DAGO GARCÍA: EL CAMINO DE UN TRIUNFADOR
Además del estreno de El paseo 7, su nueva película, el libretista, director y productor de cine, teatro y televisión, se encuentra adelantando la segunda temporada de La Primera Vez, para Neflix; acaba de presentar su primera novela editorial, y empezará a filmar La pena máxima, 25 años después. Su historia es como la de los héroes de sus tramas: un hombre que ha podido realizar muchos de sus sueños haciendo lo que le gusta.
POR FERNANDO MOTTA
FOTOS CAMILO SÁNCHEZ Y ARCHIVO PARTICULAR
¿Con cuánto tiempo de anticipación inicia la preparación de una nueva película?
Más o menos siete u ocho meses, no puedo decir términos exactos de tiempo, que haya un estándar para la escritura del guion, digamos que depende de las exigencias de cada película; normalmente, en el momento en que concibo y escribo la historia, puede pasar un mes y medio. Luego vienen los procesos de preproducción que toman unos dos meses y, normalmente, grabo las películas en ocho semanas; luego viene el proceso de postproducción, así que estamos hablando de unos siete u ocho meses desde que se empieza la idea hasta que se tiene el producto final.
¿Qué expectativas tiene con su nueva película El Paseo 7?
Las historias que escribo siempre parten de un recuerdo; lo que hago es exprimir la memoria, no quiere decir que sean películas autobiográficas, porque no lo son, pero sí normalmente parten de una remembranza de infancia o de juventud, y en el caso particular de los paseos, son los paseos que yo vivía cuando era niño y salíamos en el carro de mi papá, a la costa o cerca de Bogotá, y esas anécdotas se recrean y se inventan más cosas, se crean personajes… pero sí fueron experiencias muy vividas; y la expectativa radica en que los paseos siempre han funcionado en taquilla y son películas que el público acompaña, que disfruta y convierte en éxito, y espero que esta vez no sea diferente.
¿Cuál es el secreto para realizar tantas producciones por año?
Un poco de disciplina, imaginación, mucho tiempo dedicado frente al computador. Soy una persona que leo y veo mucho audiovisual, ya sea en la televisión abierta, en las plataformas, en el cine o en el teatro, uno tiene que estarse alimentando constantemente; y el cine, la televisión y la literatura, siempre enriquecen a los escritores. Me cuido de estar constantemente renovándome la cabeza y tengo una disciplina de escritura muy rígida, por lo menos, tres horas cada día. Digamos que eso da oficio, y también hay un elemento teórico que ayuda a estructurar las historias. Es una combinación de muchas cosas: disciplina, referencias, teoría, práctica, que permiten que haya continuidad.
Cómo espectador ¿qué cintas de antes y de ahora, son imperdibles y por qué?
Uff, hay tanto cine que se ha hecho. A mí me gustan los clásicos, por ejemplo, Amarcord, una película franco-italiana de 1973, escrita y dirigida por Federico Fellini. Billy Wilder, el director norteamericano, de él me gusta mucho El apartamento. Buñuel con La vida láctea, es una película que me encanta. Ingmar Bergman con Fanny y Alexander, los alemanes: Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzong, Jean-Luc Godard, François Truffaut, hay mucho cine clásico que es fundamental y que disfruto. Y hoy en día también contamos con muy buena cinematografía colombiana. Las películas de Víctor Gaviria, Rubén Mendoza, Ciro Guerra, Cristina Gallego, Laura Mora, Franco Lolli, existe una gran riqueza cinematográfica para aprovechar y consumir.
¿Cómo ve la industria del cine en nuestro país?
Tiene dos lados, uno positivo que tiene que ver con la producción en los últimos años, gracias a la Ley de cine, a las nuevas tecnologías, y a la llegada de gente joven con formación académica, y el número de películas que estamos haciendo se ha incrementado exponencialmente, creo que nunca en nuestra historia habíamos producido tantas películas por año. Perfectamente se pueden lanzar 40 o 50 películas al año, y eso no ocurría hace 20 o 25 años; cuando se hacían 5 películas al año y era un logro. En términos de la producción, estamos en un buen momento. El problema se ha trasladado a la exhibición y a la distribución, hacemos muchas películas, pero no nos está acompañando el público, y de pronto eso tiene qué ver, entre otras cosas, por una debilidad en la etapa de promoción y mercadeo. Nuestro cine nunca ha sido muy juicioso a la hora de encarar ese momento del proceso, que es un ítem fundamental. Más aún hoy en día que estamos asistiendo a un cambio de paradigma, porque normalmente esta etapa era lo último en la cadena. Hoy en día, casi que se empieza con esa fase y antes de filmar una película se comienza a mercadear, ya se está hablando de ella, se están implementando estrategias de promoción. Entonces creo que, por el lado de la producción, estamos en un buen momento y por el lado de la distribución y la exhibición, surgen problemas de los que hay que ocuparse.
