana en conjunto está siendo absorbida por la actividad. Como consecuencia de ello, es posible explotarla. Vamos perdiendo el sentido para la inactividad, la cual no implica una incapacidad para la actividad, o su rechazo, o su mera ausencia, sino que constituye una capacidad autónoma, afirma Byung-Chul Han.
El autor precisa que la inactividad tiene su lógica propia, su propio lenguaje, su propia temporalidad, su propia arquitectura, su propio esplendor, incluso, su propia magia (Que inspiró a Neruda en Isla Negra, para su Canto General). No es una forma de debilidad, ni una falta, sino una forma de intensidad que, sin embargo, no es percibida ni reconocida en nuestra sociedad de la actividad y el rendimiento. No estamos accediendo ni a los dominios de la inactividad ni a sus riquezas. La inactividad es una forma de esplendor de la existencia humana, desde allí se piensa (se vive, se decide) y se crea. Hoy se ha ido difuminando hasta volverse una forma vacía de actividad.
En las relaciones de producción capitalistas, la inactividad no se usa, regresa como un afuera cerrado. La llamamos «tiempo libre». Dado que este es útil para el descanso del trabajo, permanece presa de su lógica. En cuanto derivado del trabajo, es un elemento funcional en el seno de la producción. Con ello se hace desaparecer el tiempo realmente libre, que no pertenece al orden del trabajo y la producción. Ya no conocemos aquel reposo sagrado y festivo que reúne intensidad vital y contemplación y que incluso es capaz de reunirlas cuando la intensidad vital llega al desenfreno, (en La religión antigua. Karl Kerenyi, 1999). El «tiempo libre» carece tanto de la intensidad vital como de la contemplación. No es un tiempo realmente libre, vivo, sino un tiempo muerto. Una vida intensa hoy implica, sobre todo, más rendimiento o más consumo. Hemos olvidado que la inactividad, que no produce nada, constituye una forma esplendorosa de la vida. A la obligación de trabajar y rendir se le debe contraponer una política de la inactividad que sea capaz de producir un tiempo verdaderamente libre. La inactividad forma lo humano, sostiene el filósofo. (p,12).
Concreta su pensamiento sobre Vida Contemplativa o elogio de la inactividad, al señalar que sin un momento de vacilación o de interrupción en la vida, la acción, se rebaja a ciega acción y reacción. Sin calma se produce una nueva barbarie. El callar le da profundidad al habla. Sin silencio no hay música, sino nada más que ruido. El juego es la esencia de la belleza. Allí, en la sociedad del rendimiento, donde solo reina el esquema de estímulo y reacción, necesidad y satisfacción, problema y solución, propósito y acción, la vida degenera en supervivencia, en desnuda vida animal. La vida sólo recibe su esplendor de la inactividad. La verdadera vida comienza en el momento en que termina la preocupación por la supervivencia, la urgencia de la pura vida. El fin último de los esfuerzos humanos es la inactividad.
Para apoyar la tesis de la pérdida del descanso, de la inactividad, Han argumenta, desde posiciones filosóficas que comparte y aún con las que disiente, haciendo uso de una esplendorosa selección de grandes pensadores, que cuidadosamente cita en la obra. Desde los clásicos: Platón, Sócrates, Cicerón, Plutarco, Catón, pasando por Tomás de Aquino; hasta Karl Marx y al pensador nihilista Nietzsche. Confronta las filosofías del siglo XX de Martin Heidegger, Hannah Arendt, Walter Benjamin, Theodor Adorno, Gilles Deleuze, Giorgio Agamben. También con autores de la literatura como Kleist, Kafka, Hölderlin, Novalis, Proust, y Musil. La obra destaca las coincidencias y diferencias con estos autores, que magistralmente van discurriendo en un virtuoso diálogo con Han, a lo largo del texto: la Vida Contemplativa. Claro, el filósofo coreano busca reafirmar su crítica a la pérdida de la inactividad con el respaldo de esta pléyade de pensadores, y lo hace tan solo en 120 páginas. En esta reflexión no quiere estar solo.
Previendo la crítica acerca de que la vida plenamente activa en las relaciones de producción capitalistas, también tienen tiempo libre, Han responde desde la vita activa, de la obra La condición humana, de Hannah Arendt, señalando que, en cualquier relación laboral, sea a la que se refiere Arendt, u otra, lo valioso es rescatar el tiempo realmente libre; aquel “que no pertenece al orden del trabajo y la producción”. Esto, a propósito de la visión reduccionista de la sociedad que tiene la filosofía alemana, para quien, sólo lo político tiene cabida en la relación laboral. Olvidando la inactividad en la relación.