¿Para dónde va la televisión colombiana?
La televisión en general está reorganizándose a partir del nuevo paisaje audiovisual con la aparición de los streamers y de las plataformas, incluso mucho antes de la televisión por cable, y de la televisión digital, ha cambiado el panorama de la televisión. De ser un medio que tenía una sola opción que era la televisión abierta, estamos en un momento en el que tenemos cinco diferentes tipos de televisión y eso ha representado modificaciones. La televisión colombiana va a conservar su carácter de medio masivo, todavía ninguna plataforma logra tener el volumen que alcanza la televisión abierta, pero también la televisión abierta debe convertirse en productora de contenidos para otras pantallas, eso incluso lo estamos haciendo en Caracol; en el canal tenemos muchos modelos de negocios con las plataformas, producimos contenido para nuestra programación, y también, estamos coproduciendo para las otras pantallas; hemos hecho varias series premium para Neflix, Amazon, Dix Max, y Discovery. La nueva situación del mercado obliga a la televisión abierta, sin abandonar el negocio, a abrirse a otras pantallas y producir, para otros públicos que no sean exclusivamente del canal.
¿La era digital ha afectado la televisión y el cine?
Sí, el cine, por ejemplo, ha venido dividiéndose entre las buenas historias y los espectáculos sensoriales. Hay una cosa curiosa y es que el cine parece estar dando un giro dialéctico, está volviendo a lo que fueron sus orígenes. El cine está volviendo a ser una atracción de feria. Como hay tantas opciones en la televisión para encontrar buenas historias, la audiencia cuando quiere ver una historia la busca, pero cuando desea tener una experiencia que no puede vivir en su casa, va al cine y compra una boleta, y eso es consecuencia del nuevo paisaje digital. Las diferentes opciones de televisión que existen hoy en día, se influyen mutuamente. La televisión abierta influye en la de streaming y la televisión de streaming influye en la abierta. Hace unos años cuando hacíamos una telenovela, el número mínimo era de 120 episodios, ahora que la gente ha tenido contacto con otros formatos y con otros géneros, nuestras series empiezan con un plante de 60 capítulos. También existe hoy en día un mix de géneros, por ejemplo, el melodrama no va solo, va acompañado de un thriller o de música, o de comedia, en fin, y eso es en cierta medida producto de haber tenido las plataformas funcionando durante un tiempo en el mercado. Pero las plataformas también se han visto influenciadas por la televisión abierta, entonces en un principio las plataformas se resistían un poco a incluir en sus contenidos melodrama, que es el género por excelencia de la televisión abierta, y hoy en día el melodrama está teniendo una presencia importante en las plataformas, ha sido una relación de mutua influencia.
¿Cuál ha sido la película más difícil que ha producido y cómo superó los obstáculos durante su realización?
Hicimos una película que se llamaba La captura, en los Llanos Orientales, muy lejos de la civilización, estábamos Llano adentro y fue una producción con un nivel de dificultad grande, y también se convirtió en una experiencia super interesante, lejos de cualquier casco urbano, y había cantidad de inconvenientes por resolver: la alimentación, la dormida… tuvimos que solucionar cada tropiezo como si estuviéramos en un safari. Cualquier apuro técnico era un gran problema porque nos encontrábamos a diez horas de Villavicencio, ese ha sido uno de retos de producción con mayores desafíos. Otra película, que se llama Shakespeare, se hizo toda dentro de un avión, y la circunstancia de estar encerrados en un lugar relativamente pequeño llevó a que tuviéramos no pocas dificultades.
¿Cuál género es más rentable, la comedia o el drama?
No se puede decir que haya un género mejor que otro, son diferentes, cada uno permite expresar algo, cada uno tiene sus particularidades, tienen sus ventajas y sus desventajas, y el público tampoco hace esa gran diferencia. Cuando hay una buena comedia va, igual con un buen drama. Hay un género que se llama el dramedy, una especie de drama con elementos de comedia, un género intermedio. Lo más reciente que hice para Neflix fue La Primera Vez, que es especialmente un dramedy. Tampoco creo que el público tenga determinado cuál género va a preferir. Lo que la gente consume son las buenas historias, sin reparar en el género.
¿Tiene referentes en el cine y la televisión?
Claro, para mí un cineasta como Billy Wilder es un referente muy importante, a Buñuel también lo reconozco como una gran influencia. Y en la televisión colombiana, pues a los maestros, Bernardo Romero Pereiro, Martha Bossio, Julio Jiménez, Pepe Sánchez, Julio César Luna, David Stivel; ellos le dieron forma a nuestra televisión y siempre serán un referente para la generación que vino después de ellos.
¿Quiénes han sido sus grandes mentores a lo largo de su carrera?
Julio César Luna fue muy importante en un momento de mi carrera, José Antonio de Brigard lo fue en mis inicios, Pawel Nowicki, director de teatro, siempre lo he reconocido como mi maestro, me enseñó muchas cosas.
¿Cuáles son las reglas infalibles para alcanzar el éxito?
El éxito es un accidente, digamos que le debe mucho a la fortuna, al azar, a la buena suerte, uno no puede parametrizar el éxito, el éxito ocurre, no se planifica; uno debe tratar de hacer las cosas lo mejor que puede, y a veces uno las hace lo mejor que puede y no le va bien. Fórmulas del éxito no existen, es como el Santo Grial, todo el mundo lo busca. El éxito y el fracaso a veces se parecen mucho, tienen el mismo origen, cuando se desafían las reglas establecidas, puedes hacer un gran éxito, pero también puede ser un fracaso, y en eso la suerte influye mucho.
¿Cómo le ha ido con su libro La verdad sobre la verdad?
Yo no la estaba buscando, fue una invitación que me hizo Planeta; ellos estaban tratando de encontrar autores que no estuvieran directamente relacionados con la literatura, pero sí con la narrativa. Finalmente, todos en la literatura, en el cine, en la televisión y en el teatro, contamos historias. La editorial me contactó y me preguntó si en mis historias había algo que pudiera convertir en novela. Tenía un viejo argumento para una serie que nunca había acabado de tomar forma y, en ese momento me acordé y dije: es que, de pronto, el medio para desarrollarlo no es la televisión, sino la literatura. Se lo propuse a Juan David Correa, empezamos a trabajar juntos, y de ahí surgió la novela. Fue una experiencia bastante reveladora porque a pesar de que uno se la pasa contando historias en la televisión y en el cine, la literatura implica otro tipo de retos, de dificultades que tocó superar y fue una experiencia maravillosa.
¿Cómo comparte con sus hijas y con sus nietas?
La cosa más normal del mundo. Mi hija mayor y mis nietas viven en Florida, de vez en cuando viajo y me quedo un mes entero en su casa. Es pura vida familiar, trabajo desde su casa, desayunamos, almorzamos, saco el perro, cuido a mis nietas, en fin…, no es que hagamos algo extraordinario, pero tenemos la costumbre de emprender un viaje con todos cada año. Nos vamos a buscar destinos, no exóticos, sitios a dónde queremos ir y disfrutamos mucho estos recorridos
¿Cómo fueron sus inicios con las cámaras?
La primera experiencia con el audiovisual fue en la universidad. Teníamos un profesor de televisión que se llamaba Jesús Valencia, y había una cámara grandísima, en blanco y negro, sin zoom, con la cual hicimos nuestros primeros trabajos. A veces lo rudimentario de la herramienta obliga a quien está detrás a desarrollar la imaginación. Cuando la tecnología es tan avanzada, como que intimida un poco, impide que las soluciones vengan con creatividad, entonces esa primera experiencia con esa vieja cámara fue muy importante. Grabamos como dos trabajos con mi grupo de compañeros, luego tuve la fortuna de que un amigo compró de las primeras cámaras domésticas que llegaron acá, eso era poco común, y con ella pudimos, no solo hacer más trabajos audiovisuales, más narrativa, sino que montamos un negocio de filmación de eventos. Fuimos los pioneros en filmar primeras comuniones, bautizos, grados, matrimonios, y nos iba bien. Gracias a esos trabajos que hicimos, un poco artesanales, entramos a la televisión.
Es bogotano de pura cepa, pero le gusta bastante Boyacá, ¿por qué?
Mi familia es de allá. Yo nací en Bogotá, pero mi familia es del norte de Boyacá, mi abuela era del Cocuy, y todas mis tías, mi mamá y mi abuela eran cocuyanas. Yo me siento boyacense, los boyacenses son trabajadores, son disciplinados, tienen un altísimo poder de concentración y eso para mí es fundamental y lo aprovecho mucho en mi trabajo diario. Me siento con alma boyacense.
¿Qué proyectos tiene entre manos?
Ahora, estoy en producción de la segunda temporada de La Primera Vez. En cine, vamos a realizar La pena máxima, 25 años después, y vamos a filmar otra película, es un proyecto del que no puedo hablar mucho. También voy a hacer un par de cosas en teatro que me tienen muy contento; en televisión, en Caracol, tenemos toda la producción del año que viene, digamos que hay mucho qué hacer.
Es un trabajador incansable, que disfruta contar historias. Ha tenido la enorme fortuna de ganarse la vida haciendo lo que le gusta. Es un padre de familia y un abuelo feliz; un melómano siempre, y un ávido consumidor de libros, de cine, y de literatura.
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