Destaca que Heidegger, a quien le dedica el capítulo III de la obra, también llega a la conclusión de que “son solo las inactividades como la fiesta y el juego, las que dan esplendor a la existencia humana”. Y que allí se “descubre lo festivo”, “… donde ya no se habla más del cuidado o de la angustia”. Han asegura que “hay huellas de pensamiento, en Heidegger, que se condensan en una ética de la inactividad…”. Reseña Han, que Heidegger un poco antes de morir, redactó un pequeño escrito sobre la hospitalidad. Allí describe a una anfitriona que evoca con intensidad el gran paisaje de su patria. Y destaca lo inaparente de su recato que ella experimenta ante el paisaje. (Han, p. 60).
Se cuida de dejar claro que no descalifica a la vida activa. «Que esta posee sin duda su validez y su legitimación propias, pero que tiene su fin último, lo dice con Tomás de Aquino, en la felicidad de servir a la vida contemplativa” (Han, p.70). Por su parte, Tomás señala que: “… la vida humana se realiza solamente en la vita composita, es decir, en la colaboración entre la vita activa y la vita contemplativa”. El Aquinate sale al encuentro de la duda, relacionada con si es quietud o inactividad la que necesita el sujeto. Aclara que la contemplación es ya en sí misma una acción de la inteligencia, el máximo o más alto movimiento de un ser perfecto[1]. Se puede ver en la obra de Han, que comparten esta idea, también Catón, Cicerón, San Gregorio, y hasta Arendt. (Han, p.105)
Byung-Chul Han se refiere, entre otro, a un aspecto de la vida sensible que actualmente se encuentra en crisis por falta de actividad contemplativa. Dice que la actual crisis de la religión “no puede atribuirse simplemente al hecho de que hayamos perdido toda fe en Dios o que nos hayamos vuelto desconfiados con respecto a determinados dogmas” sino que, debido a la hiperactividad y la hiperproducción ya cuestionados, esta crisis apunta a que estamos perdiendo cada vez más la capacidad contemplativa. La religión presupone una atención particular. Señala Han, que Malebranche describe “la atención como la plegaria natural del alma. Hoy el alma ya no ora más. Hoy el alma se produce”, en alguna factoría. “La crisis de la religión es una crisis de atención”, de escucha. (Han, p. 107)
Dice que el verbo para la religión es la escucha, mientras que actuar es el verbo para la historia. En la escucha, en cuanto inactividad, enmudece el yo, que hace las diferencias y limitaciones. El yo que escucha se sumerge en el todo, en lo ilimitado, en lo infinito. En cambio, quien se produce, quien se exhibe, es incapaz de escuchar, de contemplar en una pasividad infantil. “En la era de las permanentes autoproducción y auto-escenificación narcisistas, la religión pierde su fundamento puesto que el desprenderse de uno mismo es un acto constitutivo de la experiencia religiosa”. La autoproducción es más dañina que el ateísmo para la religión. (Han, p. 109).
La vida contemplativa es el desafío de lo humano. Es cierto reposo y descanso que anhela otra cosa que la producción. Bien sumergirse en la introspección meditativa o de pensamiento creativo. Que aboga por el cuidado de sí y del otro. La contemplación es una conexión con lo esencial que procura el deleite, la fascinación y hasta el emocionante síndrome de Stendhal. Es una relación con la naturaleza a través de la observación de la belleza sea natural o creada, y de la adopción de estilos de vida más sostenibles. Hay contemplación en el arte, en el juego, en la fiesta, en la escritura; en pensamientos de mundos posibles, creativos; en expresiones visuales que invitan a la reflexión. Se contempla la vida desde el sentido, desde el infierno y el cielo. Se contempla la muerte, su tristeza o su alegría.
[1] «Los movimientos corporales exteriores se oponen ciertamente al reposo de la contemplación, que consiste precisamente en la ausencia de ocupaciones externas. Pero el movimiento que llevan consigo las operaciones intelectuales forma parte de ese reposo». S. Th., II-II, 180, 6, 1m, S. Th., II-II, 179, 1, 3m
Autor
Puede Interesarte
Argentina rompe records en la Feria Internacional del Libro de Bogotá
– En la mitad de la FILBo, más de 120.000 personas han visitado el pabellón argentino. – La librería ha vendido 5.500 ejemplares, es decir 900 libros por día, registrando ventas cercanas
Embajada de Australia ofrece cursos online gratuitos para los colombianos
La Comisión Australiana de Comercio e Inversión (Austrade) se ha asociado con la plataforma de aprendizaje social FutureLearn.com, bajo la iniciativa “Study with Australia Online”, para proporcionar hasta finales del
CONVERSATORIO CON EL CINEASTA VÍCTOR GAVIRIA
La Fundación Únete Latino que preside María Teresa Jaramillo ha programado para hoy viernes a las 4 p.m. hora Colombia, 5 p.m. Orlando FL., una charla con el destacado director
0 Comentario
¡Sin comentarios aún!
Puedes ser el primero ¡Comenta esta publicación!